TEXTO: Familiares de internas del centro penitenciario de mujeres de Alcalá de Guadaira, Sevilla.
Las funcionarias y funcionarios de la prisión de Alcalá de Guadaira no disponen de mascarillas de protección para minimizar el riesgo de contagio del coronavirus COVID-19. Esto está confirmado al menos hasta el día 26 de marzo del año 2020.
Ante el estado de alarma dictado por el Gobierno de la nación con una orden de confinamiento domiciliario para evitar el contagio masivo de la población, en materia penitenciaria se han adoptado medidas como supresión de visitas de abogados y familiares, así como los vis a vis o envío de ropa desde el exterior, etc., tratando así de cumplir con la orden del Gobierno para evitar en lo posible el riesgo de contagio en lugares con aglomeraciones de personas como lo son las prisiones.
Estas duras medidas de prevención, tanto para las internas como para sus familiares, se tornan absolutamente en ineficaces ya que las personas que entran y salen del centro como funcionarios y proveedores, lo hacen sin protección alguna, sin mascarillas, tornando a estas personas en potenciales transmisores de la enfermedad y, como consecuencia, a la población reclusa en potenciales víctimas ya no del virus, sino de la irresponsabilidad y la negligencia de las personas que correspondan.
Esta situación afecta sobre todo a doce mujeres del centro penitenciario de mujeres de Alcalá de Guadaira que, estando cumpliendo condena en régimen de tercer grado, lejos de haberlas enviado a sus domicilios particulares para cumplir la cuarentena según recomendación del Ministro del Interior Grande Marlasca para los reclusos en tercer grado, la dirección del centro penitenciario referido ha optado por dejar a estas mujeres confinadas en el mismo centro, anulando de este modo su derecho a salir todos los fines de semana y diez días al mes, con las negativas repercusiones que ello implica para ellas y para sus familias; además del agravio comparativo que se produce respecto a otros centros penitenciarios que “SÍ” han dejado que sus reclusos en tercer grado puedan cumplir la cuarentena en sus respectivos domicilios.
Y estas doce mujeres son especialmente vulnerables, ya que ellas siguen con su rutina interna de trabajo como limpieza de estancias, baños, oficinas, carga y descarga y almacenamiento de alimentación y productos de limpieza, etc. y la consiguiente aproximación física que inevitablemente se produce entre estas mujeres y las personas que entran y salen del centro.
Preguntas generadoras de inquietud, impotencia y desazón:
- ¿Cómo pueden comunicarse las internas con sus familias y/o abogados si no disponen de dinero?
- ¿Cuándo se repararán las cabinas telefónicas?
- ¿Qué ropa van a recibir las internas si los familiares no pueden enviar nada desde el exterior, ni tan siquiera dinero a no ser que se tenga cuenta bancaria?
- ¿Habrá algún tipo de compensación para estas doce mujeres en caso de que se siga vulnerando su derecho a pasar la mitad del tiempo de cada mes en sus hogares?
Informe de APDHA sobre situación de las mujeres presas
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