TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta).
Lucia Berlin
Alfaguara
El libro del que hoy voy a hablar es una obra que fue publicada en el año 2016, y que ya ha conocido un éxito rotundo entre el público español, aunque su calidad es tal que merece que muchos más lectores se acerquen a sus emocionantes páginas. Se trata de Manual para mujeres de la limpieza, de la escritora estadounidense Lucía Berlín (Juneau, Alaska, 1936-Marina del Rey, California, 2004), una colección de relatos inspirados prácticamente todos ellos en las vicisitudes a las que tuvo que enfrentarse la propia autora a lo largo de su vida.
Aunque Lucía Berlín publicó sus primeros trabajos a comienzos de la década de los sesenta, a lo largo de su vida, tan solo escribió setenta y siete relatos, publicados en numerosas revistas como The Noble Savage, Atlantic Monthly o New American Writing, e incluidos prácticamente todos ellos en tres libros: Homesick: New and Selected Stories (1991, con el que obtuvo el American Book Award), So Long: Stories 1987-1992 (1993) y Where I Live Now: Stories 1993-1998(1999). Las tres colecciones de relatos fueron publicadas por la editorial americana Black Sparrow Press, la empresa editorial que John Martin levantó de la nada en la década de los setenta para publicar los libros de Charles Bukowski y que acabó por convertirse en la editorial independiente que mejor literatura publicó en el último tercio del siglo XX en los Estados Unidos.
Manual para mujeres de la limpieza es una recopilación de algunos de los relatos más interesantes de toda la producción de su autora seleccionados por el escritor Stephen Emerson, gran amigo de la escritora durante más de un cuarto de siglo. En total recopila cuarenta y tres de los setenta y siete cuentos que publicó Berlín durante su carrera literaria, o sea algo más de la mitad, con lo cual puede suponer una magnífica panorámica para adentrarse en la obra de la escritora americana.
La vida de Lucia Berlin (nacida Lucia Brown) está llena de muchos momentos oscuros y turbulentos: alcoholismo crónico, tres matrimonios fracasados en un período de apenas seis años, trabajos a cada cual peor al modo bukowskiano, cuatro hijos a los que tuvo que criar prácticamente sola, visitas recurrentes a distintos centros de desintoxicación, etc. Todo esto forma parte de la columna vertebral de su literatura, ya que es una escritora que se nutre principalmente de sus experiencias vitales para trasladarlas a la página escrita. Es por ello que sus relatos están impregnados de verdad, de sinceridad y autenticidad. Nada en estas historias parece fingido, y hasta el más mínimo detalle nos resulta absolutamente verosímil. Es esta la literatura de una mujer que ha caminado cientos de veces por la senda de los perdedores, que ha conducido coches baratos y medio destrozados por autopistas nocturnas, que ha pasado media vida viviendo en casuchas de alquiler o en caravanas, que ha convivido con los que esperan a que amanezca para poder encontrar una tienda de licores abierta para conseguir un cuarto de litro de vodka con el que poder mitigar el dolor de estar vivos. Y aún así, estas historias contienen unas gotitas de humor que consiguen que no todo en ellas sea desesperación y dolor.
Aunque es difícil decidir cuáles de estos relatos son los mejores, yo me decantaría por relatos como “Punto de vista”, donde da pruebas sobradas de su calidad técnica como escritora; “Hasta la vista”, sobre la incidencia del tiempo en una relación amorosa, o“Penas”, donde el dolor juega un papel fundamental, o “Mi jockey”, o “Melina” o “Atracción sexual”o… Como digo es complicado destacar alguno de ellos sobre los demás pues todos rozan el sobresaliente.
A veces el mundo de la literatura nos depara sorpresas de este calibre. Libros que en el momento de su publicación pasaron con más pena que gloria, y sin embargo, con el paso del tiempo, y un pequeño empujón de la diosa Fortuna, se convierte en auténticos fenómenos editoriales. Este ha sido el caso de este Manual para mujeres de la limpieza y de su autora, Lucia Berlin, quién más de una década después de su muerte, ha terminado ocupando en el altar de la literatura el lugar destacado que siempre mereció ocupar. Y sólo nos queda dar gracias a los dioses de la literatura porque las cosas hayan ocurrido de esta manera.
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