A la periodista Mar Gallego le gusta definirse como “la hija de Antonia y Manué” por aquello de que las identidades no son tan individuales como nos hacen creer. Nuestra historia, reconoce, “comienza antes de nuestro nacimiento y es fundamental conocer de dónde venimos”. También porque siente que hay que acordarse de las personas que nos hacen posible cada día y tanto su madre como su padre han sido claves en su vida. Es periodista y Máster en Género, identidad y ciudadanía. Durante el máster se especializó en las implicaciones del lenguaje y los silencios en “nuestras identidades y en nuestras vidas” y, generalmente, trabaja desde ese prisma.
–Eres considerada la pionera del llamado “feminismo andaluz” con tu proyecto “Como vaya yo y lo encuentre”. ¿Cuándo y en qué contexto surge?
–El proyecto surge en 2016, en un momento de muchos cambios y decisiones en mi vida. Llevaba cuatro años rumiando un sentimiento de inferioridad al que no sabía poner nombre. Intuía que tenía que ver con las historias de pobreza con las que me crié, pero no se limitaba solo a eso. No era únicamente una cuestión de clase o de género, sino que tenía que ver con ser andaluza. Al saberlo y ponerle nombre al sentimiento, escribí el manifiesto “Como vaya yo y lo encuentre. Feminismo andaluz y otras prendas que tú no veías”, que hace alusión a todo lo que no somos capaces de ver en nuestros intentos para generar un mundo más feminista. No lo vemos como no veíamos esa prenda de ropa que perdíamos y que nuestras madres encontraban enseguida. Ellas sí tenían la mirada puesta en lo ordinario, los cuidados, lo cercano. No hay que irse lejos para buscar referentes: tantos nuestras ancestras andaluzas como nuestra tierra son una enorme hemeroteca de resistencias.
–¿En qué consiste?
–Lo concibo como un trabajo de comunicación y periodístico, pero también creativo ya que tengo facetas bastante diferentes que aquí sí que puedo unir y tiro mucho por el lardo petardo y divertido. A grandes rasgos, es una web en la que cuelgo artículos, vídeos, entrevistas, reflexiones… que tienen varios objetivos. Entre ellos, contextualizar la situación de precariedad y discriminación en la que se encuentra Andalucía desde una mirada feminista y desde la diversidad, poner en valor las prácticas discursivas de esta tierra que puedan suponer resistencia al estatus quo como las prácticas vecinales, el carnaval, las recetas de las mujeres andaluzas, etc. En resumen, poner el acento en la sabiduría de los referentes que nos han dicho que no valen y demostrar que, no solo valen, sino que saben más de comunidad que muchas de las que nos hemos criado en una visión más individualista del mundo tras ser afectadas por series como Sensación de vivir. [Risas]

–¿Y qué es para ti el “feminismo andaluz”?
–Creo que hay muchas formas de verlo. Para mí es una mirada que me dice que las personas tenemos un cuerpo y que ese cuerpo está llenito de historias que nos hacen ser quienes somos: la historia familiar, la del barrio, las que incluso sucedieron cuando no estábamos aquí. Todas nos marcan. Las historias de los pueblos son claves en nuestros puzzles identitarios porque los territorios son los cuerpos de nuestra memoria colectiva. Por eso, para mí, ponerse las gafas territoriales es importante. Por eso y porque tenemos que romper con la tendencia de hablar como si no hubiera un suelo bajo nuestros pies. No es lo mismo hablar de feminismo en Cataluña, por ejemplo, que hacerlo en Andalucía.
–¿Consideras que esa “identidad” andaluza, que pretendes mostrar de manera periodística, trasciende y se entiende?
–Totalmente. Gracias a esta forma de sentirlo he podido llegar a más gente que practicando el periodismo que ejercía antes de esto. Creo que las personas, no solo lo entienden, sino que lo agradecen.
–Sin embargo, ¿puede ser que exista un cierto rechazo hacia lo andaluz fuera de Andalucía?
–Existe. Es una realidad y nuestros cuerpos –sabios ellos– lo saben. La antropóloga onubense Ana Burgos me habló de andaluzofobia en una entrevista para Pikara Magazine. Fue la primera vez que escuché ese concepto que tiene ese sentido: el rechazo o incluso el ‘autoodio’ a veces que nos tenemos sin darnos cuenta. Cuando disimulamos nuestro acento, cuando nos exotizan siempre. Existe además mucha literatura sobre Andalucía que lo pone de manifiesto.
«Andalucía es una tierra de increíbles mezclas y es por eso que quieren blanquearla con una sola bandera»
–Has ganado el Premio Nacional Carmen Goes al mejor artículo periodístico por tu análisis sobre el Carnaval de Cádiz donde trataste de evidenciar la importancia de las pequeñas transformaciones (y visualización). ¿Ha servido también para visualizarte a ti misma y reivindicar tus objetivos?
–Es verdad que los premios son muy importantes porque el periodismo es una profesión precaria. Sirvió para que el artículo se difundiera más y a nivel personal creo que los premios nos ayudan a salir adelante. No solo por el trocito de visibilidad que nos pueden dar dar sino porque económicamente suplen a veces las carencias que tenemos en nuestro día a día. Puedo decir a boca llena que algún que otro premio me ha salvado el bolsillo en momentos de vacas flacas. Te ayudan a venirte arriba y seguir adelante.
–Impartes también charlas y conferencias feministas…
–Soy una persona bastante inquieta. Tengo una parte muy seria y otra más divertida y siempre estoy buscando salidas creativas que necesito como el comer. A veces me llaman para hablar del proyecto en una conferencia, otras para hablar de feminismo andaluz, otras para hablar de periodismo feminista, ciberfeminismo, creatividad on-line… Un poco de todo.
–Como periodista comprometida que ama contar historias (andaluzas) ¿qué mujeres destacarías de nuestra tierra?
Todas las que tenemos cerca y pasan por anónimas cada día como Rosa Moneo Vargas (Rosa la del delantal), Antonia Espejito (que fue mi madre), nuestras antepasadas cigarreras o jornaleras… Particularmente, por ponerte otros ejemplos, para mí fueron muy importantes mujeres como Lola Flores que creo que aún no hemos sabido apreciar como referente feminista; y otras indispensables como las vecinas de la Corrala Utopía o referentes tan luchadores como Inmaculada Michinina, Aysha Elmorada o Milagros Arzúa que, en su día, protagonizaron plenos en Cádiz donde decían verdades como puños.
–Ante la situación política andaluza actual, ¿qué tiene que decir sobre ello el feminismo andaluz?
–Que el feminismo andaluz para mí representa todo lo que estos partidos quieren eliminar: diversidad, memoria, ecologismo incluso. Andalucía es una tierra de increíbles mezclas y es por eso que quieren blanquearla con una sola bandera.
«Los territorios son los cuerpos de nuestra memoria colectiva»
–En Andalucía hay una gran red de mujeres y asociaciones que están luchando por no perder los derechos conquistados por esas mujeres, por esa tierra a la que tú honras. Qué gran importancia tiene la red y la sororidad…
–Andalucía históricamente ha sido una tierra no mixta, como algunas asambleas. Las mujeres siempre hemos estado juntas: nos vamos a andar por la tardecita, merendamos, nos sentamos a la fresquita en la puerta… Siempre ha existido ese apoyo entre mujeres y, por ello, resulta tan fácil que existan también tantas asociaciones aquí. Y quiero hacer especial hincapié en las asociaciones de mujeres mayores que se juntan para hacerse la vida más alegre, porque creo que algunos sectores no ven que sus prácticas sean políticas. Yo creo que a ellas, sinceramente, les da igual hasta esto. Están ya por encima de estas cosas y ¡qué alegría!
–El 8M del año pasado fue histórico… ¿Qué expectativas tienes para este próximo 8M? ¿Por qué hay que seguir luchando?
–Creo y espero que se supere la experiencia del año anterior. Para que pase, no debemos relajarnos y acudir para que sea un éxito rotundo. Yo lucho porque no soportaría vivir en un mundo que no lo hiciera. Porque son tantas las injusticias, las penurias… Sin ese otro lado, no soportaría vivir.
–¿Consideras que la mujer (y, por supuesto, la mujer andaluza) está empoderada?
–Las mujeres andaluzas se han caracterizado históricamente por tener poderío y que todas las personas podemos hacer un viaje hacia nuestras profundidades porque es ahí donde reside nuestra sabiduría: no hay que buscarla fuera. No necesitamos intermediarios cutres ni personas que nos digan qué cosas nos faltan o cuántas cosas nos quedan por aprender. Una cosa que me gusta mucho de las mujeres andaluzas son sus pálpitos y sus presentimientos. Ese escucharse el cuerpo… El poderío tiene mucho que ver con esto.
Ensayo sobre feminismo andaluz y mujeres andaluzas
El proyecto acaba de dar un paso más gracias a la editorial Libros.com que les ha tirao los tejos. Están en pleno proceso para hacer realidad un ensayo sobre feminismo andaluz que recogerá también los artículos ya publicados que seleccionen. El libro llevará el nombre del proyecto –Como vaya yo y lo encuentre– porque es una continuidad de este y recoge su misma esencia. Iniciaron el 4 de febrero un crowdfunding que está superando tanto las expectativas de la editorial como las de Mar Gallego. En tan solo cuatro días, cuenta, «hemos llegado al objetivo necesario para hacer el libro realidad gracias a la gente y, si llegamos al segundo objetivo, incluiremos un tercer apartado con perfiles e historias de vida de mujeres andaluzas que viven bajo ese anonimato que te comentaba antes. Pero que son indispensables para entender nuestros feminismos y nuestras vidas».
EN BREVE
–¿Qué banda sonora le pondrías al próximo 8M?: ‘Se acabó’, de María Jiménez.
–El último libro que has leído: La huella de las ausencias. Un relato sobre Walada, de Miriam Palma Ceballos.
–La mejor entrevista y/o reportaje que has escrito: Las niñas andaluzas, de Pikara Magazine.
–Una frase que haya guiado tu vida: “Ponme fuera del alcance del bostezo universal”. Es de la canción ‘Deshacer el mundo’, de Héroes del silencio. La llevo tatuada.
–El mejor consejo que te han dado y quién: “Abraza el caos”, mi amiga Alma Baro.
–¿Qué le respondemos a quien nos diga “ni feminismo ni machismo”?: Ni feminismo ni machismo, unicornios.
–Un deseo: No perder la esperanza.
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