TEXTO: Hazeina Rodríguez
Cuando anunciaron la serie me emocioné muchísimo: ¿ajedrez, drogas y una mujer como protagonista? En principio como mínimo sería interesante verla y analizarla. El trailer prometía, pero al final resultó ser solo una selección de frases y momentos épicos, que quedan diluidos en el conjunto de la serie y que simplemente cumplen su función: engancharte y hacer que la veas. Atención SPOILERS.
Los tres primeros capítulos fueron buenos, pero luego todo empezó a desmoronarse cual castillo de naipes entrando en juego multitud de anacronismos, estereotipos y discursos moralistas y patrióticos.
Como protagonista una mujer enigmática, hermosa, inteligente, sí, pero su cuerpo vuelve a ser usado como objeto, como reclamo para tener a una audiencia contenta que pueda disfrutar de vez en cuando de sus bailes en ropa interior.
Puede que así sea más creíble su aceptación en ese mundo exclusivo de hombres de aquellos años 60.
No solo en los 60 las mujeres estaban absolutamente discriminadas en las competiciones y torneos de ajedrez, sino que hoy en día sigue pasando, de hecho, hasta la época de los 90 no empezaron a proliferar los campeonatos mixtos.

La serie no termina de plasmar la realidad a la que se enfrentaban esas mujeres, ni hace justicia a la brillantez de sus mentes. En el último capítulo prácticamente ella consigue ganar la partida final gracias a esa “manada de caballeros” que se unen para auxiliarla… ¿Por qué no gana sola? Han preferido transmitir un mensaje de “trabajo en equipo” y patriotismo (cualquier cosa con tal de ganar a los rusos), aunque estoy segura de que si el protagonista hubiese sido un hombre, esa llamada grupal no se habría realizado, en este caso el individualismo y la heroicidad de un guerrero solitario habría primado frente a la unión por la patria.
Por otro lado está la posición moralista cuidadosamente camuflada en lo que se refiere al tema del consumo de drogas.
En el trailer usan la droga como elemento para atraer a la audiencia, lo prohibido, la oscuridad, las miserias humanas siempre generan morbo e interés. Eso solo dura los primeros capítulos, al final la situación se resuelve de manera milagrosa, ella sale del enganche y se enfrenta al ajedrez sin sus dosis. Pero esta imagen es irreal y distorsionada. Los dolorosos procesos que sufren las personas adictas son largos y están llenos de crisis y altibajos en el camino.
Pero es más políticamente correcto trasladar el mensaje de que “sin drogas si se puede y es mejor”. Pues hay gente que no puede sin drogas, que su vida no es mejor sin ellas y que no es un problema del que puedan deshacerse como el que se quita los zapatos al llegar a casa.
El tratamiento de la temática no hace más que simplificar un problema que padecen muchas personas y restarle importancia.
Lo que más miedo me da es como usan el lenguaje audiovisual y el cine para trasladar esos mensajes moralistas. La primera vez que fui consciente de ese peligro y de lo alerta que había que estar fue con la película “Si las paredes hablasen” donde en la misma casa y durante tres épocas diferentes, se dan situaciones de mujeres que quedan embarazadas. Curiosamente en los dos casos donde las protagonistas deciden abortar el desenlace es fatídico.
¿Cuáles son los mensajes que quieren colarnos? Debemos hacernos siempre esa pregunta porque la comunicación en sus diferentes formatos puede llegar a ser una de las armas más poderosas y manipuladoras.
Creo que Netflix, al igual que hacen las grandes multinacionales que comercializan con contenidos audiovisuales, una vez más ha intentado aprovechar la ola de lo bien que vende ahora hablar sobre figuras e historias con protagonistas femeninas… pero se han quedado ahí, en el uso otra vez más del personaje como objeto para vender y ganar más, pero sin llegar a ofrecer un mensaje transgresor, ni educativo, ni feminista ni…
Otra oportunidad perdida de crear una serie que haga justicia a la memoria de las verdaderas referentes ajedrecistas y que sirva como herramienta para la transformación social, ¿pero que esperamos de aquellos que usan el arte y la cultura como mercancía?
Al menos esto podría servir para que las nuevas generaciones vean en el ajedrez algo interesante y que les anime a jugar (sobre todo a ellas), y que cambien la consola por el tablero.
Para lo que tampoco ha servido es para llegar a los Juegos Olímpicos ya que se ha descartado como disciplina olímpica en 2024 por no considerarse un deporte, a pesar de que los jugadores profesionales entrenan durante 8 horas al día y las partidas pueden durar hasta 7 horas, lo que implica gran preparación física y psicológica.
Y ya por ser tiquismiquis… si quiero ver planos de miradas que se desafían me pongo una serie de intriga … Estoy viendo una serie de ajedrez, quiero ver el tablero, poder pensar las jugadas, participar de alguna manera, aprender… pero imposible…
La quería ver, la he visto y a pesar de todo no me arrepiento, e incluso la recomiendo, pero ¡ojo! Con el ojo crítico siempre abierto . ¡Siguiente!
Grandes jugadoras de ajedrez
La húngara Judit Polgár sólo quiso competir con hombres y fue la primera mujer en participar en el Campeonato Mundial de Ajedrez mixto en 2005.
Pero hay muchos ejemplos de mujeres que han logrado colarse por las grietas de esa muralla infranqueable y han conseguido grandes éxitos. Una vez más invisibilizadas.
En 1879 Ellen Gilbert de EE.UU. derrotó a George Gossip dos veces anunciando jaque mate en 21 movimientos.
Vera Menchik, británica, fue la primera mujer en participar en torneos masculinos y su fama creció entre los años 1920 y 1930.
En 1927 Vera Menchik ganó el primer Campeonato Mundial Femenino, un torneo organizado por la Federación Internacional de Ajedrez.
Las hermanas Polgárs de Budapest fueron las mujeres prodigio más impresionantes de la historia: cada una de ellas había logrado jugadas de gran nivel antes de cumplir los 16 años. También se distinguieron por tratar de evitar las competiciones solo para mujeres.
Hou Yifan ganó el campeonato mundial femenido en 2010-2012 con 16 años, lo que la convirtió en la campeona mundial de ajedrez femenina más joven.
Sabrina Vega, es la mejor jugadora española del momento, en 2017 era la segunda jugadora española y la cuadragésimo quinta mundial con una clasificación Elo de 2427 puntos.
Grandes mentes que demuestran una y otra vez que la distinción de sexos en los campeonatos de ajedrez no tiene ningún sentido.
Sin embargo siguen dándose situaciones discriminatorias, como fue el caso que vivió Marta García en 2020, donde en un campeonato organizado por la universidad de Alicante fue la única mujer que participó y además ganó el torneo. Para su sorpresa no le dieron el premio a la mejor jugadora, sino a la mejor mujer.
Todo esto hace que a día de hoy tan solo una mujer esté entre los 100 mejores del mundo, la china Hou Yifan.
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