TEXTO: Mónica Concellón
Con el confinamiento global del año pasado, se hizo evidente la recuperación del clima estacional, la pureza del aire, la ausencia de polución y la lluvia tan necesaria para llenar nuestros pantanos y para nuestros agricultores. Se puso de manifiesto la importancia de la salud y su relación directa con el contacto con la naturaleza, caminar y respirar aire puro. Cosas muy básicas que no tienen sustitución. Así como las relaciones sociales han usado la tecnología para mantenerse en contacto, no hay nada que sustituya a poder caminar al aire libre.
Si he de resumir mis reflexiones para profundizar un poco más sobre las lecciones que deberíamos aprender de esta situación, creo que, a pesar de que tendremos que afrontar una crisis económica y social sin precedentes, nuestra recuperación económica deberá de pasar por políticas que se supediten a la salud del planeta.
Apoyo el uso de las tecnologías, pero sin llegar a implantar 5G, que ha demostrado que debilita el sistema inmunitario y nos enferma. Todo tiene un límite y ya lo hemos sobrepasado. Debemos encontrar el equilibrio para vivir en armonía con la naturaleza. No a costa de ella. Volver a los modelos insostenibles anteriores sería un suicidio. Esta es la gran oportunidad para la transición energética y ecológica planetaria.
Según los científicos, para hacer la transición ha de ser un modelo económico que respete nuestra salud y la del planeta. No es el planeta que se está calentando solo, sino que es evidente que era nuestro estilo de vida y tantos viajes en avión innecesarios, los que estaban calentando el planeta. Tenemos el deber ético y moral de hacer algo al respecto. Nuestra asignatura pendiente es el cambio climático.
El confinamiento de una gran parte de la humanidad ha reducido la contaminación en prácticamente todo el mundo a niveles históricos. Es casi lo único bueno que nos está dejando la emergencia sanitaria.

Qué deberíamos hacer y qué habría que evitar para convertir esta crisis en una oportunidad para el planeta
Si seguimos usando combustibles fósiles, aceleramos el calentamiento y la extinción del ser humano antes de tiempo. El planeta seguirá viviendo sin nosotros, como lo ha hecho durante millones de años. El planeta Tierra no nos necesita.
Nosotros no podemos sobrevivir sin el contacto con la naturaleza. Porque nuestra salud depende de ella y somos conscientes de que nos estamos jugando nuestra supervivencia como especie. Durante el confinamiento nos hemos dado cuenta lo importante que para la salud física y mental el contacto con la naturaleza, salir a caminar, que nos dé el sol y respirar aire fresco.
Para no consumir combustibles fósiles, tenemos que sacrificar algo de nuestro estilo de vida. Usar el coche lo mínimo necesario. Un viaje en avión como mucho al año. No consumir tanto y aprender a cuidar y disfrutar de la naturaleza para estar felices y sanos.
Los vehículos eléctricos son una alternativa, pero los aviones no tienen alternativa a otro tipo de combustible sin contaminantes. España tenía más de 2.000 vuelos diarios sobre el cielo. Ahora los cielos están limpios, no hay aviones y por eso ha regresado la lluvia.
Si en enero y febrero los telediarios anunciaban temperaturas dignas de verano y alertaban sobre el alarmante avance del cambio climático, sin poder hacer nada al respecto, al quedarnos sin vuelos, recuperamos las temperaturas de invierno en marzo, con nieve y lluvias. Abril volvió a ser un mes de aguas mil, por toda España. Los campos estaban verdes y llenos de flores por toda España.
Esta crisis nos ha enseñado a usar la tecnología para las relaciones sociales, para consultas médicas, educación y otros muchos trabajos que habrá que hacerlos más por teletrabajo, para evitar desplazamientos innecesarios. Si tenemos que diseñar un estilo de vida sostenible tenemos que sacrificar algo de los caprichos que tanto dañan al planeta.
Debemos girar hacia un nuevo modelo de desarrollo. No podemos volver a los modelos productivos con las emisiones insostenibles de antes de la crisis. Tenemos que darle una pausa al medio ambiente, tan viciado por nosotros. Valorar lo que tenemos y aprender protegerlo, no destrozarlo, para poder disfrutarlo más tiempo.
Yo, que soy de Madrid, me vine al sur para recuperar la calidad de vida perdida en la gran ciudad, como el aire puro. Tenía tremendos problemas de alergias que desaparecían cuando no estaba allí. Ahora incluso me he alejado de la Costa del sol, tan llena de turistas, para disfrutar del silencio, el aire y los buenos productos de la tierra de un pueblo andaluz. Porque la naturaleza es prioritaria en mi vida, he tomado la decisión y he hecho lo que predico. Mi salud y bienestar abren las puertas a nuevas opciones de elegir una vida más sana y de vivir a otro ritmo.
El Coronavirus ha puesto todo “patas arriba”. Creo que en esta crisis mucha gente tendrá que dejar sus casas o ir a trabajar a otro lugar. Yo les invito a que piensen en habitar alguno de los miles de pueblos de España, donde la gente es auténtica como los productos de la tierra y se respira mejor. La vida adquiere otro valor, porque volvemos a tener tiempo.
Llevamos años con otros “enemigos invisibles” aparte del Coronavirus. Algunos están en nuestros alimentos, como pesticidas, herbicidas y o.m.g. o de los químicos de la comida como el glutamato y aditivos, o los cancerígenos “Roundup” conocido como “glifosfato” en el césped de los parques infantiles y de espacios públicos, todos son tóxicos y disruptores endocrinos que causan cáncer y enfermedades raras.
Otros más evidentes están el aire que enferma a la gente de forma oculta. Los científicos llevan 30 años avisando. La contaminación de los vehículos, el dióxido de carbono, las fabricas y aviones. Tendremos que bajar la demanda de viajes en avión. Repensar si todos esos viajes son realmente necesarios, conociendo su coste para el planeta y para la vida.
La polución induce problemas respiratorios, cardiovasculares y contagios de virus. El aire limpio nos protege del contagio y nos estamos cargando nuestra protección. Hay que fomentar la bici, caminar, transporte público por tierra y no usar el coche para todo. Caminar más. Ir a vivir a alguno de los preciosos pueblos de España. No usar el avión tanto y optar por viajes terrestres o en barco. Cada uno debe colaborar en la medida de sus posibilidades.
El CO2 se ha reducido en estas semanas, pero no ha borrado los daños que hemos causado durante décadas. El planeta necesita una Transición a economías libres de carbono. Tal vez con políticas que aumenten la fiscalidad de los combustibles fósiles en el transporte rodado y de subvenciones a las renovables, ecológicas y sostenibles. Para los aviones habrá que inventar algo.
Estos años y hasta que España se recupere, toca quedarnos en nuestro país y comprar producto nacional para ayudar a nuestros empresarios a remontar la economía. Viajar menos en avión y hacer turismo en España. Muchos cambiarán su trabajo y otros se actualizarán estudiando online, o se reinventarán profesionalmente gracias al teletrabajo. Otros cambiarán de ciudad. Algunos empezarán de cero.
Si apostamos por la transición energética y en el campo apostamos por una agricultura ecológica que no envenene la tierra ni los ríos, nos va a portar empleo e ingresos y el consumo necesario, pero de forma diferente. La solidaridad y colaboración durante la crisis deberá inspirarnos para hacer entre todos un mundo mejor. Si nos comprometemos y actuamos en consecuencia. Si recapacitamos y cooperamos, sin esperar a que “papá gobierno” haga algo. Si nos comprometemos y lo hacemos cada uno, lo conseguiremos. Ya no vale criticar, ahora nos debemos preguntar ¿Y yo qué puedo hacer yo al respecto? ¿Cómo puedo colaborar?
No hemos actuado a tiempo para evitar el contagio del virus que ha paralizado nuestra economía. Debería hacernos reflexionar con el cambio climático que estábamos produciendo, y si aún estamos a tiempo de dar marcha atrás. Este fue mi deseo de cumpleaños el 12 de abril. Celebraba la vuelta de la lluvia, tan necesaria para el campo, gracias a la ausencia de aviones. Reflexionaba precisamente sobre esto.
Día de la Tierra hice mi homenaje personal pidiendo la colaboración ciudadana para reciclar. Para defender el medio ambiente, para proteger nuestra salud y nuestra existencia en este planeta, en armonía con la naturaleza. Es el único vehículo que tenemos para transportarnos en el tiempo y el espacio, alrededor del sol, dando vueltas por la vía láctea. Es nuestro único hogar. Nuestra Madre Tierra. Lo que le haces a ella, te lo haces a ti también.
Hagamos que nuestro paso por el planeta cuente. Que esta crisis sea un punto de inflexión. Que los ciudadanos tomemos la delantera a los lentos gobiernos e instituciones internacionales. Recobremos el sentido de la responsabilidad y actuemos donde sea necesario, haciendo uso de nuestro derecho de participación ciudadana.
Hagamos lo que nos dicte nuestra conciencia. Pero hagamos algo. Aunque solo sea reciclar la basura. Si todos hacemos algo por el planeta, podremos lograr una transición justa, ecológica, sana y con futuro para las siguientes generaciones. Cada día es “el día de la tierra”. Seamos habitantes dignos de ella.
Si tú te comprometes a aportar tu granito de arena, en la medida de tus posibilidades, lo podremos lograr. Tu participación y la de cada uno es importante. Todo suma.
¿Quién es Mónica Concellón?
Mónica Concellón es una periodista madrileña, exreportera internacional, a la que hace 10 años le cambió la vida totalmente. Un cáncer de mama le obligó a reconvertirse personal y profesionalmente, y ahora es una de las coach de Salud y Bienestar más reconocidas de España, Europa y Latinoamérica, además de conferenciante en Universidades, seminarios, webinars… Reside en una pequeña localidad malagueña, desde donde ofrece sus servicios al mundo.
Tras detectarle un cáncer de mama y darle un pequeño porcentaje de curación siguiendo la medicina tradicional, Mónica Concellón decidió investigar y buscar tratamientos alternativos a la quimioterapia, la radioterapia y el tamoxifeno. Conoció al vanguardista endocrino belga Dr. Thierry Hertoghe y su tratamiento innovador. Un tratamiento basado en reforzar el sistema inmunitario con un cambio radical de hábitos, tanto en la dieta como en el estilo de vida. Con este tratamiento, Mónica encontró un 97% de posibilidades de supervivencia frente al cáncer, así que no lo pensó y lo adoptó para sí misma.
En 2013, con la enfermedad superada, se especializó en Salud Integrativa, donde se trabaja Cuerpo, Mente, Emociones y Entorno para mantener la salud. Consiguió ser una de las 3 primeras Coach de Salud y Bienestar certificada en España y reconocida por el Instituto de Nutrición Integrativa de Nueva York.
Varios médicos ofrecen hoy día los servicios de Mónica Concellón como coach Anti-Cáncer a sus pacientes, para que consigan cambiar sus hábitos de vida y sus objetivos de salud. Entre estos médicos encontramos a la Dra. Victoria Scholz, cirujana especializada en cáncer de mama y fundadora del Primer Centro de Prevención del Cáncer de Málaga; y el Dr. Pedro Torrecillas, premio Siglo XXI a la innovación en criocirugía, que es urólogo especializado en la crio congelación de tumores cancerígenos.

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