TEXTO: Gloria Sánchez, feminista organizada
Hace unos días conocimos la noticia de que, tras el Indulto Parcial que el Consejo de Ministros aprobó para Juana Rivas, el juez competente para suspender la condena, Manuel Piñar Diaz, dictó un Auto para motivar la denegación de la suspensión de la condena y la consecuente permanencia en prisión de la Señora Rivas.
No discutiré la discreccionalidad que le corresponde a Manuel Piñar para tomar la decisión, es decir, la ley deja un margen para que el juzgador valore determinadas circunstancias, tampoco el juez cuestiona que se den los elementos mínimos para conceder la suspensión de la condena; la Señora Juana Rivas carece de Antecedentes Penales y la condena que le resta tras el indulto parcial es menor a dos años. Pero, como dice Manuel Piñar Diaz hay que valorar también, la previsibilidad futura de cometer nuevos delitos, es aquí cuando entra en juego la Bola de Cristal, y serán los ojos con los que se mire, los que determinarán la motivación para que finalmente la Señora Rivas salga o permanezca en prisión.
Así las cosas, Manuel Piñar, se puso su Toga y su Turbante y empezó a mirar la Bola, ¿con qué ojos? A la luz de lo que ha escrito, con ojos llenos de prejuicios machistas, ojos agresores de la dignidad de Doña Juana Rivas, en su condición de mujer y madre, y ojos carentes de respeto a principios que iluminan el derecho penal, impropio de la autoridad para impartir justicia en un estado democrático.
A medida que se va avanzando en la lectura del Auto, va creciendo el estupor, la rabia. Una se imagina al juez sobando la bola, excitado, babeando misoginia, eso sí con la coartada del bien de los menores, argumentando sin pudor, sin rubor y sin rigor, que uno de ellos fue abusado “estando en compañía de ella”, de la madre.
Se podría escribir una novela de terror judicial con extractos del Auto; dice entre otras perlas, que: “Es posible que la señora Juana Rivas haya sufrido malos tratos”, vamos que a lo mejor le pegaron una paliza, o a lo mejor no; se olvida Manuel que hay una sentencia condenatoria contra el exmarido de Doña Juana Rivas por delitos de lesiones en el ámbito familiar. Es más, para sostener la duda, recuerda que la Señora Rivas volvió con el padre de su hijo tras haberlo denunciado y engendró otro hijo, despreciando de este modo todos los estudios que se han hecho sobre victimología de mujeres maltratadas. Lo mismo piensa el juez que todas aquellas mujeres que no denuncian, las que retiran las denuncias, o las que vuelven con sus agresores es que “les va la marcha”. Tiene pinta de pensarlo.
Lo importante para el togado es que es “probable” que uno de los hijos de la señora Juana Rivas haya sido víctima de abusos sexuales “por deficiencias en la vigilancia ( de la madre) ejerciendo la guardia y custodia, aunque tampoco hay condena”. Ahí es nada.
Sigue la mirada patriarcal de Manuel Piñar preguntándose impunemente, sobre “¿dónde metió la penada a su hijo menor para que fuera víctima de tan atroz atropello? ¿ qué hizo para vigilarlo?”. Tan sólo con estas cuestiones que el juez se hace sobre la señora Juana Rivas y, en definitiva sobre cualquier madre, es para que intervenga el Consejo General del Poder Judicial; el mensaje es contundente, los hijos e hijas abusados en España lo son porque la madres no vigilamos a nuestros críos y crías, porque las madres los metemos a saber donde. Y es él, y nadie mas, quien sabe lo que es una madre “normal” y quien no. La justicia para las mujeres, ni está ni se la espera.
Advierte Manuel Piñar además, que “esto no es un capricho ni una cruzada contra nada”, excusatio non petita, accusatio manifesta, olvidando, por falta de profesionalidad o deliberadamente que, la Guardia Civil, ese peligroso cuerpo de feminazis radicales, cerró en su momento aquella investigación. Pero para el juez, lo importante es que aquellos hechos ocurrieron simple y llanamente “porque el menor estaba con su madre”.
Además el togado, en una especie de autosatisfacción con perfil conspiranoico, nos revela la gran verdad, la que todos pretenden ocultar, y sólo él sabe, y se pregunta así mismo que ¿quién nos asegura que en plena libertad no va a volver a poner en peligro al niño?, es más, asegura Manuel, que “con toda la contemplación mediática de maltratada se ha interpuesto una cortina de humo que oculta un presunto grave delito de abuso a un menor, y siempre quedará un margen acerca de si la madre hizo todo lo que pudo para descubrir ese delito...”. Mi sangre a 1.000 grados.
Ante esa eventualidad, él, el iluminado, decide, en contra de lo solicitado por la defensa de Doña Juana Rivas, de la falta de oposición del Ministerio Fiscal, este último porque se lo impuso la Fiscal General, vaya por Dios, pero ademas, en contra de la propia Acusación Particular, que NO SE OPONE A LA SUSPENSIÓN DE LA PENA, decide, porque su bola se lo indica, dejar en prisión a la Señora Rivas. DELIRANTE.
Llámenme rara, pero cuando me entero de que se ha abusado de un niño o niña pienso en sus padres con empatía, con solidaridad por el dolor horroroso y la desesperación que debe provocar que a un hijo o hija le agredan de esa manera. Al iluminado esto le sirve para justificar el peligro en el que se hallan los hijos de Doña Juana Rivas. No se que pensarán los padres que han pasado por esa terrible experiencia.
Con esos argumentos decide dejar a Juana Rivas en prisión, cuando parece ser que sus hijos tenían permiso para venir en navidades, añadiendo sufrimiento a una madre, que si como dice el juez tiene un hijo abusado, ya sólo con eso, es para morir de dolor y compadecerse. No pasa nada, oye que dentro de la cárcel se está muy bien, puede incluso sacarse una carrera universitaria, así la función de resocialización y reinserción se cumple mejor. Sí, también dice esto Manuel.
Llega al zenit de su lujuria machista el juez, al gustazo final de la mirada obscena de la bola de cristal, en las consideraciones políticas que hace en el Auto, cuando manifiesta que “el Poder Ejecutivo ha sustituido al poder judicial concediendo el indulto, y que debió también pronunciarse sobre las consecuencias que debían regir en el cumplimiento de la restante pena”. No Manuel, el poder ejecutivo no ha sustituido al poder judicial, lo que ha hecho es actuar conforme a una ley que le permite conceder el indulto, total o parcial.
Pero para que nadie diga que soy yo la que lee el Auto con una mirada enfurecida, de feminista radical descerebrada, diré que sí, Manuel tiene razón en algo, el indulto debió de ser Total, y si no, el Ejecutivo debió prever algo tan evidente en otras muchísimas resoluciones judiciales, y es que, en España hay una enorme cantidad de magistrados y magistradas que imparten justicia en nombre del Rey, y que constituyen una insoportable, denigrante y nauseabunda Manada Togada.
Nota: Este artículo cuenta con la aportación de Irma Blanco.
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