Para todas las personas con los oídos abiertos a lo que se mueve actualmente en el mundo del flamenco, el nombre de Rocío Márquez (Huelva, 29 de septiembre de 1985) no ha pasado desapercibido. Y es que esta onubense, a punto de cumplir sus 34 años, va camino de convertirse en la voz femenina más importante del universo flamenco. Y todo ello por derecho propio. Nadie le ha regalado nada y, al punto en el que se encuentra en estos momentos, ha llegado, resulta más que evidente, por méritos propios, por su inmensa capacidad de trabajo, por sus cualidades naturales y por sus modos y maneras, rebosantes de elegancia y de saber ser y estar. Y por su talento. Pues esta mujer atesora cantidades ingentes de talento.
TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta).
Rocío empezó desde muy pequeñita a tomar clases en la peña flamenca de Huelva. Imagino que de casta le viene al galgo y que en su casa el flamenco formaría parte consustancial del adn cultural. Pues no se me ocurre otra explicación para que una niña de tan corta edad se interese hasta tal punto por un arte de las características del flamenco. Sea como fuere, en esos primeros años, Rocío va aprendiendo, estudiando y trabajando, pasito a pasito, duramente, sin prisas pero sin pausa. Y en 2008, con 22 años, llega la recompensa a todas esas horas de esfuerzo y dedicación: en el mes de agosto se alza con la “Lámpara minera”, el primer premio en el Festival Internacional del Cante de las Minas, en la localidad murciana de La Unión. Además, en la misma edición, consigue otros dos importantes galardones: el de tarantas, fandangos mineros y levantiscas y el de cantes abandolaos, por verdiales. Todo ello le supone, además del prestigio de conseguir un premio que ya habían conseguido otros grandes del flamenco, como Luis de Córdoba, Curro Piñana o Miguel Poveda, una importantísima cantidad de dinero. No es extraño, pues, que Rocío Márquez, al saberse ganadora del Festival murciano, declarara, visiblemente emocionada: «esto es lo más bonito que me ha pasado en la vida».
Algunos meses después de su triunfo en La Unión, se edita su primer trabajo discográfico: un dvd que recoge una actuación de la joven cantaora celebrada en Sevilla, titulado Aquí y ahora (El séptimo sello, 2009). La edición de este primer trabajo ya nos advierte de que estamos ante una artista a la que no le van las cosas sencillas, pues es muy poco común que alguien se estrene con un dvd en vez de con un cd. En el concierto que recoge el dvd, Rocío interpreta diez temas, donde la variedad y la exquisitez son la marca de la casa: soleares, granainas, peteneras, tarantas, serrana y jabegote, fandangos de Huelva, alegrías, una copla por bulerías, tangos y una canción medieval. Un trabajo que asombra por su perfección técnica y por su belleza estética y que ya nos advierte de que estamos ante una artista fuera de lo común.
En 2012 se publica el primer disco propiamente dicho de la cantaora de Huelva. Se titula Claridad y lo publica Universal Music. Se hace acompañar a la guitarra por Alfredo Lagos (en casi todo el disco) y por Guillermo Guillén (en un tema) y a los vientos por el grandísimo Jorge Pardo. Entre las nueve composiciones que forman el disco encontramos fandangos de Alosno, tangos, bulerías, romance, seguiriya, tango-tanguillo-guajira, taranta de Linares, entre otras muchas cosas. En este trabajo ya se adivina todo lo que está por llegar en los próximos años.
En 2014 se edita El niño (Universal Music), un disco en el que Rocío rinde homenaje, a través de 17 cantes, a uno de sus artistas de cabecera, y una de sus grandes influencias: Pepe Marchena. Y lo hace desde el respeto y el cariño, pero también desde la visión personal de una artista única. De la producción se encarga Raúl Fernández, que ya había trabajado con otra gente más o menos similar a Rocío, como pudieran ser Kiko Veneno o Silvia Pérez Cruz. Y además en uno de los cortes colabora el ínclito y heterodoxo Niño de Elche.
Tras su homenaje particular a Marchena, habría que esperar tres años para la aparición de su nuevo disco. Se llamó Firmamento y supuso el principio de una nueva etapa. Firmamento es, como decimos, un cambio en las maneras de entender el flamenco por parte de su autora. Las letras de las canciones pertenecen a destacadas figuras femeninas: María Salgado, Christina Rosenvinge, Teresa de Jesús, la propia Rocío y a la poeta anarquista Isabel Escudero, compañera del siempre recordado Agustín García Calvo, que nos dejo precisamente en marzo de 2017. En Firmamento el componente sociopolítico empieza a tener un peso específico en la obra de la cantaora del que carecía hasta ahora. Rocío deja de preocuparse por si pierde al público más o menos purista (¿aún existe tal cosa?) que pudiera seguirla hasta la fecha y decide hacer lo que le pide el cuerpo y lo que le pide el cuerpo es denunciar las aberraciones contra el medio ambiente y la violencia contra las mujeres, entre otros muchos temas que ponen de manifiesto su honda sensibilidad femenina y feminista. También en lo musical hay un cambio importante. Sin abandonar el flamenco, se introducen estructuras cercanas al jazz, a la música contemporánea, a otras músicas de raíz folk o incluso al pop. Rocío explicaba así su trabajo junto a los músicos de Proyecto Lorca:
Los timbres del saxo (Juan Jiménez), la percusión (Antonio Moreno) y el piano (Dani B. Marente) me llevaban a un terreno desconocido y cómodo al mismo tiempo. Me invitaban a componer nuevas estructuras, a revisitar palos clásicos desde sonoridades diferentes y a comenzar una búsqueda de letras más cercanas a mí.
En 2018 se edita Diálogos de nuevos y viejos sones (Alqhai & Alqhai) un trabajo donde la cantaora da un paso más hacia adelante en su particular manera de entender la música, en general, y el flamenco, en particular. Apoyada por los músicos Fahmi Alqhai, que toca la viola de gamba, y por Agustín Diassera, que se encarga de las percusiones, la voz de la cantaora une de forma absolutamente natural el flamenco y la música antigua.
Y así llegamos a este 2019, año de publicación del último trabajo discográfico hasta la fecha de Rocío Márquez: Visto en el Jueves (Universal Music), un disco que le está deparando a su autora toda clase de parabienes. Visto en el Jueves es una colección de cantes de diferentes orígenes: tango argentino, bolero, fandangos, canción de autor, y flamenco, por supuesto, unidos todos ellos por el hilo invisible de lo que le gusta a Rocío y ha sido encontrado en el mercadillo de El Jueves de Sevilla. En el nuevo trabajo la guitarra, tocada de manera magistral por Juan Antonio Suárez Cano, Canito, recupera el protagonismo que había perdido en sus dos obras anteriores, aunque también se escuchan percusiones, de las que se encarga, de nuevo, Agustín Diassera. Catorce temas entre los que destacan, en mi humilde opinión, tres momentos sobre todos los demás: la versión de “Se nos rompió el amor”, que popularizó Rocío Jurado, pero que muchos, entre los que me cuento, preferimos escuchar en las voces milenarias e hirientes de Fernanda y Bernarda de Utrera; el romance, al estilo de Marchena, “Llegar a la meta”, en que Rocío ha ensamblado dos poemas del poeta Antonio Orihuela, factótum de la poesía de la conciencia crítica y un referente estético y moral para muchos, entre los que me cuento; y la versión del poema de Miguel Hernández “Andaluces de Jaén”, con música del Paco Ibáñez, y con la compañía de la voz y la guitarra del maestro Kiko Veneno.
Hace unas semanas tuve ocasión de presenciar la conferencia que Rocío Márquez impartió en los encuentros poéticos Voces del Extremo, en Moguer. Allí, en el hermoso patio de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, en una cálida tarde repleta de magia y belleza, la cantaora habló, ante un público cómplice, de flamenco, pero también de poesía, de feminismo, de mujeres y de lucha. También cantó a capela “Llegar a la meta”, de una manera sublime, dejándonos la sensación de que asistíamos a un momento único. Además, durante este verano Rocío ha compartido escenario con Jorge Drexler, dejando patente que ambos poseen sensibilidad y emoción a raudales y que ambos habitan espacios similares, aunque sean estilos diferentes.
Si nada lo impide, Rocío Márquez tendrá una carrera artística plena y plagada de éxitos, porque, estoy seguro, esto no ha hecho más que empezar. Su inteligencia, su sencillez, su heterodoxia, su libertad creativa, su militancia feminista y política, y su manera de entender este arte milenario que es el flamenco, así lo auguran. Rocío lo tiene todo para convertirse en una de las grandes figuras no solo del flamenco, que ya lo es, sino de la música en general. Tiempo al tiempo. Pero creo que no me voy a equivocar.
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