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11 octubre 2021  |  Por La Giganta Digital

Salud mental y mujeres: lo que no se cuenta

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Las desigualdades y discriminaciones que viven las personas pueden tener consecuencias en su salud mental. Es decir, «no todas las personas partimos de la misma casilla de salida. Dependiendo de dónde nazcas, con qué cuerpo, y en qué entorno, tendrás más o menos oportunidades, y las discriminaciones que sufras serán diferentes”, según Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España.

Ser mujer es un factor de riesgo. En España, los problemas de salud mental son más comunes en las mujeres (14,1%) que en los hombres (7,2%), debido a factores sociales, económicos y ambientales que afectan de forma distinta a unas y otros. El 10,7% de la población consume tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir (13,9% mujeres y 7,4% hombres). Son datos del Informe sobre el estado de los derechos humanos en salud mental 2020, editado por la confederación.

Además, las personas con ingresos bajos tienen hasta 3 veces más probabilidades de sufrir depresión o ansiedad que las personas con ingresos altos. Cuanto más baja es la clase social a la que pertenece un niño o niña, mayor es el porcentaje de trastorno mental. Mientras que el 53% de la población trabajadora percibe que su salud general ha empeorado con respecto al inicio de la pandemia, el porcentaje sube 10 puntos entre quienes no cubren las necesidades básicas con sus salarios. Y hasta el 80% de personas afectadas por su hipoteca, por la pérdida del piso por impago de alquiler, presentan problemas de salud mental.

Tener un rendimiento educativo más bajo también se ha asociado con problemas de salud mental en la edad adulta. Las personas con niveles educativos superiores, universitarios, refieren mejor estado de salud, incluyendo la salud mental, que aquellas con niveles educativos inferiores (Primaria y Secundaria) o incompletos.

Incluso el lugar en el que vivimos puede afectar a nuestra salud mental. En los entornos urbanos hay mayor prevalencia de depresión, que puede tener que ver con el aislamiento o la hostilidad de las ciudades. La presencia de espacios verdes en las ciudades se relaciona con mejores niveles de salud mental en la población.

También las personas racializadas se enfrentan a discriminaciones en múltiples ámbitos (social, laboral, de acceso a la vivienda, educativa, sanitaria, situaciones de violencia, etc), y esto puede tener consecuencias en su salud mental. Por su parte, las personas refugiadas y los y las menores no acompañados, sufren altos niveles de estrés, miedo, preocupación y angustia.

Y, por supuesto, las personas con discapacidad psicosocial se enfrentan a sus propias discriminaciones. Su tasa de empleo sigue siendo la más baja de toda la discapacidad, un 16%. El acceso a la justicia en igualdad de condiciones sigue sin estar garantizado y los derechos humanos se vulneran cada día en hospitales de nuestro país a través de prácticas, mal llamadas “terapéuticas”, como las contenciones mecánicas. Entre el 75% y el 95% de las personas con trastornos mentales en los países de ingresos bajos y medianos no pueden acceder a los servicios de salud mental. Así, muchas personas con problemas de salud mental no reciben la atención a la que tienen derecho.

La edad es otro factor que se debe tener en cuenta. El 35% de las personas mayores se sienten solas. En el otro extremo de la tabla demográfica, la infancia es vulnerable en otros sentidos, como los abusos sexuales. Entre un 10 y un 20% de los niños y niñas los sufren, con las consecuencias que esto puede tener en su futuro.

“¿Cómo podemos haber normalizado que casi el 11% de la población española consuma tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir? ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo para que no nos escandalicemos ante estos datos, para que lo asumamos como algo `normal´? Que sea habitual, no quiere decir que deba ser así, ni que debamos conformarnos”, asegura el presidente de Salud Mental España.

Lo que no se cuenta, pero está ahí

Según un estudio científico del Imperial College de Londres y la KU Leuven de Bélgica, publicado en la revista ‘American Journal of Obstetrics and Gynecology’, una de cada seis mujeres que han tenido un aborto espontáneo o un embarazo ectópico experimenta estrés postraumático a largo plazo. El impacto psicológico de la pérdida de embarazo es muy profundo, por lo que reclaman medidas urgentes en la atención que reciben las mujeres después de una pérdida de embarazo en etapa temprana.

Uno de los investigadores del estudio, Tom Bourne, señala que “la pérdida del embarazo afecta a una de cada dos mujeres, y para muchas será el evento más traumático en su vida. Esta investigación sugiere que la pérdida de un hijo deseado puede dejar un legado duradero y provocar que una mujer siga sufriendo estrés postraumático casi un año después de la pérdida de su embarazo”.

La importancia de la psicología perinatal

La psicóloga y escritora Sabina del Río pone el foco en la salud mental materno infantil al afirmar que cuidar la salud mental de la madre incide directamente en la del bebé. Por ello, esta autora señala que la prevención y detección precoz son esenciales para que la mujer viva su maternidad de un modo tranquilo y que los problemas no lleguen a afectar a la salud de su bebé. Si los eventuales problemas que puedan surgir se detectan y tratan en cuanto surgen, “con unas mínimas sesiones o un poco de acompañamiento o asesoramiento muchas veces es suficiente”.

La psicología perinatal se ocupa del estudio de todos los aspectos emocionales y psicológicos durante el periodo perinatal, abarcando desde el momento en el que una mujer y su pareja quieren convertirse en madre y padre, hasta el primer tiempo de la crianza de su bebé. De este modo, se centra en el tratamiento de todas las dificultades asociadas a este periodo: infertilidad, sintomatología ansioso-depresiva durante el embarazo, parto y puerperio, muerte gestacional y/o neonatal, parejas con hijos o hijas prematuros/as o con necesidades hospitalarias y algunos problemas con la crianza de 0 a 3 años.

Los efectos psicológicos de la violencia de género

El colectivo de profesionales de la Enfermería ha llamado la atención sobre un problema que ya se ha venido denunciando en informes de años anteriores y es que las víctimas de violencia machista se encuentran altamente expuestas a desarrollar problemas de salud mental por efecto del maltrato sufrido.

Alrededor del 80% de las mujeres con problemas de salud mental (discapacidad psicosocial) que ha estado en pareja ha sufrido violencia psicológica, física o sexual en algún momento de su vida adulta, pero el 42% de estas mujeres no la identifica como tal. El análisis realizado por la Federación de Euskadi de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEDEAFES) confirma la incidencia de los factores sociales y estructurales en el incremento de la vulnerabilidad frente a la violencia de las mujeres con trastornos mentales. Así, se destaca que el estigma del trastorno mental provoca soledad, aislamiento y menor credibilidad.

También es importante señalar el problema de los abusos sexuales y otras formas de violencia en lugares de custodia de personas con problemas de salud mental. La propensión a la violencia es mayor en sistemas cerrados, jerarquizados y lejos de la mirada pública. El silencio se impone o autoimpone en estos contextos por miedo a las represalias, la falta de protocolos que garanticen el acceso a la justicia y las barreras que se alzan por la falta de recursos de apoyo adecuados.

En su informe de 2008, el Relator Especial sobre la cuestión de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes expuso esta realidad al denunciar que “dentro de las instituciones, las personas con discapacidad pueden verse expuestas a la violencia ejercida por otros pacientes o internos, así como por el personal de la institución”. Subraya, no obstante, que “la violación bajo custodia constituye tortura cuando es infligida por funcionarios públicos, a instigación suya o con su consentimiento o aquiescencia, incluidos los funcionarios que trabajan en los hospitales, las instituciones de atención sanitaria y otras instituciones semejantes”. Por lo tanto, los Estados, en cumplimiento del artículo 16 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, “tienen la obligación de adoptar todas las medidas que sean pertinentes para impedir cualquier forma de explotación, violencia y abuso, y proteger a las personas con discapacidad de estos actos, tanto en el seno del hogar como fuera de él, incluidos los aspectos relativos a su género, y de investigar y perseguir a los responsables”.

El Relator Especial señala, además, que tener “marcos legislativos y prácticas discriminatorias tales como leyes que les priven de su capacidad jurídica, o que no les aseguren un acceso equitativo a la justicia” constituye uno de los múltiples modos de “consentir la violencia contra las personas con discapacidad”, “lo cual da lugar a la impunidad de esos actos de violencia”.

Otra cuestión importante es el sesgo de género del sistema sanitario. Según el estudio ‘La salud pública desde la perspectiva de género y clase social’, las mujeres, la población de menor nivel socioeconómico o las áreas con mayor privación material, presentan unos indicadores de salud que denotan una peor situación. Sin embargo, el sistema de salud adolece del mismo enfoque androcéntrico de la sociedad en la que está inserto y genera un sesgo en profesionales de la salud, cuando son mujeres las que llegan a sus consultas médicas y, si además se trata de salud mental, el problema se multiplica en un contexto de coerción en donde el género adopta una dimensión mayor. La doctora Aurora Rovira, en su artículo ‘La ciencia y la práctica médica, un reflejo de la sociedad patriarcal’, afirma que, a pesar del predominio de las mujeres en el ejercicio de la Medicina, la práctica médica todavía es androcéntrica y patriarcal porque las personas que forman parte de esta profesión están socializadas y formadas en ese contexto.

Violencia en el hogar durante el confinamiento

La Red Estatal de Mujeres de Salud Mental España, corrobora el diferente impacto de la pandemia en mujeres y hombres y es importante tener presente, en todo momento, que esta situación implica un exacerbamiento de desigualdades que se ven incrementadas si se tiene un problema de salud mental. “La desinformación y la falta de conocimiento sobre la salud mental y los diferentes problemas que esta puede conllevar, provocan que en muchas ocasiones la sociedad nos discrimine y rechace. Este hecho tiene un impacto mayor en los grupos de personas en situación de más vulnerabilidad, como somos las mujeres en general y las mujeres con problemas de salud mental en particular”, en palabras de Elena Briongos.

Las mujeres con problemas de salud mental se encuentran más expuestas en caso de sufrir violencia de género y otras formas de violencia en sus familias. “Esto es así, debido al incremento de las tensiones en los lugares en los que se está viviendo este periodo de cuarentena y al debilitamiento de los sistemas de protección y estructuras comunitarias como consecuencia de los efectos de la pandemia”, según María Isabel García Peña.

Reivindicaciones del movimiento asociativo

Ante esta situación, y bajo el lema `Salud mental un derecho necesario. Mañana puedes ser tú´, el movimiento asociativo de SALUD MENTAL ESPAÑA realiza distintas reivindicaciones para frenar estas desigualdades estructurales que existen en nuestro país y que afectan a la salud mental de la población.

La Confederación propone poner en marcha acciones y destinar recursos para paliar la desigualdad económica causante de problemas de salud mental, con especial atención a los colectivos más vulnerables, como los y las menores o las personas sin hogar.

Respecto a la desigualdad que se da a nivel geográfico, reivindica dotar al ámbito rural de los recursos de salud mental adecuados y necesarios, en igualdad de condiciones con el ámbito urbano. También es necesario fomentar las relaciones en comunidad en las ciudades y reducir el aislamiento social.

La disminución de la desigualdad por sexo pasa por incorporar la perspectiva de género en el abordaje a la salud mental e impulsar políticas que reduzcan las desigualdades económicas, sociales o familiares, causantes de malestar psíquico en las mujeres. También pasa por implementar recursos específicos de atención a las mujeres con problemas de salud mental víctimas de violencia machista.

Es necesario, además, realizar campañas de concienciación en salud mental dirigidas específicamente a población infanto-juvenil y dedicar los recursos necesarios a trabajar la prevención de problemas de salud mental entre las personas más jóvenes. Fomentar un estado del bienestar en el que las personas mayores se sientan acompañadas y disminuya su sensación de soledad podría mejorar también su salud mental.

En el ámbito educativo, es fundamental trabajar en la prevención, sensibilización y promoción de la salud mental, fomentando la educación inclusiva.

La prevención y educación es también la clave para paliar la desigualdad por racismo.  En personas refugiadas, migrantes, solicitantes de asilo o menores no acompañados/as, es necesario evaluar sus necesidades de salud mental y formar a profesionales que atiendan de forma multidisciplinar las necesidades de este colectivo.

Por último, la reducción de la desigualdad por discapacidad psicosocial pasa, entre otras muchas cosas, por aumentar la inversión pública para fomentar la atención comunitaria y crear un verdadero espacio socio-sanitario cuyo objetivo sea integrar los diferentes recursos y dispositivos sociales y sanitarios, situando a la persona en el centro de cualquier intervención.

Plan de Acción 2021-2024 de Salud Mental 

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha anunciado ya la puesta en marcha en las próximas semanas de un teléfono de atención a la conducta suicida, público y gratuito, atendido por profesionales. El teléfono forma parte de una serie de acciones que recoge el Plan de Acción 2021-2024 en Salud Mental, que contará con una dotación presupuestaria de 100 millones de euros. Sánchez ha anunciado que, entre otras medidas, este plan impulsará la formación sanitaria en salud mental, lanzará una campaña para visibilizar los problemas de salud mental, y se incorporará la especialidad de psiquiatría infantil a la formación sanitaria especializada, sumando estas plazas a las ya ofertadas anteriormente.

Manifiesto del Día Mundial de la Salud Mental 2021

https://www.juntadeandalucia.es/temas/salud/servicios/salud-mental.html

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