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Página principal > Está pasando > Las kellys: "Este es un trabajo para sobrevivir con muchos sacrificios, pero no para vivir"
9 enero 2018  |  Por Juana Vázquez Torres

Las kellys: «Este es un trabajo para sobrevivir con muchos sacrificios, pero no para vivir»

Silvia y Valle, concentración camareras
Silvia y Valle, durante la concentración de la asociación de camareras de piso de Sevilla, el verano pasado, en Plaza Nueva. FOTO: La Giganta.
A Silvia y Valle el término ‘kellys’ no les gusta, aunque comparten objetivos con el colectivo que se ha visibilizado en los últimos años sobre todo en las redes sociales. Ambas empezaron como camareras de piso en hoteles a los 24 años y conocen lo que es el despido por reivindicar sus derechos laborales. Trabajan para la misma empresa multiservicio, que, como tantas otras, se encarga de tener a punto las habitaciones de los hoteles a costa de la precariedad de estas mujeres.

Silvia tiene 15 años de experiencia como camarera de piso. Valle, uno menos. En su caso, viajó por trabajo hacia un destino turístico español consolidado como Menorca: «Fui allí porque entonces era un trabajo que pagaban bien y en las islas más. Mis circunstancias personales eran complicadas además, perdí a mis padres siendo muy joven, así que solo tenía que coger la maleta. Y lo hice. Con el tiempo sigues trabajando de camarera de piso porque siempre encuentras trabajo cuando en otros sectores no hay. A día de hoy cobro 900 euros, cuando empecé cobrando 1.350 por el mismo trabajo. Hay peores condiciones en general, se notó el cambio cuando se empezó a decir la palabra crisis». «Hace algunos años estaba bien», corrobora Silvia.

– ¿Dónde habéis estado trabajando como camareras de piso y  en qué condiciones? 

V. He trabajado en varias empresas multiservicio y también contratada directamente por el hotel. Las diferencias son brutales, no solo en salario, también en derechos de cualquier tipo. Hay empresas multiservicio que en tres años que trabajé para ellos cambiaron tres veces de nombre y de dirección, nos pagaban de menos todos los meses y a partir del día 20 trabajabas casi 2 meses para cobrar uno.

S. Yo he trabajado en varios hoteles: Solúcar, Regina, San Gil… También en empresas de trabajo temporal, por obra y servicio.

– ¿Habéis visto fraude, en falsos contratos de formación, por ejemplo? 

V. Con los contratos de formación, las empresas estas se han aprovechado mucho. Nos reducían las horas de trabajo para ampliar las de formación. A las compañeras con ese contrato les asignaban la misma carga de trabajo que a nosotras, pero les salía más barato aún.

– Ahora trabajáis para la misma empresa de trabajo temporal, el grupo Constant, en el hotel NH, y decís que han empeorado vuestras condiciones laborales. ¿Por qué creéis que pasa esto?

V. Esto empieza con la crisis, las empresas se han aprovechado y exprimido a mi gremio.La necesidad de trabajar nos impide decir no a las condiciones actuales.  El 85 por ciento de los hoteles trabajan con empresas multiservicio, a cual más abusiva con las trabajadoras. Mi conclusión es que las cadenas hoteleras más sonadas y grandes trabajan con empresas multiservicio con el presupuesto más bajo; quizás se han hecho grandes así.

S. La culpa la tienen los abusos y los recortes.

– ¿Es un trabajo ‘para toda la vida’? ¿La gente se jubila en esto?

V. Éste es un trabajo para sobrevivir con muchos sacrificios, pero no para vivir. Todavía no he conocido a nadie que haga habitaciones hoy y mañana se jubile, lo más que he visto es que no han podido seguir haciendo el trabajo por hernias discales, desgaste óseo, etcétera. Al día de hoy poseo lo mismo que cuando empecé, ‘una maleta’. No nos sale rentable.

S. Desde luego que no. No es un trabajo para toda la vida.

– ¿Cuál es vuestra jornada de trabajo? 

V. Mi jornada es de 8 horas. Tengo que hacer 20 habitaciones diarias, que incluyen ‘fondeos’, pasillos, cafeteras, minibar, consumo, retirada de bandejas, etc. Hasta que no termine no me puedo ir, ya que cobro por habitación 2 euros. Descansamos 8 o 9 días al mes y nos los dan según la ocupación. No tenemos vida.

S. Yo también tengo una jornada de 8 horas y el mismo plan de limpieza de habitaciones. Durante la jornada no podemos descansar, solo tenemos 20 minutos para el bocadillo.

– ¿Se rige por convenio? 

V. Las jornadas se rigen por convenios propios, de la empresa, con delegados de personal elegidos a dedo. Y además si no les interesa, no respetan ni su propio convenio.

– Un día os plantásteis y dijisteis que íbais a luchar contra los abusos. ¿Cómo fue? 

V. Llega un momento en el que miras para atrás y después para adelante y te das cuenta de que todo va a seguir empeorando. Si dices esto no es así, la nómina esta mal, el convenio no es legal… te mienten en tu cara y te toman encima por tonta. Así que nos presentamos a las elecciones sindicales y salimos elegidas como representantes en el comité de empresa. A partir de ahí, mucho desprecio poco o mal disimulado por parte de la empresa, coacciones, amenazas, abusos de poder… Lo hemos pasado mal.

S. Muy mal. Hemos sentido, sentimos, discriminación por parte de la empresa y de algunas compañeras.

– Incluso os han despedido.

V. Lo pasé muy mal, yo lo único que hice fue exigir mis derechos y trabajar dignamente. Nunca me habían despedido antes y que lo hicieran por correo, sin darme la cara, me dolió bastante. Después de ganar el juicio me tuvieron que readmitir, fui a trabajar con la cabeza bien alta y hasta el día de hoy.

S. A mí el 27 de diciembre, me comunicaron el despido por burofax. Estaba de baja por accidente laboral y me despiden por terminación de contrato, cuando es absolutamente falso e ilegal, absurdo. Soy indefinida en la empresa desde 2013. Ya he denunciado. Nos quieren quitar de en medio.

– ¿Ha habido más represalias?

V. Las sigue habiendo, pero son más prudentes de cara a la galería. Siguen los abusos, las cargas de trabajo… pero ahí sigo entera, para que se me vea, a seguir luchando por unos derechos y unas condiciones que por desgracia no tenemos.

– ¿Cómo han reaccionado vuestras compañeras?

V. Hay de todo, la necesidad de llevar un sueldo a su casa las hacen cegarse y no ven la realidad de la situación, yo las entiendo.

– ¿Os sentís apoyadas por ellas?

V. Me siento apoyada solo a veces, muy pocas. Se quejan mucho de las condiciones pero cuando hay que dar la cara no están.

S. No tengo queja.

– Es un sector femenino. ¿Cómo influye esto?

V. Son madres solteras, con el marido en el paro, etc. Tienen mucha necesidad económica y aguantan en el trabajo lo que sea.

– ¿Tenéis secuelas, físicas y/o psicológicas, como muchas compañeras de profesión?

V. De momento solo musculares.

S. Sí, cervicales, dos hernias de disco.

– ¿Cómo afecta el trabajo a la vida diaria, familia, etc.?

V. No se pueden hacer planes, domingos y festivos trabajo. Cuando otros disfrutan, yo trabajo.

– Sois delegadas de personal. ¿Por qué estáis en un sindicato?

V. El sindicato es mi respaldo y donde me dan orientacion,tengo mucho que aprender.

S. En el sindicato tengo el apoyo que mis compañeras no me dan por miedo.

– ¿Sirve la Inspección de Trabajo para poner multas a las empresas?

V. Para poner multas sí, pero me gustaría que sirviera para más.

– Sois un sector vital para el turismo pero no salís en ningún sitio. ¿Por qué?

V. Somos las que limpian, las invisibles, las prudentes y productivas… nos quitan la personalidad al entrar.

– ¿Cres que vuestro trabajo no se valora?

V. Cada vez menos, y tampoco les interesa, les va muy bien a nuestra costa.

– ¿Cómo veis que después de tanto tiempo siendo ‘inivisibles’ ahora salgáis en los medios de comunicación y en las redes sociales?

V. Bien, paso a paso nos tenemos que dar a conocer, hay poca concienciación de nuestra precariedad.

– ¿Qué esperais?

V. Voy a ser breve, solo pido trabajar dignamente para vivir.

Las camareras de piso, concentradas a las puertas del ayuntamiento de Sevilla. FOTO: La Giganta.
Punto de inflexión

El punto de inflexión, a peor, llegó con la reforma laboral de 2012. Con el objetivo declarado de atajar la ‘crisis’, el Gobierno de Rajoy dio carta blanca para que las empresas pudieran despedir pagando 20 días por año y a continuación empezaran a subcontratar servicios. En el caso de los hoteles, la externalización ha sido la norma y desde entonces se ha reducido un 40 por ciento el salario de las camareras de piso. Mientras, no han dejado de aumentar los beneficios de las grandes cadenas hoteleras en un país al que le gusta mirarse como potencia turística.
El último Convenio Laboral de ámbito estatal para el sector de la hostelería, en vigor hasta 2019, encuadra a las camareras de piso en la cuarta categoría profesional de las posibles. Los distintos convenios sectoriales y autonómicos establecen una retribución inicial que en la mayoría de los casos supera los 1.200 euros brutos al mes. En la práctica, las empresas multiservicios aprovechan la reforma laboral para aplicar convenios propios de empresa . Y de paso bajar drásticamente las remuneraciones y la categoría. Lo hacen acogiéndose al convenio de limpieza y no al de hostelería (que sí están obligadas a aplicar las ETTs o Empresas de Trabajo Temporal).
Así, los nuevos convenios ligados a la externalización suelen pagar por cama hecha, bajo los denominados objetivos de productividad. De 15 a 20 habitaciones de media por una jornada de seis horas. A lo que se unen horas extras y festivos sin remunerar, ni pluses, pérdida de antigüedad, cotizaciones más bajas a la Seguridad Social, con reflejo en las prestaciones y en la pensión futura. Y en la salud del colectivo, abrumadoramente femenino. Las camareras de piso conviven con problemas de espalda, tendinitis, desgaste cartílago, artrosis, ciática, lumbago, síndrome del túnel carpiano y muchos dolores, estrés y ansiedad. Sin embargo, no cuentan con enfermedad profesional reconocida y la mutua de turno se resiste a darles la baja laboral, achacando los dolores a la edad, los nervios o enfermedades hereditarias.
Este es el panorama generalizado para las camareras de piso, que se hace más sombrío en los hoteles con representación sindical escasa.  La Audiencia Nacional ha anulado ya 43 convenios denunciados por los sindicatos. En Sevilla, la Inspección de Trabajo ha multado a la empresa multiservicios Externa Team por contratos abusivos: 2,6 millones de euros por 275 camareras de piso con contratos falsos de formación en cuatro hoteles desde 2013.

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