La exposición ‘La mujer en el anarquismo español’, que celebra el 80 aniversario de la asociación Mujeres Libres, ha pasado por Sevilla y nos ha dejado un rastro de nombres y vidas de mujeres anarquistas en los siglos XIX, XX y XXI. Entrevistamos a los historiadores Gloria Espigado y José Luis Gutiérrez, que inauguraron la muestra, organizada por CGT y el Ateneo Libertario Guillermina Rojas.
GLORIA ESPIGADO
Profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz, sitúa la figura de Guillermina Rojas en la primera etapa de este recorrido, la de las pioneras.
Para Gloria Espigado, esta exposición da visibilidad a la lucha social y política de las mujeres que lo que querían era justicia y equidad. Entendían que este cambio del mundo incluía cambiar la suerte de las mujeres en un sentido de justicia. También incluye un merecido homenaje a la figura de Guillermina Rojas, una pionera que arranca esta genealogía de mujeres que fueron germen y ejemplo para otras muchas que vinieron después.
– ¿Quiénes eran estas primeras mujeres anarquistas andaluzas?
Eran unas mujeres que obviamente la historia las ha oscurecido por dos razones que tienen que ver con el género y la clase. Eran mujeres que además pertenecían a unos niveles sociales propios de la clase trabajadora. En esos momentos la sociedad burguesa que ocupa el poder relega a un segundo plano todo lo que tenga que ver con el mundo obrero y también está forjando en esa época todo lo que tenga que ver con la feminidad acorde a sus supuestos ámbitos, el llamado “ángel del hogar”. Este prototipo de mujer virtuosa que desarrolla su actividad en el ámbito privado de la familia, que no transgrede las normas, que no ocupa los espacios públicos, que están reservados para el hombre, casa muy mal con el perfil de estas mujeres que estamos homenajeando estos días. Mujeres que se lanzaron al ámbito público como escritoras, para ganar la palabra, el derecho a escribir y que incluso desarrollaron un activismo político, cuando la política se concebía como una actividad eminentemente masculina. Lo que significaba a ojos de sus contemporáneos, transgredir la manera fundamental, las líneas rojas, de lo que significaba la feminidad y por supuesto entrando en un terreno muy peligroso. Estas mujeres también tenían en común que si se acercaban a ese espacio público, la política, era para luchar por ideales entre los cuales estaba subvertir la condición de su sexo, luchar por su emancipación.
– ¿Qué tenían en común estas mujeres con las que han venido después?
Lo que tenían en común es la lucha por un ideal social que igualara las condiciones de los hombres y de las mujeres en un sentido de justicia: igual educación, igual trabajo, igual oportunidad y representación política… Por eso luchaban, por conseguir su libertad y los derechos inherentes a la misma. Efectivamente, Guillermina no fue la única mujer. ¿Cómo lucharon? Escribiendo columnas en los periódicos, porque les unía la militancia republicana y luego dieron el paso hacia el internacionalismo. Aparte de escribir en la prensa sus ideales políticos, también organizaron manifestaciones en contra de las quintas, lo que entendemos ahora por el servicio militar, en contra de la esclavitud (movimiento abolicionista) y también organizaron asociaciones femeninas tanto dentro del movimiento republicano como del movimiento internacionalista. Guillermina, por ejemplo, creo el club republicano Mariana Pineda en Cádiz, que luego más tarde pasaría a formar parte de la Primera Internacional.
– ¿Por qué esa dificultad para seguir el rastro de Guillermina Rojas?
Por su condición social y de género. La historia en términos grandilocuentes no ha considerado hasta tiempos muy recientes que las mujeres forman parte de la historia y que dejan su huella en los acontecimientos. Por tanto, Gillermina como una mujer trabajadora con ideales tan subversivos en términos sociales y feministas, de género, no era un modelo que casara bien con esos ideales angelicales de la sociedad de su época. Por tanto, sufrió un proceso de oscurecimiento que afortunadamente tras arduo trabajo de rescate, poco a poco la historiografía de género que estamos haciendo en nuestro país está ayudando a desvelar y visibilizar y darle el relieve y protagonismo que se le esquivó en su momento. Por eso Guillermina es una figura que tiene muchas lagunas pero sabemos que desempeñó un papel fundamental para arrancar la lucha feminista de este país.
– ¿Cuál es la trayectoria de Guillermina?
Todavía es un personaje muy desconocido. Guillermina tiene orígenes claros. Nació en la isla de Tenerife en 1848. Llegó muy pequeña a Cádiz porque su familia emigró buscando nuevas oportunidades en el año 1854. Era de una familia trabajadora, su padre era zapatero y su madre costurera, pero ya hay algo que señala el interés de esta familia por algo distinto al interés de esa época, porque quieren que Guillermina estudie. Ella tenía hermanos, no hermanas… esto es algo muy excepcional, que a las niñas se les de estudios no solo elementales sino que se les proporcione la posibilidad de entrar en una carrera como la de magisterio, algo que hace Guillermina desde el 63 al 68. De manera que cuando ocurre la revolución del 68, que acaba con el reinado de Isabel II, ella se encuentra trabajando en una escuela municipal. A partir de ahí arranca su carrera política, en primer lugar en las filas del republicanismo en Cádiz y cuando Cádiz se le queda pequeña y como otras compañeras que hicieron lo mismo que ella, se marchó a Madrid y allí siguió con esas vinculaciones políticas avanzando hacia el internacionalismo, entrando en la corriente anarquista.
– ¿Qué momentos importantes conocemos que revelan cómo era Guillermina?
Hay un episodio muy interesante. Justo con 20 años termina su carrera y es contratada en una escuela pública municipal de la ciudad. Tiene un porvenir municipal bastante ilusionante para una mujer de aquel tiempo. Pero ¿qué pasaba con las escuelas municipales de entonces? Que estaban en principio a cargo en la sociedad de damas Sociedad Económica de Amigos del País, una sociedad burguesa que obligaban tener la educación de las niñas dentro de unos parámetros religiosos, conservadores y socialmente muy respetuosos con el orden establecido. Eso choca con la joven Guillermina, que violenta su concepción de lo que debe ser la educación de la mujer. Renuncia a ese cómodo destino laboral y se embarca en su propio proyecto de abrir una escuela de adultas en la ciudad. Intentaba recuperar al mundo letrado a las mujeres que parecían desahuciadas de la sociedad. Eso dice mucho de su compromiso.
– El club Mariana Pineda fue un paso más.
La educación la concibe como un paso para la actividad política de las mujeres. Las mujeres necesitan tener conocimientos para luego emplearlos en su actividad pública y es paralela a la creación de esa escuela con la formación de los clubs republicanos que se dan esa época y no solo en Cádiz. Allí se realiza bajo su presidencia con el nombre de Mariana Pineda que es un símbolo del compromiso de las mujeres que significa el sacrificio total. A partir de ahí realiza una labor muy importante de propaganda, de subir a la tribuna, de ser oradora, en el momento de la constitución del club pero en otros muchos momentos. Participaba en actividades en contra del servicio militar, contra la esclavitud, manifestaciones que en aquella época revolucionaria, muy esperanzadora desde el punto de vista del cambio social, se estaba desarrollando en el país. Esa asociación se organizó formalmente y bajo unos estatutos que hoy día guarda el archivo del Ayuntamiento gaditano.
Se va a Madrid para desarrollar su labor política. El club Mariana Pineda se queda en manos de otra figura muy emblemática para el feminismo español, que es su amiga Margarita Pérez de Celis, que conduce al club, por ejemplo, en mítines anticlericales en favor de la acción del alcalde republicano de la ciudad Fermín Salvochea.
– En Madrid su figura emerge como política.
Aunque hubo más mujeres que le acompañaron como amigas y cómplices, Guillermina fue la que llegó más lejos. En octubre del año 71 hay una cuestión muy importante que se dirime en el Parlamento español y es que en Francia ha ocurrido una revolución como consecuencia de la derrota de Napoléon III ante Prusia, se había proclamado con tintes sociales la comuna parisina. Aunque ya el peligro se había neutralizado, la burguesía europea y española había quedado muy impactada por la amenaza que suponía la clase trabajadora organizada y tenía la previsión de declarar ilegal a la Internacional de Trabajadores que se había organizado en Londres hacía poco tiempo en el año 54. Los defensores de la AIT realizan un mitin en el Teatro Rusini para pronunciar precisamente su defensa de la Internacional. Allí hablan destacados miembros varones del internacionalismo español, pero también la única mujer que interviene es Guillermina que se expresa con su ideario en ese contexto. Guillermina tuvo también un gran protagonismo que mencionas; llegó a ser, y eso es inédito, secretaria de la Federación local madrileña. Las actas de la AIT no revelan un cargo parecido o similar a este. Y vivieron momentos muy importantes antes incluso de la escisión política de la internacional entre marxistas y bakunistas, es decir, socialistas y anarquistas, que estaba en Europa y también en España. Ella se decantó por el grupo anarquista. Por tanto, un protagonismo de primera magnitud y en igualdad con sus compañeros varones.
– Guillermina también alza la pluma.
Ella es una mujer más de acción que de artículos que llevan su firma, pero se vio obligada a escribir en la prensa para neutralizar los ataques tan furibundos que a partir de su actuación en el Teatro Rusini recibió, tanto por parte de la opinión católica, conservadora, como de algunos antiguos correligionarios republicanos. La reacción de la prensa de distinto signo fue ridiculizarla y poner en solfa todas sus ideas. Popularmente ella tuvo que salir al envite y defender sus ideas. Ella había denunciado la institución matrimonial, había manifestado un ataque al contrato religioso y al civil. No hay que olvidar que la primera ley de matrimonio civil que tenemos en este país se había legalizado en 1870 y ella rechaza los dos contratos porque, siguiendo una tradición que viene del socialismo utópico, entiende que el matrimonio es el lugar donde se materializa la subordinación y la aniquilación de las mujeres como sujetos de derechos y de libertades. Por eso habla de Mujeres libres, para formar pareja solo unidas por un lazo de amor para salir al paso de lo que era muy común a la época: la concertación de matrimonios. Como no había divorcios, denuncia la persistencia y el sacrificio de mujeres en matrimonios que no son deseados y también, indirectamente, la lacra de la prostitución porque mantener la reserva sexual de las hijas de familia que se iban a casar bien significa en la época el acceso de las hijas del pueblo a los deseos sexuales de los hombres. Por tanto, con esa idea ella pensaba que se podía evitar muchos males que afectaban a las mujeres.
Pero es verdad, y querría puntualizarlo, para ella no bastaba. Las uniones que ella concebía entre hombres y mujeres tenían que darse con condiciones previas que garantizaran la independencia y la autonomía de las mujeres. Sin que las mujeres estuvieran suficientemente educadas y tuvieran un medio de vida que las hiciera dependientes, no era deseable que se unieran. Ella siempre defendió que la educación y el desempeño de un trabajo eran condiciones inexcusables para poner al sujeto (mujeres) en condiciones de libertad para elegir quién iba a ser su pareja. Y en esas condiciones ya no se necesitaba ninguna autoridad religiosa o civil que certificara la unión o desunión de la pareja, porque las mujeres estaban en condiciones suficientes para elegir a quien consideraran conveniente y rechazar igualmente.
– En cuanto a su relación con los compañeros varones, sonaba en su época la coplilla «Guillermina, Guillermina, no vayas al comité…«
Imagina cómo la opinión masculina recibió a Guillermina en ese momento. Una mujer que quiere estar educada, que quiere trabajar y quiere ser independiente. Quiere tener voz y voto para elegir a su compañero. Eso subvertía toda la moral burguesa de la familia monogámica y matrimonio y mujeres dedicadas a la educación de los hijos y cuidado del esposo. Volaba por los aires todo ese esquema previo mental. Por supuesto recibía ataques que no se libraron con argumentos como sería lo deseable sino que se basaba en el descrédito y la ridiculización, demostrando que por la parte masculina no había capacidad de razonamiento. Por ejemplo, a ella la confundieron interesadamente con una buhonera, una vendedora ambulante que recorría la geografía española acompañada de un peligroso comunalista francés. Con ello se quería desacreditar la moral de Guillermina. Y fue precisamente ante este ataque que compartía la opinión católica como el republicanismo demostrando que la emancipación de la mujer atravesaba distintas corrientes políticas, cómo Guillermina tuvo que salir a la palestra y defenderse de tan duras acusaciones. En aquella época atacar la moralidad de una mujer significaba la muerte civil y probablemente el hecho de que no sepamos mucho de Guillermina después tenga que ver con ese deseo de acabar con su figura ya en vida.
Guillermina es una figura que tiene muchas lagunas pero sabemos que desempeñó un papel fundamental para arrancar la lucha feminista de este país
– ¿Qué pasó con ella después?
Los últimos acontecimientos y registros que tenemos de ella acaban justo con el golpe de Pavía de 1874, con el golpe a España en brazos de la restauración monárquica, su figura física desaparece pero no su personaje. Y es curiosamente su espectro, por así decirlo, porque no tenemos un rastro de huella física, el que sigue estando en boca de unas personas muy influyentes. Hay que referirse a Benito Pérez Galdós que la nombra en sus Episodios Nacionales, relacionadas con unas jornadas de barricadas en la Plaza de Antón Martin; también este mismo autor la recuerda en otra obra y la nombra como la reencarnación de la mujer socialista que ha venido como azote, ha venido para perturbar la vida tranquila de los españoles.
Pero luego va a estar en boca de otras personalidades a nivel nacional de la vida cultural y política. Y siempre tocando temas muy polémicos como la cuestión religiosa, la cuestión social, la polémica sobre el matrimonio, sobre el comportamiento sexual de las mujeres, la emancipación femenina… Como Menéndez Pelayo en su Historia de los Heterodoxos españoles. La escritora Emilia Pardo Bazán la citaría en la cuestión palpitante que abría la polémica estética de naturalismo, idealismo, la nueva heredera de la restauración.
Por tanto, sin que sepamos más datos, aunque sigo investigando y creo que tengo alguna pista, aunque no tengamos datos fidedignos de qué está haciendo, las generaciones posteriores la siguieron invocando en un sentido a veces negativo y a veces en un sentido muy positivo, como por ejemplo, Teresa Mañé, más conocida por su seudónimo, Soledad Gustavo, la madre de Federica Montseny, la primera ministra en tiempos republicanos, que la recuerda en artículos que ella publica en ‘Tierra y Libertad’. En 1893, fue mencionada por su feminismo.
Probablemente si seguimos investigando más, seguiremos encontrando otras invocaciones de manera que, aunque tenemos más oscuros que claros de la vida posterior de la finalización de la I República, sin embargo, en la memoria de hombres y mujeres que le sucedieron, siguió estando presente su testimonio y su optimismo político en términos de rememoranza institucional.
“Guillermina, Guillermina, no vayas al Comité, que esas son cosas de hombres, no son cosas de mujer” (coplilla de la época de Guillermina)
– ¿Cómo tendríamos que mirarla con ojos de hoy?
Ella y las mujeres que la acompañaron deben ser recordadas desde una doble perspectiva desde la historia. Describirlas como lo que fueron, unas pioneras, mujeres que abrieron brecha en la defensa de las mujeres en nuestro país. Y reconocer que la lucha o esa historia ha sido larga y ha escrito episodios de auge y silencios. Y creo que también podemos reconocer la actualidad de los presupuestos que ellas defendieron, por ejemplo sus críticas al matrimonio que podemos hacer extensible a estos momentos que vivimos, el daño que está haciendo el concepto de amor romántico repetido en canciones, spots y películas que siempre terminan con la independencia de las mujeres en aras de una trampa mortal que es la entrega incondicional que este modelo de amor romántico requiere. Repito que es un problema muy actual porque este amor romántico está vinculado a un problema muy dramático que es la violencia de género. Y luego, aunque parezcan conquistas establecidas legalmente, la realidad medida en datos estadísticos nos descubre que los ideales educativos y laborales que ella defendió siguen siendo motivo de controversia porque los beneficios de esa educación no se reparten de manera equitativa por ejemplo en el tema económico entre hombres y mujeres. De tal manera que la crisis ha repercutido más en las mujeres que en los hombres. Por tanto, su activismo político nos dice al resto de las mujeres que no podemos dejar en manos de otros el destino.
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ MOLINA
José Luis Gutiérrez, historiador y director del proyecto Todos Los Nombres, nos ayuda a mirar a las anarquistas andaluzas.
– ¿Qué tendrían en común todas estas mujeres anarquistas andaluzas en todas las etapas?
Hay en común su ideal adaptado a su momento, y es su deseo de vivir en un mundo mejor y vivir en una sociedad más justa en la anarquía. Después, cada una de ellas es hija de su tiempo.
– ¿Cuántas mujeres anarquistas anarquistas andaluzas (hay unas 70 en total) encontramos en la exposición o, por lo menos, las más destacadas?
A destacar, una por cada siglo, la gran mayoría son del XX y ahora del XXI. Del XIX podríamos destacar fundamentalmente a Guillermina Rojas, que alcanzó un puesto en la comisión feneral de la primera internacional; en el XX tenemos a mujeres tanto de la CNT o de la propia organización de Mujeres Libres, como María Luisa Cobos. Y, para cerrar el ciclo histórico, del siglo XXI, a Catalina Silva Cruz.
– En estas diferentes etapas, estarían pioneras, mujeres de Movimiento Libertario, Mujeres Libres, Milicianas, Resistencia… ¿Cómo podríamos acercarnos a estas mujeres anarquistas andaluzas?
Podríamos acercarnos desde un punto de vista militante, como trabajadoras, puesto que el anarquismo andaluz ha sido fundamentalmente de carácter sindicalista, o también desde una perspectiva de género, como mujer tanto o más necesaria cuando en un mundo como en el que se vive ni siquiera las filas anarquistas estaban libres ni están de esa plaga que es el machismo.
En ese sentido, por un lado ya he citado a algunas de las que destacaron en la militancia, pero habría que recordar a todas aquellas que desde su papel de mujer, que muchas veces no se ha reconocido, trabajaron tanto en la difusión de las ideas como en el mantenimiento de este complejo mundo de activistas y militantes que lleva consigo tener ciertas ideas como la anarquistas. En Andalucía, en ese sentido, serían miles de anónimas trabajadoras militantes libertarias que merecerían ser recordadas.
– ¿Aquí no se puede encontrar un movimiento como Mujeres Libres a nivel federal de la CNT en Andalucía?
A partir de la reconstrucción en diversos momentos y bajo diferentes formas, desde el 76 y con anterioridad, hay que recordar que Mujeres Libres es una organización que surge a partir de 1936 a partir del momento en el que ya ha fracasado el golpe de Estado y se está desarrollando en la revolución y en la guerra y en la zona gubernamental. Habría que destacar a María Luisa Cobos, que ya he citado, que es una de las impulsoras, junto a otras como Lucía Sánchez Saornil desde Madrid, o Amparo Poch y Gascón en Aragón, de esa organización que no se crearía hasta principios de 1937.
– Tuvo que ser muy difícil el papel de esas mujeres de sacar adelante esas ideas y el mantenimiento del activismo en el mundo del trabajo sobre todo. ¿En qué deberíamos fijarnos más desde nuestra mirada actual?
Creo que en todo. Desde muy pronto las obreras de sectores como el servicio doméstico o el textil organizaron sindicatos compuestos fundamentalmente por mujeres y, por otro lado, en ese papel que en esa sociedad se le atribuye a la mujer que muchas veces se pretende atacar o poner en cuestión desde una perspectiva meramente institucional, es decir, cuántas fueron directivas de sindicatos, o cuántas fueron concejalas o diputadas, que no es el caso del Anarquismo, pero desde otras perspectivas. Eso no es ajustado. Habría que resaltar el propio papel de la mujer, como miembro, como uno de los elementos fundamentales de la célula de convivencia de desarrollo social como puede ser la familia que está detrás de cualquier actividad humana que se realice.
En Andalucía serían miles de anónimas trabajadoras militantes libertarias que merecerían ser recordadas
– No son muy conocidas estas mujeres anarquistas andaluzas para el gran público…
Como en realidad no lo es la propia mujer en general. Todavía parte de un papel secundario en la sociedad y muchas veces lo único que se utiliza es como “florero”. Creo que es interesante ver la exposición para ver cómo la lucha de la mujer por ocupar sus espacios ha tenido que desarrollarse incluso en organizaciones que en principio se presuponen más abiertas y que sin embargo a la hora de la verdad no lo eran tanto. El machismo en el sindicato de la CNT era exactamente igual que en cualquier otro sindicato. Incluso el código libertario no reconocía o tuvo grandes dificultades en reconocer la existencia de una organización anarcofeminista como Mujeres Libres puesto que consideraba que las mujeres no necesitaban su propia organización ya que estaba recogida en el mundo sindical. Eso llevó a Mujeres Libres a que ocupara un papel secundario no reconocido y que sus impulsoras tuvieran que luchar incluso con los comités nacionales y sindicales a la hora de hacer sentir su voz y su peso.
– La situación no ha cambiado mucho…
Animar al público a ver la exposición porque es atractiva en lo formal e interesante en el fondo tanto para los compañeros del mundo libertario y la sociedad en general para reconocer una lucha, recorrido, trayectoria de unas personas y organizaciones que tuvieron, y espero que sigan teniendo, un papel decisivo a la hora de establecer una sociedad más justa, menos violenta, más igualitaria y sin el machismo con el que actualmente convivimos.

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