Se movilizan hoy en el Parlamento andaluz para exigir que el servicio de ayuda a domicilio lo gestionan empresas públicas
Son unas 1.500 en Sevilla y trabajan para las empresas Claros, Clece, Azvase y Servisad, a las que el ayuntamiento hispalense subcontrata el servicio de ayuda a domicilio o SAD, en unas condiciones cada vez más precarias. Lo cuenta Isabel, trabajadora de Claros y delegada de personal por CGT: «Pedimos que nuestro servicio, somos auxiliares de ayuda a domicilio, sea gestionado por empresas públicas. La Ley de Dependencia está muy parada, hay una larga lista de espera en la que no se producen altas, las que se dan son de grado 1 (de dependencia), lo que supone en contrato para nosotras de unas 10 horas al mes, con la consiguiente precariedad en el empleo. Los contratos son de media jornada, algunos como digo de 10 horas a la semana para mujeres que somos las que llevamos la carga familiar». Pueden trabajar fines de semana, o festivos, 48 horas seguidas sin descanso. ¿Dónde está la conciliación familiar para nosotras?, se preguntan.

Por eso se movilizan, hoy y desde hace tiempo: «Queremos un blindaje en el presupuesto municipal de bienestar social. Queremos que se nos reconozcan las enfermedades profesionales, ya que no tenemos ninguna reconocida a pesar de nuestra carga diaria, y queremos que se acorte la edad de jubilación por esto mismo», prosigue Isabel.
Que el servicio de ayuda a domicilio sea público significaría que «ese dinero que se están llevando las empresas redundara en nosotras, que estamos haciendo una función social, en mejores condiciones laborales y por tanto en la calidad del servicio».
Y es que «casi todas las auxiliares de ayuda a domicilio tenemos problemas de cervicales, lumbares, en las rodillas. Trabajamos con peso, nuestras espaldas terminan hechas polvo, muchos antes de la edad legal de jubilación ya estamos reventadas», según Ana, otra trabajadora de Claros. «Estamos trabajando además en domicilios particulares, que no están adaptados para personas con dependencia». Así que «no estamos exagerando, para nada, no te reconocen ninguna enfermedad profesional, te dicen que te vea el médico de cabecera».
El turno diario de estas auxiliares de ayuda a domicilio es abrumador. «Entro a las 8 de la mañana en el primer domicilio asignado, levanto a mi usuaria, la llevo al baño y mientras ella hace sus necesidades yo voy haciendo la cama, recogiendo la habitación, preparándole la ropa que se va a poner, la ducho, la seco, la hidrato, la visto y la peino, la llevo al salón y le pongo el desayuno que previamente le he preparado también. Mientras ella desayuna, recojo y limpio el baño y su habitación. Le doy la medicación, retiro los restos del desayuno, los friego, nos vamos a dar un paseo o jugamos a las cartas, o hablamos, o hacemos cálculos como estimulación. En el segundo domicilio, vuelta a empezar, con dos personas dependientes. En el tercer domicilio hay dos personas mayores, una con parkinson y otra con alzheimer, aunque yo solo tengo asignada una de ellas. Allí vuelvo a encargarme de todo, principalmente de mi usuario, pero ves las necesidades de la otra persona que vive allí, que no cuenta con ayuda, y como persona no puedo dejar de atenderla. Así que en este domicilio se trata de cuidar en dos horas y media a dos personas, hacer la comida, ducha, limpieza y controlar que uno se ponga la insulina y que otro coma. Y antes de irme, dejar todo recogido, limpio y ordenado».
Hoy marcharán hacia el Parlamento de Andalucía, en una convocatoria estatal, donde la Plataforma SAD en la que se integran llaman a todos los colectivos y personas afectadas por los recortes de la dependencia, bajo el lema ‘La dependencia no se toca’.
Me parece una gran labor y trabajo las que trabajan como auxiliares de ayuda a domicilio, una gran ayuda para nuestros mayores, ya que los hijos/as no podemos cuidar de ellos como se merecen, por nuestras obligaciones laborales, creo que es un trabajo poco reconocido
EL BLOG DE LAS SOCIAS 390 CUIDADOS “Estoy cansado”: carta de una auxiliar de Geriatría Una carta abierta sobre las precariedades y problemas derivados del trabajo de auxiliar de Geriatría. Querid@s compañer@s, no se vosotras/os pero me siento muy cansado y muy desilusionado. Llevo años en la profesión de Geriatría, soy un auxiliar de gerocultor más, de esos que empezaron cuando ni teníamos grúas y todo era fuerza fruta, ni teníamos jabonosas y más…, cuando administrábamos desde medicación básica, hasta intramusculares, incluso hacer curas, desbridar úlceras, colocar sondas. Calentábamos la comida de catering, colocábamos mesas y usuarios e incluso poníamos lavadoras, tendíamos, doblábamos y guardábamos ropa, tanto de cama como de uso. Pues bien, estoy muy cansado de pelear en esta profesión, tanto en residencias privadas y centros de día, como concertadas o municipales. Ahora creía que por fin íbamos a cambiar, poco a poco entre todas/os, esta profesión tan bonita y a la vez tan dura. Creía que con gobiernos del cambio por fin dejarían de hacerse las cosas solo para ganar dinero o para quedar bien, creía que por fin formaríamos parte la gente que estamos las 24 horas del día con ellas/os, porque somos quienes los levantamos, lavamos, afeitamos, cortamos uñas, limpiamos sus orinas y heces, vomitos, mocos, comida, babas, etc. Somos las que les damos de comer, pelamos su fruta, ayudamos en un atragantamiento, espesamos comida para que puedan comer, hidratamos, observamos cualquier anomalía, movilizamos, hacemos sus cambios posturales, acostamos, colocamos protecciones, hacemos bromas, les decimos palabras de cariño y renegamos si no comen. Y cuando llega el relevo, crees que has hecho lo posible para que su día haya sido bueno y su final del camino digno. Y seguro me dejo un montón de cosas más que hacemos, pero hasta de escribir estoy cansado. También estoy cansado de ver en cada uno de los estilos de residencia para mayores, tanto desde empresa, dirección, coordinacion, fisios, incluso Tasoc, que las auxiliares y múltiples o limpiadoras no somos tenidos/as en cuenta para nada o casi nada, solo para buscar responsabilidades en caso de que suceda algún fallo. Estoy cansado de ver inspecciones de gente muy bien arregladita, con carpetas y burocracia, cansado de ver que no han trabajado ni siquiera ocho horas cuatro días en cualquier modalidad de residencias. Se limitan a ir muy serios, pero seguimos igual, salvo por pequeños o grandes trastornos que sirven de muy poco. Cansado de ver en todas ellas médicos/as que se limitan a atiborrar de laxantes, enemas (muchas veces me pregunto si no tendrán un contrato con estos laboratorios que los fabrican) y dolocatiles. Cuando con dietas ricas en fibra y mas ejercicio sería posible reducir tanto medicamento, que encima pagamos todos/as. Bueno y darles palmaditas, o decir lo bellas y bellos que están. Cansado de enchufadas/os, de un partido u otro. Evidentemente hasta hace bien poco era solo PP/PSOE. Etc. Cansado de familiares que para limpiar sus conciencias ven mal hasta el color de la chaqueta que le ponemos. Cansado de que nos deshumanicéis entre todos, de ser culpables de intentar trabajar para ellos/as en mejores condiciones. Cansado de duchas que disparan el agua a todos los sitios menos donde deben, de pañales racionados, de cremas de mala calidad o inexistentes, de duchas donde no se ducharía ninguno de los que viene de inspección. Sea de usuarios o trabajadores/as… Por eso yo pondría inspectoras/os y auxiliares (esas que trabajan en estos sitios) que de verdad inspeccionen. Y si hace falta más de cuatro días, pues más… Estoy cansado de uniformes muy bonicos pero no prácticos, de ambientadores a tuti plen porque os molestan los olores de nuestros mayores. De que mis compañeras sean agredidas tanto física como verbalmente por usuarios con solo minusvalías físicas, o familiares un poquito especiales. Y que nunca se tomen medidas hasta que hay cientos de quejas. Cansado de ver cómo pierdo compañeras/os y grandes profesionales, cansados/as de aguantar….. Cansado de turnos horribles, de no cubrir bajas, de ser una o uno menos, y muy cansado de que me queme mi profesión. Porque es estupenda, la elegí hace muchos años y espero no morirme sin intentar que por lo menos sea una décima parte de lo que mis sueños me llevan a desear, a que no sea una utopía sino un poquito realidad. Creo que hablo por mucha gente de mi profesión, porque no soy un auxiliar solo, somos AUXILIARES EN GERIATRIA.
Así es, estamos explotadas ,nuestro trabajo es muy necesario y las trabajadoras parece ser que no le importamos a nadie . Debemos estar juntas en todas las comunidades y no parar hasta conseguirlo .
Estoy de acuerdo con todo lo que dice Miguel Sanchez. yo soy limpiadora y canguro, que consiste en cuidar de la persona en lo que la familia está ausente por el motivo que sea, hay que lavarles o lo que en ese momento necesite la persona. Cuando voy alimpiar, aunque mi trabajo sea solo limpiar en las casas de esas personas que bien por su enfermedad o por su edad no pueden gestionar la higiene de su casa ni la suya personal, me encuentro con que tengo que vigilar si ha desayunado, si han tomado las medicinas o si se encuentran deprimidos hay que animarlos utilizando toda la psicología que podamos. Es un trabajo que me gusta, pero que no está valorado. Yo ya tengo unos años y achaque debido al trabajo, pero cuando voy a la mutua me dicen que es degenerativo y que me lo trate el médico de cabecera. No pierdo la esperanza y espero que nos valoren lo antes posible y que tengan en cuenta el tiempo de los desplazamientos para que entren como tiempo trabajado.