La hermana de Mercedes nació el 20 de septiembre de 1966 en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, hoy Parlamento de Andalucía. Su madre, del Viso del Alcor, fue a tener la niña allí y le dijeron que había fallecido al nacer. La única documentación que tiene es una especie de cartulinita pequeña donde pone los datos de su madre, el peso de la niña y una cruz indicando que el bebé había fallecido.
Mercedes Morillo Ortiz nació en 1967, un año después que su hermana. Entonces, cuenta, cuando ocurrió aquello, “nadie de mi familia tuvo la opción de ver a la niña ni nada. Ni verla ni enterrarla. Cuando en los medios de comunicación comenzó a salir el tema de los bebés robados empecé a mover papeles. El primero que pedí fue el del cementerio y allí descubrí que la niña no estaba enterrada a nombre de mi madre. Con ese dato me voy al registro y no había ni certificado de defunción ni de nacimiento… Tampoco coincide la fecha. Mi hermana nació el 20 de septiembre y, en los papeles, consta que mi madre ingresa el 21 de septiembre. Eso no es posible porque ya había nacido. Entonces empiezo a actuar: pongo una denuncia en la policía, donde me toman declaración; también lo hace el fiscal y, ahora, estoy a la espera de juicio porque, claro, al no haber registro de nacimiento ni de defunción, la niña tampoco está en el cementerio… ¿Dónde está la niña?”.
Mercedes recuerda algo significativo. “En aquel tiempo ponían el goteo, que era una especie de adormilamiento para las mujeres que estaban pariendo. A mi madre se lo pusieron, fue el caso; y, en una de las veces que mi madre miró hacia un lado, vio un bebé grande –porque la niña pesó 3,750 kilos–; la vio en una mesita y escuchó a alguien que decía: “Esta la vamos a mandar para San Fernando”. Cuando le comunican que está muerta mi madre cuadra ese hecho con el cementerio de Sevilla que se llama así. Pero, con posterioridad, pensó que podía ser San Fernando de Cádiz. Esto es muy revelador y mi madre lo estuvo contando durante toda su vida”.
“Voy a seguir haciendo todo lo que pueda por encontrar a mi hermana, no me voy a quedar parada”
¿Qué te impulsa a esta búsqueda?, le preguntamos a esta valiente mujer. Ella no duda ni un momento: “Para mi madre el tema de esa hija perdida fue su sino, toda la vida. Sufrió muchas depresiones… Lo que sí es verdad que ella falleció hace 21 años y no sabía nada de estos robos. Mi padre sí, aunque era ya muy mayor, con 81 años, pero me apoyó en los primeros pasos que estuve dando en la búsqueda de mi hermana. Lo que ocurrió que, por otra serie de circunstancias, enfermó. Esta búsqueda la hago, por supuesto, por mis padres y por mí; porque mi vida hubiera sido muy diferente con otra hermana; y voy a seguir haciendo todo lo que pueda por encontrarla y buscarla. No me voy a quedar parada”.
Increíble, incomprensible
A Mercedes le parece increíble toda esta trama. Cuando el hombre del cementerio le explica que allí no había ningún bebé enterrado a nombre de su madre, era algo que no le entraba en la cabeza, al igual que no existiera los certificados de nacimiento ni de defunción. Denuncia, además, otras falsedades: “En un documento consta que mi madre estuvo en el hospital ocho días y eso es mentira. En aquella época a los médicos les pagaban un plus por día de más que las parturientas estuvieran en el hospital; aunque en el caso de mi madre no fuera así, en los papeles pone que estuvo más de una semana… Eso fue un complemento que les pagaron sin estar mi madre dentro; ojo, que no solo lo hicieron con ella sino con muchísimas mujeres”.
Otra particularidad de este caso es que, continúa, “mi madre estuvo en una sala del Hospital de la Cinco Llegas que se llamaba Santa Teresa y es una de las habitaciones donde ‘misteriosamente’ todos los bebés nacían muertos”.
Se acabó el miedo y el silencio
“Mi padre era un hombre de campo, mi madre una mujer normal y corriente”, aclara Mercedes Morillo. “Esos robos se lo hacían a la gente que no era rica ni pudiente. En aquella época, nos referimos al año 1966, los médicos eran ‘dioses’. Si un médico le decía a mi padre que la niña había muerto, él jamás iba a contradecir ese argumento o iba a querer verla. Y así se quedaba la cosa. En aquel tiempo lo habitual era el silencio, por miedo, porque eran médicos…; al igual que con las religiosas, aunque en mi caso particular, en mi historia, mi madre no mencionó que participara ninguna monja, pero lo desconozco”.
Tras este periplo, se cruzó en el camino de Mercedes la Asociación Sevilla Bebés Robados, “consiguiendo mucho apoyo de ellos”. Esta luchadora nata tiene el convencimiento de que seguirán hacia delante porque “queremos que se vayan encontrando y uniendo personas. Que, al igual que madres, hermanas y demás familiares buscamos a esas niñas y niños robados, que las personas adoptadas que tengan dudas sobre su origen busquen también a su familia biológica. Y algo muy importante para todas las partes es que esos padres les explicaran a sus hijos e hijas las circunstancias de sus adopciones. Creo que sería un enorme acto de amor hacia ellos”.
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