Este 8 de Marzo, las mujeres hemos parado el mundo. Hemos organizado, convocado y desarrollado las acciones que han llenado la jornada de mujeres ( y de hombres que nos han apoyado), de música, gritos, bailes, color violeta y esperanza. Hemos logrado visibilizar que si paramos, se para el mundo. Y que ya es hora de cambiar esa injusta carga de trabajos remunerados y no remunerados, de cuidados, de tantas y tantas cosas que nos dejan exhaustas, cansadas e incomprendidas. Lo que algunas han venido a reivindicar como huelga a la japonesa.
Lo hemos hecho, parar, usando una herramienta clásica como es la huelga que algunos y algunas han intentado desacreditar, pero lo cierto es que si no fuera efectiva, no suscitaría tantos miedos. Hemos secundado la huelga laboral, de cuidados, estudiantil y de consumo, y ha sido un éxito. Sin violencia, sin un contenedor quemado, ni un cajero reventado, ningún pene castrado.
Nos hemos organizado todas las mujeres en todos los sectores, incluido el periodístico. Uno de los momentos mas emocionantes vividos por las que hacemos posible La Giganta digital, ha sido unirnos a las reivindicaciones de las #periodistasparamos. Hemos suscrito el manifiesto, que ha logrado más de 8.000 firmas en toda España. En Sevilla, hemos puesto cara, voz y megáfono, junto con las compañeras, a las acciones para este 8 de Marzo que también ha supuesto un resurgir entre las mujeres periodistas.
Como reza en el manifiesto, todas sufrimos el mismo machismo que las mujeres del resto de sectores –precariedad, inseguridad laboral, brecha salarial, techo de cristal, acoso sexual o ninguneos– pero con las particularidades asociadas a nuestra profesión. Somos conscientes de la relevancia social de nuestro trabajo y, por eso, mostramos también nuestra preocupación por la visión parcial de la realidad que tantas veces ofrecen los medios y en la que falta la presencia y aportaciones de las mujeres. El feminismo también es necesario para mejorar el periodismo.
Por eso, en este 8 de marzo, hemos exigido a los medios de comunicación y empresas periodísticas que tengan en cuenta nuestras reivindicaciones:
La brecha salarial es una realidad en nuestro sector. Exigimos a las empresas transparencia salarial y una revisión de categorías, complementos y criterios profesionales que permitan acabar con ella.
Techo de cristal. Las direcciones de los medios y empresas periodísticas están copadas por hombres. Reivindicamos nuestro derecho a ocupar puestos de poder y responsabilidad y a que se nos tenga en cuenta en las promociones profesionales para puestos intermedios.
Precariedad. Sufrimos niveles de temporalidad superiores a los de nuestros compañeros. De la misma manera denunciamos la inestabilidad laboral de las compañeras freelance y de las falsas autónomas, una situación de precariedad que se ha hecho habitual en los últimos años.
Corresponsabilidad y cuidados. Denunciamos que las dinámicas de trabajo priorizan el presentismo y la libre disposición y son ajenas a las necesidades de cuidado que tienen todas las personas. Creemos que la corresponsabilidad y la flexibilidad no deben ser un asunto de buena voluntad sino una prioridad que las empresas deben asumir para que estas tareas se repartan por igual entre mujeres y hombres. Como en otros sectores, una ausencia de conciliación real perjudica más a las mujeres, que acaban modificando o recortando sus horarios para poder cuidar e incluso abandonando su empleo o cambiando de profesión.
Acoso sexual y laboral. Son muchas las periodistas que han sufrido por parte de compañeros y superiores, pero también de fuentes, situaciones de acoso sexual. Por otro lado, el ninguneo, la condescendencia, el paternalismo y los ‘mansplaining’ están a la orden del día en las redacciones y fuera de ellas, en nuestra actividad diaria. Como profesionales de la comunicación sufrimos acoso on-line, además de comentarios violentos y machistas en nuestras piezas.
Los espacios de opinión y las tertulias están masculinizados. Hay más que suficientes mujeres periodistas y expertas que pueden equilibrar esos espacios.
Mirada parcial y preocupación por los enfoques. Todas estas brechas que sufrimos las periodistas tienen consecuencias, también en los contenidos y en los enfoques de los medios de comunicación. La visión de la realidad que transmiten es muchas veces parcial y está sesgada porque no tiene en cuenta en la misma medida las experiencias, los relatos y las vivencias de las mujeres que, a menudo, son tratadas como personajes secundarios o con estereotipos. Un ejemplo es el tratamiento de la violencia machista, que en muchas ocasiones sigue culpabilizando a la víctima. Las primeras páginas, las aperturas de medios e informativos son decididas por hombres.
Instamos a la audiencia y a lectores y lectoras a ser cómplices de nuestras demandas. Las mujeres firmantes de este manifiesto lo hacen a título individual y no queremos que ningún partido político, sindicato o medio de comunicación se apropie de nuestras reivindicaciones.
Hasta aquí nuestras reivindicaciones como profesionales del periodismo. Por supuesto, asumimos también las reivindicaciones del movimiento feminista para este 8 de Marzo. Y estaremos preparadas para los días venideros, puesto que los cambios se hacen día a día y nos tememos que las actitudes machistas más recalcitrantes serán noticia durante un tiempo. En nuestras manos, y las vuestras, está que sea breve y esté cada vez más cerca un futuro igualitario.
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