TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta).
Hoy quiero hablar de una novela que tenía muchas ganas de leer y que, una vez leída, me ha parecido una auténtica maravilla. Su título es Catedrales (Editorial Alfaguara, 2021) y su autora, la escritora argentina Claudia Piñeiro. A Piñeiro, nacida en la ciudad de Buenos Aires en 1961, ya la conocíamos por estos lares, no en vano es autora de una amplísima bibliografía, que incluye novelas, relatos cortos, obras de teatro, guiones de cine, series de televisión, artículos de opinión, etcétera. Entre sus novelas más interesantes se encuentran Las viudas de los jueves (2005), Elena sabe (2007), Betibú (2011) o Un comunista en calzoncillos (2013), sólo por citar algunas de las más destacadas. Además, sus relatos han sido recopilados en el volumen titulado Quién no, publicado en 2018. Así pues, la escritora argentina ha recibido numerosos premios, entre los que destacan el Premio Clarín, el Sor Juana Inés de la Cruz en 2010 a la mejor novela en lengua castellana por su obra Tuya, el premio Pepe Carvalho que otorga el Festival Barcelona Negra o el Dashiel Hammet a la mejor novela policíaca del año, que otorga la Semana Negra de Gijón, precisamente por esta novela que hoy comentamos, entre otros muchos.
Para quien no haya tenido nunca ocasión de leer a Claudia Piñeiro lo primero que hemos de decir es que, si bien es considerada por parte de la crítica una escritora de novela negra, hemos de señalar que no toda su producción entraría en esta clasificación tan simplista. ¿Es, pues, Claudia Piñeiro una escritora de novela policíaca? Pues mire usted, a veces sí, y a veces no. E incluso me atrevería a decir que cuando es que sí, tampoco se ciñe a las reglas convencionales del género. Porque si tenemos que elegir un adjetivo para calificar a Claudia Piñeiro, ese adjetivo es, sin duda, libre. Prefiero hablar de ella simple y llanamente como una novelista, sin más etiquetas que esa. Eso sí, añadiría que es una gran novelista, dada su pericia técnica y su habilidad a la hora de crear personajes y situaciones absolutamente fascinantes.
Eso es lo que ocurre con Catedrales, la obra que hoy nos ocupa —con resonancias en su título del maravilloso relato del escritor norteamericano Raymond Carver— en la que abundan unos personajes perfectamente delineados y una historia maravillosamente trazada.
Este es, a grandes rasgos, el argumento de esta novela: a mitad de la década de los ochenta, cuando Argentina está recién estrenando democracia con un gobierno presidido por Raúl Alfonsín, en el extrarradio de Buenos Aires, Ana Sardá, una chica de 17 años, de familia católica, clase media, con un padre que es profesor de Historia y una madre beata que es ama de casa, aparece quemada y descuartizada en un solar abandonado de su barrio. Treinta años más tarde, a través de la mirada de seis personajes relacionados con ella (su hermana Lía, su sobrino Mateo, su amiga Marcela, un perito criminalista llamado Elmer, el marido de su hermana, llamado Julián y Carmen, su hermana mayor, más un epílogo, que es, en realidad, una carta de su padre), iremos descubriendo cada detalle de lo que aconteció tres décadas antes, aquel fatídico día en que Ana murió.
Catedrales, como suele ocurrir con todas las grandes obras, es un compendio de estilos y de géneros literarios: el realismo y los planteamientos filosóficos se dan la mano con la novela policíaca y la novela de crítica social, en un ejercicio de perfección narrativa que nos permite avanzar de una manera vertiginosa. Y en medio de todo eso, la autora se atreve a denunciar el poder omnipresente de la iglesia católica en un país, Argentina, en el que hasta hace menos de un año, el aborto era absolutamente ilegal, —como ocurre prácticamente en toda Hispanoamérica— hasta tal punto, que nadie se atrevía ni siquiera a usar la palabra. Y es que el aborto juega un papel primordial en toda esta historia, una historia de dolor personal, de fundamentalismos religiosos, de mentiras e hipocresía, de soledad, pero también de amistad y de libertad individual por encima de dogmas y fanatismos.
Si nunca has leído una novela de Claudia Piñeiro, puedes empezar con Catedrales, una novela tan bien planteada y tan bien resuelta que, a buen seguro, hará que te intereses por otras novelas suyas.
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