site logo
  • Está pasando
  • Luchadoras
  • Memoria
  • Opinión
  • Somos
  • La Giganta en acción
  • Contacto
  • ¿Nos apoyas?
Página principal > Está pasando > Octavio Salazar: "Ser feminista te obliga a pasar a la acción"
9 enero 2019  |  Por Nale Ontiveros

Octavio Salazar: «Ser feminista te obliga a pasar a la acción»

Octavio_salazar
Octavio Salazar es un hombre feminista. Desde su cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba y sus frecuentes artículos en diversos medios de comunicación, su mirada feminista reclama la igualdad real entre hombres y mujeres.

Octavio Salazar es autor de varios libros, donde aboga por construir una nueva sociedad, en la que los hombres puedan desarrollar una nueva masculinidad. Existe una necesidad real de deconstruir las masculinidades tóxicas, para transformarse en un nuevo hombre igualitario. Dos de sus últimas obras Autorretrato de un macho disidente y El Hombre que no deberíamos ser han estado en las listas de los libros feministas más vendidos del 2018. Seguramente, son unas magníficas herramientas para mostrar a los hombres que una nueva masculinidad no sólo es deseable, sino imprescindible. Su contribución al feminismo es muy importante, y más en un año en el que se vienen sucediendo, desde la Huelga feminista del 8M, movimientos de reacción patriarcal sin precedentes. Este 2019 acaba de publicar su último libro, La Gestación para otros, donde analiza el papel de las nuevas tecnologías reproductivas y la alianza del capitalismo y el patriarcado, en contra de las mujeres.

Nos encontramos en la sede de la UPO en Carmona, en un seminario. Hablar con Octavio es muy enriquecedor a la par que esperanzador. Gracias a sus trabajos, muchos compañeros empiezan a comprender el feminismo y comienzan a acompañarnos en la lucha por la igualdad.

–¿Qué puede aportar un hombre a la lucha contra la cosificación del cuerpo de las mujeres?

–Entiendo que todos los debates que ahora mismo hay abiertos sobre el cuerpo de las mujeres hay que situarlos en ese esquema patriarcal, que supone que los hombres estamos siempre en una posición de dominio, e incluso de control, con respecto al cuerpo, la sexualidad y la vida de las mujeres. Es imposible analizar y, por supuesto, encontrar soluciones a problemas como el acoso, violaciones, delitos sexuales o violencia de género, si no ponemos el foco en el sujeto que provoca todo ese tipo de comportamientos discriminatorios y lesivos de la dignidad de las mujeres. Entiendo también que, en debates como el de la prostitución, no llegaremos a ningún tipo de acuerdo si no ponemos el foco en que la prostitución existe, justamente, porque existen hombres que tienen normalizado e institucionalizado el acceso al cuerpo de las mujeres a cambio de dinero. Todo esto forma parte de un modelo patriarcal donde nosotros, los hombres, seguimos siendo los privilegiados. El feminismo es una crítica hacia esos privilegios de los que disfrutan los hombres. Por eso creo que el trabajo político también debería estar enfocado en este aspecto de dominio masculino, en favor de la igualdad.

Octavio Salazar. / FOTOS: Nale Ontiveros.

–¿Qué tipo de masculinidad crea el patriarcado y cuál es la masculinidad por la que tú abogas?

–El patriarcado crea una masculinidad que está obligada, permanentemente, primero a demostrar que somos “hombres de verdad” y que cumplimos con unas expectativas de género. La masculinidad es una permanente puesta en escena donde demostrar que somos “tíos de verdad”. O sea, ser competitivo, ambicioso, tener éxito en lo público, ser incluso a veces agresivo o violento y un conquistador sexual. Ser depredador sexual también forma parte del discurso hegemónico de masculinidad. Eso conforma lo que yo llamo una mochila que todos los hombres llevamos a cuestas desde que nacemos, que nos lanza el mensaje de que hemos de comportarnos “como un machote”. Se lanza una idea de masculinidad entendida como “macho dominante”.

Frente a este modelo, habría que buscar una masculinidad que suponga reconciliarnos con nuestra propia humanidad. Es decir, reconciliarnos con nuestra dimensión más vulnerable, más frágil, más emocional. No tener que proyectarnos solo en lo público sino vivir también lo privado como un espacio nuestro donde poder realizarnos. Establecer relaciones más empáticas, menos competitivas con nuestros iguales y, por supuesto, con las mujeres en igualdad. Habría que darle la vuelta por completo a los esquemas dominantes durante siglos, que son los que casan completamente con el modelo económico neoliberal, en donde los referentes son sujetos competitivos, agresivos y que son los que triunfan.

«El Derecho es una estructura patriarcal y muy resistente a los cambios, es un mundo muy conservador y reaccionario»

–Has escrito un libro Memorias de un macho disidente. ¿Cómo llega Octavio Salazar a la conclusión de que esa masculinidad que le llega como un traje impuesto, se tiene que deshacer de él, para convertirse en un hombre feminista?

–Bueno, no hay una sola respuesta. Hay muchas experiencias vitales. El hecho de que en mi vida haya habido muchas mujeres feministas ha sido clave. Mujeres que ni siquiera sabían lo que era el feminismo o que se pudieran calificar a sí mismas como feministas. Mujeres de mi familia, como mis abuelas que, con sus comportamientos y sus prácticas, me lanzaban determinados mensajes. Luego, de mayor, descubrí que yo quería parecerme más a mis abuelas que a mis abuelos, porque el modelo que veía en mis abuelos no me gustaba y, sin embargo, el de mis abuelas sí. En mi vida intelectual y profesional, me he encontrado con mujeres que han sido clave para mostrarme los mensajes feministas. Carmen Calvo fue mi profesora de Derecho Político en la facultad de Derecho de Córdoba y fue como una ventana que se abría completamente. Con posterioridad llegaron experiencias más personales como la paternidad. El ser padre me rompió esquemas y me di cuenta de mi vulnerabilidad y fragilidad. Quise ser un padre responsable y presente y comprendí la cantidad de dudas que me hacían sentir incapaz de gestionar todo aquello. Tenía que despojarme de esa idea preconcebida y de lastres que yo tenía acumulados. Ha sido una mezcla de experiencias que he vivido. En mi vida profesional comencé a trabajar en igualdad de género; y llegó un momento en que me planteé qué pasaba con los hombres, qué papel jugamos en la desigualdad. De ahí que enfoque mis trabajos en las masculinidades.

–¿Cuántas patas sostienen el modelo patriarcal y cómo podemos deconstruirlo?

–Pues entiendo que, por mucho que se hagan transformaciones personales, necesitamos de medidas políticas. El feminismo dice que lo personal es político. Es una cuestión de poder, por lo que hasta que no hagamos cambios políticos de hondura, difícilmente vamos a acabar con el patriarcado.  Hablo de poder político, poder económico, poder mediático, e incluso el poder tecnológico. En mi intervención hablo de eso, de las nuevas posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, pero hay que reflexionar sobre quién domina estas nuevas tecnologías. Hoy por hoy es un poder masculino, cuyo núcleo duro está en manos de hombres. Las mujeres no están ahí. Si vas a una facultad de ingeniería informática, la mayoría son alumnos, que son los que luego estarán en posiciones de poder y privilegio económico. Hay que cambiar las reglas del juego. Y, aunque haya que realizar esfuerzos personales individuales en paralelo, hay que cambiar las estructuras políticas. Partidos políticos con estructuras androcéntricas. También transformar las instituciones, como el Derecho, como podemos comprobar con las últimas sentencias jurídicas. El Derecho es una estructura patriarcal y muy resistente a los cambios, es un mundo muy conservador y reaccionario.

«La idea de la paridad debería ser un principio estructural del sistema y proyectarse en todas las instituciones»

–La Constitución española es patriarcal y machista. ¿No deberíamos apuntalar los derechos de las mujeres?

–Lo primero que deberíamos hacer es incluir a las mujeres en la Constitución. Tanto en el sujeto político como ciudadanas de pleno derecho, también en el lenguaje, que es androcéntrico, patriarcal y exclusivo, como en la parte central de la Constitución: los derechos y libertades de los ciudadanos. Habría que darle una vuelta a todas esas realidades que demandan nuevos derechos y que la Constitución no contempla. Empezando por los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a una vida libre de violencia, la corresponsabilidad de los cuidados en la vida privada… Debería ser una parte fundamental del pacto de convivencia. También el modelo de educación, que debería ser un sistema coeducativo, para evitar lo que ha pasado con la LOMCE o con la última sentencia del Tribunal Constitucional. En un modelo democrático, es fundamental que se eduque en igualdad y creo que debería reflejarlo la Constitución. La igualdad debería recorrer de forma transversal todo el texto, algo que no hace. Las mujeres solo aparecen en la Constitución en el artículo relativo al matrimonio y en el artículo dedicado a la protección de las madres. Además, la idea de la paridad debería ser un principio estructural del sistema y proyectarse en todas las instituciones.

–Eres profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba, ¿Estás percibiendo algún cambio sobre la igualdad en estas nuevas generaciones de alumnas y alumnos?

–Hay una evolución última, ultimísima, que estoy detectando. Entre las alumnas, fruto de todo lo que está pasando en los movimientos feministas de estos últimos años, están tomando conciencia de que algo pasó con ellas y que es necesario que se produzcan cambios. Aunque no sean capaces de identificarse como feministas, sí que están tomando conciencia de que en la calle pueden pasarles cosas como violaciones o abusos. Sin embargo, a los alumnos les noto totalmente desubicados. No saben muy bien qué hacer en este nuevo contexto. Ellos ven que las chicas ocupan mucho espacio en carreras como Derecho, donde soy profesor. Que sacan, incluso, mejores calificaciones. Y eso les tiene descolocados. Al tener ellos los mismos referentes masculinos de siempre, no tienen dónde agarrarse en cuanto a la construcción de sus propias identidades masculinas.

Detecto este desfase entre la juventud, chicas más concienciadas en la igualdad y chicos más perdidos, con referencias masculinas más antiguas y “a la defensiva” ante las reivindicaciones feministas. Creo que una intervención en educación es imprescindible, en edades muy tempranas, porque considero que muchas de las cosas que están pasando viene de una pérdida de este modelo de masculinidad.

«El ser feminista te obliga a que, cada día, mandemos señales de que el feminismo se traduce en comportamientos. Hay que pasar a la acción»

–Tienes un hijo varón. La labor de cambio de modelo implica también a las familias. ¿Es posible educar desde otros modelos de masculinidades? ¿Podemos darles una nueva oportunidad a estos hijos educando en la igualdad?

–¡Claro! ¿Cómo construimos estas nuevas referencias? Por supuesto, socialmente se puede construir, por eso es necesario que haya personajes públicos que sirvan de nuevos referentes, que apuesten por el feminismo, que tengan un discurso feminista. Que veamos películas que cuenten otro tipo de historias diferentes al modelo tradicional. Y luego, en el entorno personal, es dónde se dan una serie de claves de comportamiento, no solo con el discurso, sino también con hábitos y actitudes.

Por ejemplo, a mi hijo no le doy el discurso, sino que él ve cómo actúo, cómo su madre y yo hemos tratado de negociar la relación, ahora en un nuevo contexto de divorcio, y él ha ido recibiendo esas claves, que entiendo que pueden ser una herramienta para construirse de otra manera. Estamos en un momento muy peligroso en el que muchas personas se suben al carro del feminismo, pero que en su vida diaria pueden no comportarse como tal y no transmitirlo.

Como profesor también me preocupo de cómo llegar a mi alumnado, más allá del discurso, con mi comportamiento. Traducirlo en actitudes diferentes. Hace poco me llegó una convocatoria a participar en un tribunal de fin de máster que versaba sobre Derechos Humanos y, al ver la composición exclusivamente masculina, me negué a participar. Le mandé una circular al presidente condicionando mi participación a la inclusión de alguna mujer en dicho tribunal. Al no variar dicha composición, no participé. Este hecho generó cierta incomodidad, pero considero que hay que ser coherente en los hechos. El ser feminista te obliga a que, cada día, mandemos señales de que el feminismo se traduce en comportamientos. Hay que pasar a la acción.

–A los políticos les cuesta declararse feministas. Tenemos el caso del Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, que se declara abiertamente feminista. En el caso español, a pesar de este nuevo Gobierno paritario, Pedro Sánchez no se declara feminista. ¿Hace falta que los hombres se pronuncien públicamente como feministas?

–Hace mucha falta que esos hombres que se sienten feministas se posicionen públicamente. Echo de menos que hombres que conozco, y sé que lo son, lo digan abiertamente. Ese es un problema clave. Hay miedo a que el feminismo se considere algo sectorial, que te etiquete en un espacio reducido de la sociedad. Y los hombres tienen ese prejuicio desde el desconocimiento de quedar encapsulados en el particularismo. Sin embargo, a mí me parece que el feminismo es una cuestión global. Desde el feminismo se tiene una visión global de todo, ya sea desde la economía, la enseñanza o el derecho, no hay otra propuesta tan global. De hecho, en mi ejercicio de oposición a mi cátedra, reivindicaba, no la perspectiva de género, sino la perspectiva feminista. El concepto género se ha utilizado, a veces, para esquivar el concepto feminismo.

Portada del libro ‘Autorretrato de un macho disidente’.
facebookCompartir
TwitterTweet
FollowFollow us
derecho Derechos Humanos feminismo Octavio Salazar
Noticia anteriorTodos los nombres: Ana Linero Pavón
Noticia siguienteVirginia Woolf, la luz de la vida

Comentarios: Sin respuestas

Participa: deja tu comentario Cancelar respuesta

(will not be shared)

Especial 8-M

Especial 8-M

Tu apoyo es importante

Especial Bebés Robados

Especial Bebés Robados

Entradas recientes

  • Una muestra del mejor cine feminista
  • El Festival de Sevilla abre una ventana internacional a la diversidad del talento andaluz
  • El Festival de Sevilla inaugurará su 19ª edición con ‘Los hijos de los otros’ de Rebeca Zlotowski
  • El Festival de Sevilla dedica el Día del Cine Español al presente y al legado de las mujeres cineastas
  • Visibilizando a la mujer en la medicina

Categorías

  • 25N
  • 8M
  • Agenda
  • Bebés robados
  • Caleidoscopio
  • Canal YouTube
  • Chicas salvajes
  • Comunicados
  • Crónica
  • Crónicas
  • Deporte
  • Destacados
  • Editorial
  • En pantalla
  • Está pasando
  • FLFS
  • FLS
  • Imprescindibles
  • La Giganta en acción
  • La Giganta en alerta
  • Luchadoras
  • Memoria
  • Opinión
  • Piqueta
  • Quiénes somos
  • Red Car
  • Reseñas
  • Salud
  • SEFF
  • Tribuna

Meta

  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org

Encuentra en La Giganta Digital

Publicaciones mes a mes

Temas

8M (19) 25N (7) Agenda (4) Bebés robados (12) Caleidoscopio (13) Canal YouTube (1) Chicas salvajes (10) Comunicados (5) Crónica (2) Crónicas (3) Deporte (4) Destacados (8) Editorial (10) En pantalla (1) Está pasando (422) FLFS (3) FLS (4) Imprescindibles (4) La Giganta en acción (2) La Giganta en alerta (41) Luchadoras (91) Memoria (171) Opinión (14) Piqueta (19) Quiénes somos (1) Red Car (2) Reseñas (15) Salud (2) SEFF (15) Tribuna (28)
CC - AVISO LEGAL - POLITICA DE PRIVACIDAD - COOKIES - ¿TE ANUNCIAS?