
Antonia Ávalos Torres se describe a sí misma como “superviviente de violencia de género, experta en violencia, inmigrante y defensora de los Derechos Humanos”. Le debe como es a su madre Joaquina Torres, “la mujer más feminista, amorosa y solidaria con otras mujeres que he conocido; a mi hija Amanda Conde, superviviente de violencia de género, que me ha enseñado sobre feminismo y hermandad; y a Frida Khalo”.
La presidenta de Mujeres Supervivientes de Violencia de Género considera este, su proyecto, como vital. “Surgió hace cinco años, como una apuesta a la vida y a la esperanza para miles de mujeres que están viviendo violencia machista y no saben qué hacer. Nosotras lo hacemos posible a través de una metodología cercana, cálida, original, genuina y posible para salir de los infiernos del terror y de la muerte. Llegamos a donde no llega la Administración pública”.
Las actividades que realizan con las mujeres son las de atención psicológica, asesoramiento legal, a través de la atención integral, y servicio de asesoramiento e información a mujeres víctimas de violencia de género dirigida por un equipo interdisciplinar. La intervención, explica Ávalos, “es a través de nuestros cuatro ejes de abordaje: investigación-acción, intervención, comunicación y formación”. En esta línea, habría que destacar, también, cursos de feminismo y empoderamiento y talleres de desarrollo del proyecto vital y amor propio. No podemos olvidar, añade, “la creación de una red de mujeres y el desarrollo de nuestros contenidos a través de la danza, teatro, performance, pintura, movimiento corporal, técnicas de relajación, etc.”.
Además del reparto de alimentos en la sede social, cuentan con un comedor social en el centro vecinal Pumarejo dirigido a mujeres del barrio, jóvenes universitarias, víctimas de violencia de género. “Es un espacio de encuentro intercambio de saberes, empoderamiento y cuidados y apoyos mutuos”, reconoce. “Estamos juntas y revueltas reinventando el mundo, nuestro mundo, por uno más justo, igualitario y sin violencias machistas”.
La venta de vinos ecológicos Le Vin Violette, de Bodegas Robles, la de algunos cursos y talleres y la solidaridad de personas y de pequeñas tiendas del barrio, están sosteniendo este comedor, para alrededor de 60 mujeres, sin la subvención y apoyo de las instituciones, “tronándonos los dedos cada semana –lamenta Ávalos– porque no sabemos qué haremos de comer para abastecer esta demanda…”.
Sin embargo, añade, “algunos hombres cocinan cada semana, junto a nosotras, con ingredientes de nuestro huerto ecológico Las Hortelanas y el Mar, espacio cedido por Ecologistas en Acción”.
“El mundo cambiará desde una hermandad entre mujeres, ya que juntas somos invencibles”
Balance
“Salvar una vida, es salvar a toda la humanidad”, declara la presidenta de Mujeres Supervivientes. “Estoy llena de miedo por tanta indiferencia y desprecio a la vida de las mujeres y sus hijos e hijas, de la clase política y del poder judicial. Es urgente un cambio de mentalidad que implique a la sociedad en su conjunto, medios de comunicación e instituciones. Para ello es importante la educación, la formación en perspectiva de género a todo el poder judicial, para que no estigmaticen y culpabilicen a las mujeres víctimas a la hora de denunciar y acaben quitándoles a los hijos o que la sociedad crea que las mujeres violadas, lo pidieron. La violencia de género es una cuestión de poder; si enviamos el mensaje a los maltratadores, desde un jefe de Estado hasta llegar al barrendero o chófer, de que el abuso hacia las mujeres es un delito, podemos ir transformando imaginarios y prácticas violentas dentro de la sociedad. Pero, si no existe igualdad real, ni justicia social para las mujeres y lo que nos encontramos es discriminación, bajos salarios por encima del de los hombres, falta de paridad en puestos de representación, impunidad en los delitos de violación sexual, en maltrato, falta de reconocimiento, protección y reparación a las víctimas, los hombres machistas se creerán autorizados y legitimados para hacer con las mujeres lo que les venga en gana como golpear, humillar, violar o asesinar”.
Según cifras del Feminicidio.net, al concluir el pasado año, “iban 90 feminicidios, frente a los datos oficiales de 44 mujeres asesinadas. La diferencia obedece a que los datos oficiales no reconocen todas las violencias machistas, solo aquellas que se producen en el ámbito de la pareja”.
Prevención y referentes morales
Como doctora en Estudios de Género, Ávalos considera que hace falta hacer un ejercicio autentico de autocrítica y reconocer que algo está fallando y que se están haciendo las cosas mal. Eso en primer lugar; después, necesitamos voluntad política, compromiso social, ético, una mirada feminista y recursos de todo tipo, económicos por supuesto. “Habría que contar con un equipo de profesionales expertas en violencia y alianza con otros agentes sociales, formados en violencia machista”, demanda. “Podemos emprender una gran estrategia vital de intervención que ponga en el centro la vida y dignidad de las mujeres y sus hijos e hijas, para combatir esta lacra. Todo ello, con sus procesos de diagnóstico, intervención integral, protocolos de actuación, campañas de sensibilización, procesos de evaluación, seguimiento, reorientación. Donde sean importantes las metas, los objetivos, pero también los procesos, los afectos, los sueños, la utopía y la transformación social”.
¿Por qué no termina de sensibilizarse la sociedad?, nos preguntamos a estas alturas. Tal vez sea, responde Ávalos, “porque estamos tan preocupados de llegar al fin de mes, por el pago de los recibos, por las urgencias del paro, de la precariedad… porque vivimos en una sociedad muy individualista, machista, injusta. Donde nos hace falta empatizar con las “otras”, ver y sentir a nuestros políticos sensibilizados, que no sean corruptos, mentirosos, impostores… Creo que existe mucho desencanto hacia la clase política, nos faltan referentes morales, en los cuales confiar, capaces de proponer sin temor, sin vergüenza que el feminismo es un movimiento político que apuesta a la igualdad, a la vida, a la justicia social, a la ternura, a los cuidados, a la esperanza. Pero nadie se atreve a arriesgarse en el amor”.

¿Qué hacemos?
¿Cómo incluir la educación feminista cuando las propias mujeres dudan de sí mismas? Antonia Ávalos lo tiene claro: “Es la herencia del machismo en nuestras vidas, lo importante es poquito a poco hacer conciencia y sensibilizar de que somos sujetos políticos con derechos y que la manera de obtenerlos, exigirlos o mantenerlos es gracias al feminismo que nos concibe como ciudadanas”. La reivindicación también es muy importante: “Existen muchas estudiosas, investigadoras y activistas políticas que cada día aportamos a la ciencia saberes, conocimientos e historias de mujeres que nos han permitido gozar de derechos civiles, como poder votar, viajar, divorciarte, etc. Esta tarea de visibilización de nuestro linaje femenino viene realizándose en todo el mundo desde los años 60. Ahora mismo podríamos hablar de feminismos, de todas esas luchas y estrategias de superviviencia de manera global, luchando por la igualdad, en contra de las violencias machistas en todo el mundo, despatriarcalizando el mundo y la vida cotidiana con nuestro cuestionamiento al poder patriarcal. Si desde nuestras voces de mujeres diversas, que cada vez es más potente, las negras, las indúes, las mujeres árabes, las latioamericanas, las europeas, etc., lo hacemos, el mundo cambiará desde una hermandad entre mujeres, ya que juntas somos invencibles”.
Para ello, según la presidenta de Mujeres Supervivientes, necesitamos más sensibilización, paridad política en los órganos de gobierno, de las empresas, de todas las instituciones, más conciliación familiar, guarderías, cuidados compartidos entre mujeres y hombres. Y explicarle a los niños y niñas desde la más tierna infancia lo que supone el feminismo “con el ejemplo, el teatro guiñol, con los cuentos, en los juegos y juguetes no sexistas, con el canto, la risa, la poesía…”.
Horizonte y directrices
Como gran proyecto futuro, espera Ávalos, “tener una gran cocina comedor para compartir saberes, alianzas, recursos con las mujeres del barrio. Queremos poder impartir nuestros talleres de empoderamiento y vender algunos productos artesanales de Mujeres Supervivientes y víctimas de violencia de género que se encuentran en extrema pobreza y precariedad”.
¿Y qué podemos esperar? “Hay que apostar a la educación, poner recursos, despatriarcalizar nuestra vida cotidiana y salir del estado de confort. Los hombres, por su parte, soltar los privilegios; los medios de comunicación, seguir un código deontológico feminista. Los políticos, jueces y juezas, formarse en perspectiva de género, usar un lenguaje no sexista. Dejar de emplear un discurso demagógico que no cree realmente en el feminismo y que solo es utilizado el 25 de noviembre (Día Internacional contra la Violencia de Género) y el 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer Trabajadora), olvidándose después de la igualdad real”.
Mujeres supervivientes, la mujer como centro de la intervención y de sus vidas
Objetivos
- Acompañar y gestionar junto a las mujeres sus procesos de denuncia, según sea su elección, su situación de riesgo, su estado emocional para enfrentar los juicios, de separación del maltratador, de reconstrucción personal y de desarrollo de su espacio y proyecto vital hacia una vida libre de violencia.
- Empoderar para la denuncia sin que las mujeres se sientan presionadas o invalidadas por no denunciar cuando deciden no hacerlo, pero que si lo hacen vayan preparadas desde el convencimiento como ciudadanas de pleno de derecho.
- Monitorear el riesgo de las mujeres durante todo el proceso de la intervención, con la finalidad de ser eficaces en la derivación y en contribuir a que las vidas de las mujeres y sus hijas e hijos corran el menor riesgo posible.
- Impulsar procesos de empoderamiento a través de la apropiación por parte de las mujeres supervivientes de nuevos saberes y apoyo instrumental en el cuidado personal y en el respeto a los demás; conquistar el propio cuerpo como primer territorio de libertad, protegiéndose de esta manera de los abusos.
- Evitar la re-victimización de las mujeres que han vivido violencia de género, generando un cambio de mirada: que se vean como supervivientes. Eso les permitirá, por ejemplo, ser tratadas como ciudadanas de derechos en los juicios.
- Contribuir con nuestro discurso para que los medios de comunicación, el ámbito empresarial y la sociedad en su conjunto, se impliquen en no ser cómplices con su silencio y se perciba a las mujeres supervivientes como personas con dignidad, derecho a una vida sin violencia ni rechazo; ciudadanas habilitadas para el mercado laboral.
- Facilitar el acercamiento a la Administración y servicios públicos de aquellas mujeres que están en riesgo y quieran denunciar, así como de aquéllas que necesitan de manera urgente la protección.
- Crear redes de mujeres supervivientes y empoderadas para que se impliquen en los procesos de apoyo a otras mujeres que están siendo violentadas.
- Representar y defender los Derechos Humanos de las mujeres víctimas y supervivientes de violencia de género y ser portavoces en los foros sociales, políticos y económicos, donde se toman las decisiones que afectan a los intereses de las mujeres.
- Actuar como interlocutoras frente a la Administración pública.
- Participar en la cooperación al desarrollo para mejorar la posición social de las mujeres de todo el planeta y facilitar su acceso a los beneficios del desarrollo y del crecimiento económico sostenible.
- Favorecer la formación para el empleo digno de las mujeres, a través de la formación para la inserción sociolaboral, condición indispensable para alejarse del maltrato y empezar una nueva vida para ellas y sus hijos e hijas.

Sensibilización
Ya pasó. Lo sabemos. Pero el 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, fue un día importante para Mujeres Supervivientes. Estuvieron realizando talleres de sensibilización y prevención de la violencia en los IES de la ciudad de Sevilla, en asociaciones de mujeres: “Entre Mundos, “Asociación de Mujeres empleadas del Hogar”, “Asociación de Mujeres de América Central”, Fundación Sevilla Acoge, Mujeres del Barrio Macarena y Casco Antiguo, en la Universidad Pablo de Olavide en el grupo Gep&do, Amnistia Internacional, etc. El 25N, al mediodía, en la Plaza Pumarejo, hicieron una comida popular con colectivos feministas, lectura de manifiestos para la denuncia de las violencias machistas “que atraviesan nuestros cuerpos y proyectos vitales, como son los asesinatos machistas, la pobreza, el paro, la precariedad, las violaciones colectivas, la falta de justicia legal, desafección y falta de políticas sociales efectivas para las mujeres víctimas y supervivientes de violencias de género, por parte de la Administración pública en general y del Ayuntamiento de Sevilla en particular”, denuncia la presidenta. “Tenemos que decir basta a la justicia patriarcal y a la profunda desigualdad en la que vivimos las mujeres. Igual que la violencia de género, nos duele el hambre; y, ahora, con el frío mucha gente no tiene para el pago del recibo de luz en nuestras casas… Lo que queremos es justicia social, no necesitamos limosna ni caridad”.

La «manada»
Sobre la violación en grupo de una joven en los San Fermines de 2016 y el juicio: “Siento una impotencia, dolor, rabia, sufrimiento por esa chica y por todas las mujeres… ya que este caso nos ha puesto en contacto con nuestras propias violencias, abusos, vulnerabilidad, falta de reparación y de justicia por parte del poder judicial, que debiera protegernos y creernos y no cuestionar nuestra palabra y dolor… Sorprendida por su cinismo, por su machismo, por su misoginia, ese odio y desprecio a las mujeres sin límites. Capaz de planificar los asaltos sexuales, con sustancias y herramientas para someter a sus víctimas… es un odio y cosificación hacia las mujeres que lo que denota es una masculinidad cuestionada, incapaz de establecer otro diálogo y acercamiento con no esté basado en el poder y la violencia”.

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