La filmoteca de Andalucía, cuya sucursal en Sevilla se encuentra en el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), ha presentado en la capital andaluza el documental La causa contra Franco (Franco on Trial), con la presencia de unos de sus directores, Dietmar Post, quien, junto con Lucía Palacios, después de su anterior éxito con Los Colonos del Caudillo, abordan ahora uno de los capítulos más negros de la historia europea: el “presunto exterminio organizado” que tuvo lugar en España durante la dictadura fascista del general Franco. El documental estará de gira por toda Andalucía.
Partiendo del hecho de que, hasta el día de hoy, nadie ha sido procesado por las atrocidades cometidas sistemáticamente por el régimen dictatorial, en 2010, víctimas del franquismo presentaron una querella en Buenos Aires, la llamada “querella argentina”. Hasta el momento se han emitido 24 órdenes internacionales de arresto. La Causa contra Franco pone ese hecho en su contexto histórico y judicial y plantea una pregunta fundamental: ¿Podría desembocar en el último gran juicio contra una dictadura fascista del siglo XX? Lucía Palacios y Dietmar Post son los responsables de apelar a un espectador que, en absoluto, quedará indiferente.
–¿Con qué criterios seleccionasteis a los protagonistas del documental?
–Al tratarse de una película sobre una causa judicial tuvimos que leer con mucho detenimiento el texto de la acusación. También el auto de Garzón. ¿Quién acusa a quién? ¿Cuáles son los crímenes cometidos? ¿Dónde y en qué circunstancias se cometieron?
Era muy importante explicar los contextos jurídico e histórico. Sin esos contextos el espectador no puede entender cada caso. Y era importante encontrar casos ejemplares, casos que por su naturaleza fuesen paradigma de muchos otros más: casos de los primeros crímenes cometidos en la fase del golpe (Rivas, Narvaéz, Kalzada), en la posguerra (Mendieta, Osaba), durante la dictadura (Falcón, Galante, Kalzada) y los de la transición (3 de marzo). Además, decidimos hacerlo en orden estrictamente cronológico, pues creemos que eso también ayuda a entender la dimensión temporal de los crímenes.
Por otro lado, nos interesaba la dimensión internacional, que se demuestra ya en el juicio de Núremberg, durante el cual el testigo español Francisco Boix, recluso en el campo de concentración de Mauthausen, prueba a través de fotografías que él mismo había escondido, que Kaltenbrunner y Speer habían estado en algunos de los campos. O el testimonio de Elsa Osaba, cuya familia tuvo que huir a Francia donde es internada en campos, y donde uno de sus tíos fue capturado por los nazis y trasladado también a Mauthausen.
España juega un papel de cierta relevancia en el juicio de Núremberg. En el material que conserva el Robert H. Jackson Center encontramos fotos y películas de propaganda que sirvieron en Núremberg como prueba del plan de exterminio nazi y de cómo preparaban su guerra de agresión. Y entre ese material encontramos el del desfile de bienvenida a la Legión Cóndor el 6 de junio de 1939 en Berlín, con la presencia de Hitler y Göring, claro, pero también de Yagüe y Queipo de Llano. ¿Podría este material usarse como prueba de la alianza entre la Alemania nazi y la España franquista? Claramente.
–Existe una clara conexión con Franco y el nazismo, ¿verdad?
–Ya en 2008, cuando empezamos a barajar la idea de hacer una película sobre un posible juicio, tuvimos claro que solamente tendría sentido relacionar lo que nosotros llamamos el “crimen fundacional” (el golpe de Estado del 36) con la masiva ayuda que recibió Franco de los fascismos europeos. Una ayuda que, por otra parte, no se redujo a enviar material bélico o a la intervención de la Legión Cóndor, sino que fue mucho más allá, incluyendo los servicios secretos y de inteligencia.
–¿Y cómo os pusisteis en contacto con víctimas e imputados?
–Habíamos estudiado bastante a fondo el texto de la causa que instruye la jueza argentina María Servini desde 2010, además de haber visitado archivos y haber leído una cantidad considerable de libros sobre el tema, como hacemos con cada proyecto. Contactar con víctimas o familiares de víctimas no fue muy difícil. Elegir los casos que mejor reflejaran los crímenes contenidos en la causa resultó más complejo. Y contactar con los victimarios fue complicado.
Para hacerlo nos imaginamos un posible juicio. ¿Quién acusa a quién de qué crímenes? La causa abarca todos los tipos de delitos contenidos en el código penal –desde el asesinato hasta la desaparición forzada, pasando por la sustracción de bienes, las torturas, los trabajos forzados, etcétera– y fija un periodo muy concreto dentro del cual estos crímenes fueron cometidos: entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977, día de las primeras elecciones libres después de la muerte de Franco. El problema era cómo contar algo tan grande, grave y complejo en 90 minutos.
Desde un principio tuvimos claro que queríamos hablar con todas las partes involucradas en un juicio: víctimas, victimarios, abogados, jueces, historiadores, forenses… pero también con personas como María Eugenia Yagüe, hija de uno de los generales más crueles durante el golpe de Estado del 36 y que asegura no poder creer que su padre fuera un criminal. Juan Yagüe, al igual que otros generales, dejaron muy claro en escritos o entrevistas su intención de exterminar a quienes para ellos eran los “enemigos de España”, los rojos. La señora Yagüe nos abrió su casa y el archivo de su padre.
Nos gustaría mencionar que enviamos invitaciones a participar en el documental a 20 de los 24 imputados por la jueza Servini, así como al Rey y al expresidente Mariano Rajoy. Recibimos respuesta de la Casa Real y de la oficina del presidente del momento, agradeciendo la oportunidad que les brindábamos pero rechazando la invitación. Solamente José Utrera Molina nos atendió.
Merçona Puig Antich se querelló en Argentina contra Utrera Molina, acusándole de homicidio por haber dado el “enterado” a la sentencia de muerte de su hermano Salvador en 1974. Utrera Molina niega cualquier clase de responsabilidad en relación con esa ejecucion. En una de las escenas claves del documental se intercalan los testimonios de la querellante (Merçona Puig Antich), el acusado (Utrera Molina), la jueza Servini y los dos abogados que defienden a las víctimas, como si se tratara de un juicio oral real. Así al menos lo vemos nosotros como directores. Le corresponde ahora al espectador valorar lo que ve en el documental.
–Es curioso que, tanto la hija de Yagüe con respecto a su padre, como Utrera Molina niegan la participación en los crímenes.
–Son dos casos totalmente diferentes. A Yagüe, como hija, reconocer o admitir la posibilidad de que el propio padre fuera un criminal le resulta inconcebible. Y menos aún viniendo de una familia de militares y en una sociedad profundamente católica como la española, en la que la lealtad hacia los padres tiene tanto peso. Utrera Molina no se siente responsable en la medida en que él no firmó ninguna pena de muerte. Muchos juristas, sin embargo, consideran que en el momento en que el Consejo de Ministros daba su visto bueno para que se ejecutasen las sentencias, cada uno de sus miembros son responsables. Esa es la idea que defiende la “querella argentina”, como matiza el abogado de las víctimas Carlos Slepoy en la película.
En el caso concreto de las personas que mencionas, ambas hablaron con nosotros abiertamente. Como documentalistas, tenemos la responsabilidad de hablar con todas las partes involucradas en esta causa, estemos de acuerdo o no con sus ideas u opiniones. Desde nuestro punto de vista, no haber intentado hablar con ellos habría sido un grave error. Faltaría una faceta clave. Como Servini afirma en la película: “Yo como jueza necesito escuchar a los acusados, escuchar su versión”.
Conversamos con ellos, les confrontamos con las acusaciones, con la posibilidad de aparecer delante de un juez, con lo que los historiadores o las víctimas dicen. Y luego les dejamos exponer su versión.
–¿Os sorprendió la primera declaración de la jueza Servini sobre la imagen distorsionada que tenía de Franco? (En un momento dado comenta que pensaban desde su país que era un «militar valiente» que «trajo la paz»).
–No. La franqueza de María Servini puede sorprender a mucha gente, como le sorprende por unos segundos a Josu Ibargutxi, miembro de la Plataforma Vasca contra los Crímenes del Franquismo, cuando en el documental escucha el comentario de Servini.
Pero el señor Ibargutxi reacciona rápidamente y dice: “En Europa también la sensación de algunos países y gobiernos es que el franquismo está muy lejano… piensan algo de eso [que dice Servini] y piensan, además, que aquí ya se hizo la justicia que se tenía que hacer, que fueron juzgados y se les exigió responsabilidades a quienes se les tenía que exigir. Y se quedan con la boca abierta cuando les dices que ni uno, pero es que ni uno, ni siquiera de muestra, ha pasado por la cárcel por todo lo que hizo en cuarenta años de dictadura. Ah, ¿pero entonces eso está sin resolverse? Pues claro que está sin resolverse”.
–En el documental aparecen los relatos de Ascensión Mendieta, Darío Rivas, además de los de los hermanos Kalzada. ¿Cómo se asumen esas historias?
–No creemos que sea buena idea comparar las historias. Por otro lado no nos gusta hablar de lo que sentimos nosotros. Creemos que la indignación y las emociones no son buenos consejeros a la hora de hacer un documental.
Eso no quiere decir que no nos afecten las historias que los protagonistas nos relatan. Todas ellas son impactantes. En el montaje final apenas se incluyen unos minutos de cada testimonio, pero hemos pasado horas con cada una de estas personas. Y también con otras víctimas cuyas historias no hemos podido incluir en la película.
Lo que hacemos es dar a los protagonistas la oportunidad de controlar la situación durante la grabación y decir “esto no quiero que salga”. A nosotros nos interesa la historia, la acusación, los hechos, el testimonio, lo que luego tendrían que repetir en una sala de justicia. No nos corresponde juzgar lo que nos cuentan e intentamos no ponerles en escena sino que estén cómodos a la hora de conversar con nosotros.
María Servini dice en una reunión con representantes de la Junta de Andalucía: “Las víctimas llevan algo dentro, un dolor que no se han podido sacar”. A continuación, fuera de la sala de reuniones, se encuentra con un señor mayor que quiere unirse a la querella y contarle su historia. Nosotros visitamos a este señor en su casa. Se llama Antonio Narváez y sus padres fueron asesinados los primeros días del golpe, él y su hermano se quedaron huérfanos.
Durante la entrevista tuvimos que parar la cámara varias veces porque Antonio Narváez no podía contener la emoción y se echaba a llorar. No nos gusta aprovecharnos del duelo de nuestros protagonistas. Como cineastas tenemos una gran responsabilidad hacia ellos.
Los tres casos mencionados (Ascensión Mendieta, Darío Rivas y los hermanos Kalzada) reflejan muy bien nuestra propuesta para la película: ¿Quiénes son las víctimas? ¿Hay casos de víctimas paradigmáticos que reflejan ciertos crímenes ejemplares de una época concreta del franquismo?
Ascención Mendieta es hija de un republicano que fue asesinado como otros miles después de la guerra y refleja muy bien el exterminio del “enemigo político”.
Darío Rivas no solamente fue el primer querellante en Argentina sino que el asesinato a su padre es muy típico de los primeros meses después del golpe, cuando los nacionales (fascistas) tenían listas de a quién matar, mayormente personas que ocupaban algún puesto público, como alcaldes, concejales y maestros. El padre de Darío Rivas era el alcalde de un pueblo de Galicia, había apoyado la democracia y eso fue su sentencia de muerte.
Y los hermanos Kalzada reflejan el drama humano a lo largo de toda la dictadura: primero Elisa Kalzada es testigo del bombardeo de Guernica; luego los falangistas matan a su padre, concejal del PNV, en 1937; su hermano Julen se hace sacerdote y es encarcelado y torturado en los años 60 (será uno de los acusados en el Proceso de Burgos); Elisa también es torturada por la Guardia Civil en los años 60. Uno podría pensar que sus vidas se han visto destrozadas por el sufrimiento, sin embargo, han tenido la fuerza para luchar por conseguir justicia, por el reconocimiento oficial de los crímenes y porque se juzgue a los responsables.
Julen Kalzada pronuncia una frase esencial al principio del documental. Al salir del juzgado de Gernika, donde había prestado declaración ante María Servini en 2014 (era la primera vez que víctimas del franquismo declaraban ante un juez en suelo español), Julen Kalzada dice con gran satisfacción: “Quizás no llegaremos a Núremberg, pero por lo menos ahora hay la oportunidad de que lo que hicieron con los nazis (juzgarlos) se haga ahora aquí con los franquistas”. !Qué frase!
–Desde luego, qué frase… ¿Y qué imagen os emocionó más de todas las recogidas?
Por ejemplo, la escena con Antonio Narváez es estremecedora. Él, con su carpeta verde bajo el brazo, en la que guarda la desgarradora historia de su familia, esperando a María Servini delante de la sala de la Junta de Andalucía donde se reúne la jueza con representantes del gobierno autonómico, para entregarle la carpeta. Cuando salen, el señor Narváez con la ayuda de Paqui Maqueda de la Asociación de Memoria Histórica de Andalucía se acercan a María Servini, y Narváez, muy emocionado, le expresa lo importante que es para él poder declarar delante de un juez antes de morirse. Le dice: “Es que se nos acaba la vida”. Y como su historia hay miles en España.
LAS MUJERES EN LA ÉPOCA FRANQUISTA, ASIGNATURA PENDIENTE
El tema de las mujeres represaliadas forma parte de la querella argentina, como muestran en la película los casos de varias querellantes: Elisa Kalzada (padre fusilado, víctima de torturas), Lidia Falcón (víctima de torturas y una de las figuras clave del feminismo español), Ascención Mendieta (padre fusilado) y Elsa Osaba (exilio).
En la película, el querellante sevillano Antonio Narváez, dice: «A mi madre la llevaron a la sede de la Falange durante varios días o semanas, según se decía en el entorno familiar para humillarla». Esa palabra, “humillación”, recoge todo el terror que sufrieron tantas y tantas mujeres. Humillación que siempre estaba relacionada con su condición de mujer. Abuso sexual o violación posiblemente serían las palabras adecuadas para lo que le hicieron a la madre de Antonio, pero el término humillación implica la vergüenza.
En un pueblo de Andalucía entrevistaron a un señor muy mayor que de joven fue testigo de una múltiple violación de una chica adolescente. Humillar a las mujeres era también lo que se perseguía cuando se les obligaba a recorrer las calles después de haberles rapado la cabeza y haberles dado aceite de ricino.
A las mujeres no solamente se les daba un trato “especial” en las cárceles (Lidia Falcón escribió un libro con el título En el infierno: ser mujer en las cárceles de España). Si habían fusilado al marido, a ellas les tocaba ocuparse de 6 o 7 hijos, como relata Ascensión Mendieta.
En muchos casos se veían obligadas a abandonar sus pueblos, sin apenas recursos, porque al ser mujeres e hijos de un «rojo» fusilado estaban marcadas y eran represaliadas. Al dolor por la pérdida y la injusticia sufridas, se sumaba la vergüenza y, de nuevo, la humillación.
Si los maridos estaban en un campo de concentración o en la cárcel también les tocaba a ellas sacar adelante a la familia. Además, a muchas les quitaron a sus hijos. El psiquiatra franquista Antonio Vallejo-Nájera llegó a afirmar en uno de sus ‘estudios’: «A la mujer se le atrofia la inteligencia como las alas a las mariposas de la isla de Kerguelen, ya que su misión en el mundo no es la de luchar en la vida, sino acunar la descendencia de quien tiene que luchar por ella». Vallejo-Nájera defendía que las madres «rojas» transmitían sus ideas a sus hijos, por lo que convenía separarlos de ellas.
Pero volviendo a la «humillación» sexual, en la película citan a Queipo de Llano anunciando en la radio el “trato especial” que “sus valientes regulares y legionarios” pensaban ejercer sobre las mujeres republicanas.
Durante la guerra y la dictadura las mujeres pagaron un doble precio, y la mayoría de ellas no pudieron entonces –ni después– hablar de esas “humillaciones” con nadie.
El reconocimiento a todas estas las mujeres es sin duda una de las asignaturas pendientes en España.
El régimen franquista, por otro lado, intentó moldear la identidad femenina. En la película anterior sobre el franquismo, Los Colonos del Caudillo, la maestra del colegio durante la dictadura lo expresa perfectamente: “De ahí vienen muchos de los problemas que tenemos ahora», haciendo referencia a la violencia machista.
Pronuncia esa frase después de haber leído en voz alta lo que propugnaba la Sección Femenina en el año 1963 acerca del papel de la mujer: “A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir. Cuando Dios hizo el primer hombre, pensó: No es bueno que el hombre esté solo. Y formó a la mujer para su ayuda y compañía, y para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue el hombre. Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil”. (Formación Político-Social del primer curso de Bachillerato).
Antecedentes y contexto
–Antes de La Causa contra Franco habíais hecho Los colonos del Caudillo… ¿Cómo surgen ambas ideas?
–Para Los Colonos del Caudillo empezamos con nuestra investigación en el 1999, un año antes de que Emilio Silva encontrase a su abuelo. Gobernaba Aznar y había una recuperación bastante fuerte del franquismo. ¿A quién le importaba que un pueblo llevase el nombre de un asesino? Francamente a nadie.
El documental se estrenó en 2013 bajo amenazas de censura previa en el festival de Valladolid. Hasta el cartel de la película con el rostro de Franco molestaba y en muchos lugares no se colgó.
Paralelamente al rodaje de Los Colonos del Caudillo, empezamos a jugar con la idea de elaborar un proyecto cinematográfico sobre un posible juicio al franquismo y cuando, precisamente, Baltasar Garzón dictó el auto contra el franquismo en 2008 nos pusimos en contacto con él para ver si estaría interesado en colaborar en un documental sobre el tema. La idea, sin embargo, no prosperó.
El rodaje de Los Colonos finaliza en 2010, año en el que Garzón fracasa y en el que se presenta la querella en Argentina. De modo que la idea de hacer una segunda película sobre el franquismo nace durante el rodaje de Los Colonos.
Llevamos ya 20 años trabajando en esto. La pregunta inicial que nos ha movido a hacer estos dos documentales es: ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI un pueblo siga homenajeando con su nombre a un dictador criminal al mismo tiempo que hay miles de víctimas reclamando justicia?
En Los Colonos del Caudillo vemos una escena muy significativa durante una manifestación en apoyo a Garzón en Madrid, después de que fuera imputado: inesperadamente un hombre se coloca delante de la cámara y comienza a pisotear el retrato de Franco mientras dice “¡Cabrón, mataste a mi padre!”.
Ese mismo día Falange había organizado una contramanifestación, contra Garzón y contra la Ley de Memoria Histórica, a la cual también acudimos con la cámara y con la que termina la película. Es un final que refleja muy bien la ruptura en la sociedad española y que nos dejó un sabor amargo en la boca, como de tarea no terminada. Por eso seguimos con el tema.
Por otro lado, ya con Los Colonos del Caudillo nos había quedado claro que para entender esa ruptura no bastaba con hablar con las víctimas y sus familiares, o con gente indignada por la situación. Había que hablar también con personas que defendiesen a Franco. Por cierto, acabamos de publicar un libro sobre Los Colonos del Caudillo, en el que varios autores alemanes y españoles analizan, entre otras cosas, nuestra propuesta a la hora de hacer documentales y cómo las políticas neoliberales están destruyendo la tradición del documental de indagación, al mismo tiempo que debaten sobre la problemática que rodea el tratamiento de la memoria histórica en España.
–Vuestro nuevo documental, La causa contra Franco, muestra cómo el mundo occidental aceptó el franquismo, con las visitas de Eisenhower y Adenauer, entre otros. ¿Esta aceptación marcó en algo después a la Transición?
–En la película son los historiadores Francisco Espinosa y Nicolás Sánchez Albornoz quienes explican la razón por la que los crímenes de Franco no se juzgaron en Núremberg y por la que la España fascista fue aceptada por parte del resto de los países europeos y los EEUU: la guerra fría.
Ya durante el juicio de Núremberg, los EEUU, Gran Bretaña y Francia perdieron el interés en que se juzgase a la mitad de los alemanes, que eran nazis. Alemania como país les hacía falta para la lucha contra el comunismo. La división en dos bloques que genera la Guerra Fría le viene muy bien a Franco y a su gobierno.
Rápidamente, por razones estratégicas, militares y económicas, para la comunidad internacional ya no supone un problema hacer negocios con una España de corte fascista. Las resoluciones de la ONU condenando el gobierno de Franco se olvidan.
En cuanto a la pregunta, el enlace que sugieres es muy complejo, pues abarca facetas geopolíticas, económicas, etc. y no creemos que seamos nosotros las personas más adecuadas para explicarlo. Si te refieres a que en la Transición se corrió un velo sobre los crímenes cometidos durante el franquismo y que si ello tiene que ver con el hecho de que Occidente aceptase el gobierno de Franco… lo que está claro es que si; por ejemplo, en Núremberg, se hubiera juzgado esos crímenes (ya que hubiesen entrado dentro de los crímenes cometidos por los nazis) y las cosas hubiesen tomado otro rumbo. Pero todos parecieron querer olvidar las barbaridades cometidas y que Franco había llegado al poder y se había mantenido en él gracias al aniquilamiento de una gran parte de la población española.
–En el documental se hace un recorrido por todos los años del franquismo y la represión, desde los años 40 hasta el tardofranquismo en el que todavía se torturó y mató a personas por ser contrarias al régimen. ¿Qué diferencias encontráis entre las diferentes épocas?
–Cuarenta años de dictadura es mucho tiempo y lógicamente la dictadura sufrió una evolución, también en cuanto a la manera de ejercer “la mano dura”.
La peor etapa fue la del golpe mismo, la guerra y la larga posguerra en los años 40, con ejecuciones, encarcelamientos, tortura, maltrato, expolio, trabajos forzados, exilio… Te puedes imaginar que es imposible capturar el inmenso sufrimiento vivido por millones de personas.
Tomemos como ejemplo el testimonio de la querellante Elsa Osaba. Elsa es hija y sobrina de republicanos que, junto con decenas de miles de otros españoles, huyeron a Francia a finales del 38, principios del 39, en lo que se ha llamado “la retirada”. En Francia fueron internados en campos de concentración, un tío paterno fue capturado por los nazis y enviado como otros 7.000 españoles al campo de exterminio de Mauthausen. Otro tío fue obligado a realizar trabajos forzados por el gobierno de Vichy. Y ella misma sigue sufriendo las consecuencias de una familia rota. Por otro lado, el caso de Elsa prueba como ningún otro la internacionalidad de los crímenes cometidos en España.
En nuestra opinión, Franco, al contrario de lo que después se nos ha querido enseñar, no fue suavizando su postura con el paso del tiempo. En los años 60 el régimen vendía la imagen de una España moderna, con una clase media acomodada y liberal, una España que había dejado atrás los fantasmas de la guerra.
Pero la resistencia contra el régimen nunca dejó de existir, simplemente fue evolucionando también. Son los años de palizas y torturas a opositores jóvenes en los calabozos de las cárceles o de lugares siniestros como la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid.
Los estados de excepción se suceden en los 60 y 70 debido a la formación de esa nueva oposición. En la película los querellantes Lidia Falcón, “Chato” Galante y Elsa Kalzada relatan las torturas que sufrieron. Y Paco Exteberria como forense explica y confirma las prácticas de tortura que se usaban.
Los años 70 es también una etapa decisiva. Muy importante es el caso de los sucesos de Vitoria en 1976. ¿Cómo se explica que la policía disparara contra unos trabajadores en huelga? Los testimonios de los ministros de la época asegurando que fue muy triste lo que ocurrió, pero necesario, son muy reveladores y los comenta el querellante Andoni Txasko, víctima de las agresiones policiales. Esos ministros y policías, imputados ahora en Argentina, son fruto del golpe de Estado del 17 de julio de 1936.
Un ejemplo de cómo piensan algunos de los ministros aún vivos y presuntamente responsables de crímenes: en 2012 presentamos Los Colonos del Caudillo en el cine Babylon de Berlín. Al debate posterior invitamos al fiscal del Tribunal Supremo Carlos Castresana, al presidente de la ARMH Emilio Silva, al expresidente del gobierno Felipe González y a Fernando Suárez, quien fue ministro del último gobierno de Franco.
Pocos días antes del debate recibimos la negativa de Fernando Suárez, en la que explicaba que no podía participar en un acto en el cual los organizadores llaman a Franco en su nota a la prensa “usurpador de poder”. ¿No es esto una justificación del golpe de Estado? En Alemania una postura así podría tener consecuencias judiciales. Lo que queda claro es que los últimos torturadores o ministros del tardofranquismo estaban donde estaban por el golpe de Estado del 36 y creemos que el documental lo describe bastante bien.
Tras la cámara y el estilo
–¿Fue difícil acceder a ciertos documentos, como varias imágenes de Núremberg, o la película en la que Alemania felicita a Franco por su victoria?
–El material de archivo es de especial importancia en esta película, pues son las evidencias, casi se podría decir que son la prueba judicial. En el juicio de Núremberg se presentaron miles de fotografías y películas (sobre todo las de propaganda) para evidenciar los crímenes nazis.
No nos queremos adelantar y revelar toda la película, pero como ya hemos explicado nos hemos guiado por la idea de un juicio, en el que por cierto el juez no puede dejarse llevar por las emociones y las lágrimas. Su criterio se tiene que basar en pruebas. También hablamos en la película con el antropólogo forense Paco Exteberria y el arqueólogo René Pacheco, cuyos trabajos de exhumación de fosas del franquismo sirven, asimismo, de prueba de los crímenes. Una cosa es afirmar que se cometió un crimen y otra es poder probarlo, como dice la jueza María Servini en el documental.
La mayor parte del material del juicio de Núremberg pertenece al archivo de Robert Jackson en Estados Unidos, quien fue el fiscal principal en el juicio de Núremberg. El trabajo más arduo fue encontrar las partes que necesitábamos para usar como pruebas, como por ejemplo:
1) El testimonio de uno de los principales testigos en Núremberg, Francisco Boix, un fotógrafo catalán que estuvo preso en el campo de Mauthausen. Benito Bermejo fue tan amable de compartir su investigación exhaustiva sobre el caso de Boix. Sin el testimonio de Boix no se hubiese acabado juzgando a nazis como Kaltenbrunner o Speer.
2) El desfile de bienvenida a la Legión Cóndor en Berlín el 6 de junio de 1939. María Eugenia Yagüe nos había enseñado en su casa fotos de un viaje de su padre a Alemania. Ella desconocía la razón concreta del viaje, aunque suponía que como futuro Ministro del Aire su padre quería conocer la aviación alemana. Después de investigar el tema a fondo dimos con un material apenas conocido y descubrimos que el principal motivo del viaje fue otro: en la película de propaganda se ve a Yagüe y a Queipo de Llano en el palco al lado de Hitler y Göring durante el mencionado desfile. ¿Qué mayor prueba de la “amistad” entre la España de Franco y la Alemania nazi se puede encontrar?
Hermann Göring, como jefe de la aviación alemana usó la guerra española como campo para probar su armamento.
Se suele reducir la participación alemana en la guerra al bombardeo de Gernika. Pocos conocen los bombardeos de Durango, Alicante, Barcelona, Madrid, y los muchos otros pueblos y ciudades que fueron bombardeados por la Legión Cóndor. En el juicio de Núremberg no se juzgaron los crímenes cometidos por los nazis en España, pero es el primero en el cual se juzgaron crímenes de guerra, de lesa humanidad y de conspiración política.
Lo último nos parece muy relevante en cuanto se habla de responsabilidades. El fiscal Jackson acusó a los líderes nazis de conspirar contra de la República de Weimar. Fueron los responsables de lo que sucedió después. ¿Quiénes conspiraron en España contra el gobierno legitimado por el voto de los españoles de la Segunda República? Los generales golpistas. El historiador Francisco Espinosa lo resume muy bien en la película: “Los generales golpistas españoles forman parte del grupo que hubiera acabado en un banquillo si Núremberg hubiera mirado hacia España, pero no pasó nada, todos ellos murieron tranquilamente y hasta con honores”. Y la abogada Ana Messuti añade: “En el caso de estos señores nuestra lucha contra la impunidad falla porque han muerto”.
Por lo tanto la querella necesita a personas vivas. Y también, con los imputados vivos, hay que ver si los crímenes se podrán probar.
–Desde una perspectiva estilística, os alejáis de una narrativa del espectáculo. ¿Cómo definirías vuestro estilo? ¿Qué pretendéis con ello?
–El tema de un posible juicio nos hizo reflexionar sobre cómo contar la historia estéticamente y nos imaginamos una sala de justicia en la cual obviamente no hay ni hilo musical ni una banda tocando en directo. Solo se escucharía las voces de las víctimas, de los acusados, los jueces, el fiscal, los abogados…
Por otro lado, un juez no toma una decisión dependiendo de si alguien llora mucho o no, decide en base a las evidencias y pruebas que se le presenten. Esa fue la razón principal de prescindir totalmente de efectos y música. Queremos que el público escuche el testimonio de las diferentes partes que participarían en un posible juicio.
Demasiado a menudo, se abusa de la música, usándola como instrumento para manipular los sentimientos del espectador. La música lo invade todo, y también se usa cada vez más en el nuevo cine documental como herramienta dirigida a formar las emociones del espectador, la sensación y la conmoción valen más que el argumento. Hasta programas “serios” y los informativos de las cadenas de tv públicas se han contagiado.
El filósofo e historiador africano Achille Mbembe afirma que hemos abandonado el ámbito en el que la razón y los hechos eran las medidas de referencia. En su lugar reina hoy un ambiente manejado por las pasiones, en el que la ficción y los hechos se mezclan cada vez más entre sí: “En un ambiente semejante no existe ni la responsabilidad ni la obligación de dar explicaciones y sin esa obligación no puede haber democracia».
En nuestro libro, ya mencionado, el crítico de cine Juan Zapater escribe sobre nuestra manera de trabajar: “Llaman a su productora play loud! y esa es la mayor concesión que se permiten hacer al sonido alto. En sus películas, otra pareja de profesionales del texto audiovisual, los Straub-Huillet, repetían sin que demasiada gente de la profesión les hiciera caso, que hay que huir de la sopa sonora, de ese ruido que empasta las imágenes cinematográficas e introduce en ellas la falsa emoción a cambio de distorsionar su verdadero sentido”.
Pasado, presente y futuro
–¿Qué pasará con la “querella argentina”? ¿Creéis que puede haber algún cambio de rumbo con el nuevo Gobierno?
–No somos políticos ni juristas, pero es de suponer que dependerá de muchos factores el que salga adelante o no. En primer paso sería que Servini pudiese tomar declaración a los imputados, cosa que hasta ahora no le ha sido posible.
Responder a esa pregunta sería especular sobre el futuro. El cambio de Gobierno puede o no tener consecuencias. El intento de promover ahora una comisión de la verdad conllevaría evitar que se extradite a gente como Antonio Pacheco y otros. Al mismo tiempo, la búsqueda de justicia es un proceso largo y complejo. Ana Messuti dice algo muy bonito al respecto en el documental, que no queremos revelar porque es el último comentario en la película.
Y lo demás habría que preguntárselo a la nueva ministra de justicia, Dolores Delgado, la fiscalía o al propio nuevo presidente de España, Pedro Sánchez.
–¿Qué podéis comentar sobre la exhumación de Franco del Valle de los Caídos?
–Es lo que en una democracia alguien debe esperar. Cualquier homenaje a un dictador es una humillación para las víctimas. Creemos que tanto los restos de Franco como los de Primo de Rivera deben ser trasladados a otro lugar, sin duda.
–“España es, después de Camboya, el país del mundo con más enterramientos en cunetas y cementerios», es una de las afirmaciones que se hacen en el documental. ¿Por qué, desde vuestro punto de vista, esa reticencia a asumir esa cruel realidad en este país? ¿Puede que en Alemania sí haya sabido cerrar las heridas, o al menos, compartir una memoria histórica, mientras que en España no ha sido posible?
–No compartimos la idea de que Alemania como país hubiese sabido cerrar heridas. Un ejemplo de la película misma.En el desfile de bienvenida a la Legión Cóndor el 6 de junio de 1936 Hitler personalmente inauguró la Avenida Española (Die Spanische Allee) en homenaje a las tropas victoriosas en la guerra de España. La Avenida Española de Berlín se sigue llamando así. Los berlineses, en su gran mayoría, no saben por qué se llama como se llama. Hasta hace muy pocos años en el ejército del aire en algunos cuarteles se homenajeaba oficialmente a los aviadores de la Legión Cóndor que fueron criminales de guerra.
Sin embargo, los casos alemán y español son muy diferentes. Una diferencia muy importante es que la Alemania fascista fue derrotada en la II Guerra Mundial y son los aliados los que inician el primer juicio contra los victimarios. Una gran parte de la población alemana no prestó atención al juicio de Núremberg, tenía otros problemas. Y luego ya a partir de las primeras elecciones en 1949 la Alemania posthitleriana fue todo menos modélica.
¿Qué haces con un pueblo que había apoyado mayoritariamente a un régimen criminal? Fue muy complicado instalar una democracia y los viejos nazis enseguida volvieron a ocupar puestos claves en la justicia, la policía, la industria y las administraciones.
Eso empezó a cambiar a partir de los últimos años 50 y principios de los 60, cuando surge una generación que se hace las primeras preguntas acerca del pasado nazi y hubo estudiantes que organizan exposiciones sobre los crímenes cometidos.
Clave fue luego la obra de personas valientes como el juez Fritz Bauer, que empieza a investigar y consigue que, por primera vez después del juicio de Núremberg, víctimas del nazismo puedan hablar ante la justicia en Alemania. Bauer instigó el juicio de Auschwitz y fue quien dio con la pista de Adolf Eichmann. Esos juicios con eco internacional ayudaron a cambiar la sociedad alemana. Es a partir de ahí cuando se tolera cada vez menos a políticos con un pasado nazi.
En España, Franco no llega al poder por un sistema democrático. Nunca fue elegido, sino que necesitó un golpe de Estado apoyado por los entonces enemigos de la Segunda República: los industriales, las grandes fortunas, los terratenientes, periódicos como el ABC o la Iglesia católica. El golpe se convierte en una guerra entre pobres y ricos.
Franco y sus generales con la ayuda de Alemania, Italia y Portugal toman pueblo por pueblo y siembran el terror entre la población humilde que por razones muy obvias había apoyado las reformas de la República. Y es aquí donde hay una similitud entre Franco y Hitler: el odio hacia la democracia y sus defensores.
Hitler, al igual que Franco, primero se deshace de sus contrincantes políticos: socialdemócratas, comunistas, anarquistas, sindicalistas, liberales, etc. La democracia llega a España de una manera muy particular. No hay revolución como en Portugal, ni derrota total y ocupación como en Alemania. Sino que el sucesor de Franco instala después de su muerte una democracia, intentando no romper del todo con lo anterior pero convirtiendo el Estado español en una democracia moderna.La así llamada transición pacífica que no fue tan pacífica.
Así que se presenta una situación muy diferente a la situación alemana. Se forja un pacto entre la oposición y los que vienen del antiguo régimen para crear una nueva democracia. El precio que hay que pagar es no hablar del pasado. De ahí surgen todos los problemas actuales acerca de la memoria histórica.
Por lo tanto, mucha gente cree que la transición fue necesaria para evitar cualquier clase de enfrentamiento violento, pero incompleta porque los múltiples crímenes cometidos bajo la dictadura en un Estado de derecho no pueden quedar impunes. Esa impunidad contradice lo que significa una democracia.
(Fin)
DE CERCA
play loud! Productions. Es una productora de cine y un sello de cine y música con sede en Berlín. Nació en 1997 en Nueva York fruto de la colaboración entre los cineastas Dietmar Post y Lucía Palacios. Se les conoce sobre todo por sus documentales sobre música (Monks, Klangbad, Donna Summer) y política (Los Colonos del Caudillo, German Pop and Circumstance, La Causa contra Franco) además de por sus cortometrajes de ficción (Bowl of Oatmeal, Cloven Hooved). Sus documentales se caracterizan por la representación de múltiples perspectivas y por las exhaustivas entrevistas con los protagonistas (ellos las llaman conversaciones), lo que permite a los espectadores sacar sus propias conclusiones.
Al igual que muchos escritores, sellos discográficos y músicos, como Mark Twain, Walt Whitman, Can, Kraftwerk, Faust, ESP, Ton Steine Scherben, Dead Kennedys, EA 80, Einstürzende Neubauten, SST, Trikont, Frederick Wiseman y otros, play loud! lanza sus películas en su propio sello.
En 2008, la pareja de cineastas comenzó a trabajar en un gran proyecto de archivo, la play loud! (live) music series, basándose en tres preceptos: el trabajo de Alan Lomax como cronista y musicólogo, las sesiones de radio de la BBC de John Peel y el trabajo de pioneros del Direct Cinema, como Maysles Brothers, Leacock, Wildenhahn y Pennebaker. «Rodar música en vivo significa no hacer las cosas al estilo de la televisión, sino de una manera muy personal, intuitiva y aventurera. Sigues los acontecimientos a medida que ocurren, sin preparar nada de antemano», cuentan. Algunas de las actuaciones las han grabado con una sola cámara en una toma continua. Son “pinturas / películas minimalistas pintadas”, como algún crítico ha llegado a decir.
Entre los músicos que forman parte de la serie se encuentran Doc Schoko, Die Regierung, Lydia Lunch, Philipp Petit, Faust, Locust Fudge, Floating di Morel, Camera, Dieter Moebius, Michael Rother, Guru Guru, Limpe Fuchs, Burnt Friedman, Jaki Liebezeit, Christy & Emily, Gebrüder Teichmann, FM Einheit, Hans-Joachim Irmler, Damo Suzuki, Ilpo Väisänen, SchneiderTM, y muchos más.
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