TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta). / ILUSTRACIÓN: Andrea Gestal González.
Nina Simone,
voz de terciopelo azul,
cántame otra vez tu canción,
tu canción negra,
tu canción hembra exuberante
de senos poderosos y pubis húmedo,
tu canción triste y blasfema
impregnada de fuego y magia,
tu canción hija bastarda
del África más profunda,
de los espíritus de tus antepasados
embriagados con el vino sagrado
de las uvas de la noche
regadas con la luz de la luna llena.
Cántame otra vez tus blues,
Nina Simone, con tu voz herida
por los excesos de la vida,
maldita vida,
tus blues hipnóticos,
drogados de melancolía,
banda sonora original de la pobreza,
de la miseria de mujeres y hombres,
hijas del dolor y el odio,
hijos de la discriminación y la humillación.
Cántame tus blues desesperados,
los que hablan de niñas ardiendo en iglesias,
quemadas por el desprecio irracional
de la locura pálida,
los que no olvidan el hambre atrasada de siglos,
los que gritan contra los amos
y sus deseos perversos,
los que trabajan de sol a sol
golpeados por el látigo
del negrero asesino,
los que beben el licor casero
que cura las llegas purulentas
de la libertad asediada.
Cántame tus poemas,
hechos de versos dolientes,
borrachos de ginebra,
fumadores empedernidos
a altas horas de la madrugada
y cuéntame qué es el amor,
mi querida dama shakesperiana,
escapada de un libro de Langston Hughes,
porque nadie nos explicó
que las reglas de este juego
serían tan complicadas.
Cuéntame que no existen los paraísos,
ningún tipo de paraíso,
ni siquiera los de Milton,
que todo es mentira,
que estamos solos
y siempre estaremos solos,
desde la primera lágrima
hasta el último suspiro,
Toca para mí tu lieder africano,
sediento y árido,
salvaje y ancestral,
rojizo como las arenas rojas del desierto,
y no dejes nunca de tocar,
bruja de los prodigios,
reina de las armonías,
curandera del dolor más íntimo
de las almas desconsoladas,
sacerdotisa de la belleza y la oscuridad,
dulce hada de las sustancias opiáceas.
Cántame tu canción,
negra princesa de North Carolina,
ahora y siempre,
con la voz eterna del tiempo,
bajo la lluvia y bajo la nieve,
en las madrugadas inhóspitas
de los días sin memoria
o en las tardes gozosas
del placer compartido.
Esparce tu embrujo,
hechicera del corazón de la noche,
sobre la inmensidad del tiempo
y cántame de nuevo tu canción,
tu canción desnuda, orgullosa,
altanera, deslumbrante, apasionada,
tu canción libre, Nina Simone,
libre como el agua de los ríos
libre como la lava volcánica,
libre como tu voz.
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