María Pazos es una matemática especializada en estadística, que lleva mucho tiempo analizando las políticas económicas necesarias para avanzar en la igualdad de género. Desde su puesto de coordinadora de la línea de investigación sobre Fiscalidad y Género del Instituto de Estudios Fiscales, ha desarrollado su trabajo que ha plasmado en artículos y libros. Acaba de presentar su libro Contra el Patriarcado. Economía feminista para una sociedad justa y sostenible, donde amplía las conclusiones de su anterior obra Desiguales por Ley, y donde detalla las políticas que inciden en la desigualdad real entre hombres y mujeres. Además ha sido promotora de la Proposición de Ley para los permisos igualitarios que la PPIINA acaba de conseguir que llegue al Pleno del Congreso.
Me encuentro con María Pazos Morán en la sede de la UPO en Carmona, en medio del curso La Mercantilización de los Cuerpos y las Vidas de las Mujeres, dirigido por las profesoras Lina Gálvez y Blanca Rodríguez en el marco de los Cursos de Verano. Acaba de participar en la Mesa Redonda sobre “Precariedad, mercantilización y rentas”.
– Eres matemática. ¿Qué importancia tienen las cifras de los presupuestos para las políticas a favor de la mujer?
– Los presupuestos son la expresión de la política económica del Gobierno. Todo cuesta dinero. Para hacer políticas tienes que gastar y tienes también que recaudar. Así es como se organiza la vida de la gente y de un país. Y tenemos que saber cómo se ingresa y cómo se gasta. Porque todo eso tiene un impacto directo en la ciudadanía. Cualquier aumento del gasto, por ejemplo las pensiones, nos lo tildan como imposible, pero no lo es. La economía no es tan complicada como la gente piensa. Los presupuestos hay que estudiarlos para conocer el efecto que van a tener sobre la población.
– ¿Crees que al neoliberalismo le importan las mujeres?
– Al neoliberalismo le importan sus intereses. Y, para sus intereses, necesita que las mujeres sigan en la posición en la que estamos. En ese sentido podemos decir que el neoliberalismo no se preocupa por el bienestar de las mujeres. Al contrario, pienso que es imposible la liberación de las mujeres en el neoliberalismo, porque este tiene el objetivo de desmontar todo el Estado de Bienestar, y sin él es imposible la igualdad. Sin Estado de Bienestar las mujeres seremos forzadas a resolver todo el tema de los cuidados en casa en condiciones de esclavitud.
«Los presupuestos son la expresión de la política económica del Gobierno»
– Acabas de publicar el libro Contra el Patriarcado. ¿Qué es el patriarcado?
– El patriarcado es el sistema de dominación de las mujeres, el único que conocemos, puesto que existe desde hace siglos y en todos los lugares del planeta. Y consiste en que hay una capa social, que son los hombres, que tienen un papel preeminente en la sociedad, y una capa social dominada y sumisa, que son las mujeres, que están en una situación de subordinación. Y esto es así, aunque no se vea. Resulta invisible porque lo hemos naturalizado, pero de natural no tiene nada. Hemos ido desmontando muchas cosas que nos decían que eran naturales, como que las mujeres no servíamos para las matemáticas, y ahora nos parece una barbaridad. O que las mujeres no podíamos ser juezas. Cada cosa que hemos ido desmontando ha dejado de parecernos natural. Pero aún quedan muchas cosas que nos parecen naturales y no nos damos cuenta, y las tenemos que seguir desmontando. Hay un vídeo de Marina Subirats que explica muy bien cómo el mundo está montado en función de los hombres y que yo recomiendo.
– ¿Es necesario, hoy en día, publicar un libro contra el patriarcado, en una sociedad que cree que las mujeres ya están liberadas?
– Sí, porque el patriarcado en el que vivimos actualmente es el patriarcado del consentmiento. Hemos superado la fase del llamado patriarcado coercitivo, aquel que se imponía en base a prohibiciones y mandatos explícitos de desigualdad, como por ejemplo la “obediencia debida al marido”, la “prohibición del abandono del hogar” o la “prohibición del desarrollo de algunas profesiones a las mujeres”. Gracias a la Segunda ola del feminismo de los años 60-70 del pasado siglo, y gracias al movimiento feminista a lo largo de la historia, esas prohibiciones y esas desigualdades explícitas las hemos derogado.
Ahora estamos en la fase del patriarcado que consiste en que los mecanismos de dominación son más complicados. La apariencia de las leyes y las declaraciones de los poderes públicos son de igualdad y creemos que las políticas públicas no producen desigualdad. De tal forma que nos hacen creer que las desigualdades son consecuencias individuales de cada mujer. Nos lo buscamos porque lo elegimos. Pero, claro, lo elegimos porque lo que se nos da a elegir no son todas las posibilidades. Por ejemplo, nos venden que las mujeres elegimos quedarnos en casa cuidando. Y habrá alguna que lo elija. Pero la cuestión es qué alternativas se tienen. Si tú tienes un niño en brazos y no tienes dónde dejarle, es tu criatura y la quieres muchísimo, y te dan a elegir entre una excedencia e incorporarte al puesto de trabajo, pero sin haber cubierto el cuidado de tu hijo; en realidad no te están dando a elegir. Y luego venden que “has elegido la excedencia”.
«Nos hacen creer que las desigualdades son consecuencias individuales de cada mujer»
En todas las políticas públicas pasa lo mismo: nos dan a entender que las mujeres podemos elegir, por lo que es más difícil detectar estos mecanismos de desigualdad. Las regulaciones son sutiles y más complicadas de comprender. Por ejemplo, las consecuencias de la tributación conjunta del IRPF. O el nuevo permiso personal e intransferible que se va a debatir en el Congreso. Esta ley podría anular la ley actual, claramente desigual y obsoleta, por la que la baja maternal sería de 16 semanas y la del padre de solo 4 semanas. Pero si no fuera de carácter intransferible, porque fueran de libre disposición en la pareja, al final serán las mujeres las que asumirían esos permisos. Es una trampa poner un derecho social transferible, porque los derechos sociales no son transferibles. Ningún derecho asociado a las cotizaciones es transferible y, qué casualidad, este derecho, también asociado a las cotizaciones, es el único que quieren poner transferible. ¿Para qué? Probablemente para poder decir que, si nos portamos de manera desigual, es porque lo hacemos libremente. Esta fase del patriarcado es igualmente dañina, pero puede consolidarse mejor si no estamos atentas para desmontar estas trampas.
– ¿De qué trata tu libro Contra el Patriarcado?
– Mi libro se apoya mucho en el anterior: Desiguales por Ley. Se dedica a desmontar los mecanismos de dominación en el patriarcado de consentimiento y a demostrar que son las leyes las que nos conducen a las mujeres y a los hombres por caminos distintos. A las mujeres por el camino de la precariedad, la pobreza y la dependencia económica. Y a los hombres a las posiciones preeminentes en el empleo, a ser –a lo sumo– ayudantes en el cuidado y a estar alejados de la familia. Este es un libro más político, sin tantas cifras como el anterior. Además, estamos en una nueva ola de feminismo, y creo que se necesita un programa de reivindicaciones económicas para acabar con el patriarcado. Es imprescindible conocer que es el patriarcado el sistema social responsable de las desigualdades para con las mujeres. Necesitamos un paquete de medidas políticas para desmontar este sistema y llegar a un sistema igualitario, sin patriarcado y sin división sexual del trabajo. Una sociedad sin mandato de género donde cada persona sea libre de comportarse como quiera y tener diferencias individuales. Sin diferencias salariales, sin falta de derechos y con las necesidades cubiertas. Lo que nos pasa a las mujeres no es solo malo para las mujeres, que no estamos incluidas en el sistema general de derechos, sino para una sociedad que no tiene cubiertos los cuidados.
«El patriarcado es el sistema social responsable de las desigualdades para con las mujeres»
Las mujeres cuidamos en situaciones infrahumanas; y hay muchas personas que no están cuidadas porque el Estado no se hace cargo y porque los hombres tampoco. Son problemas sociales. Yo quería explicar que el patriarcado, en alianza con el capitalismo, nos está conduciendo a nuestra propia extinción, como especie. La crisis del cambio climático, la crisis ecológica, es muy grave y urgente que se tomen en serio medidas para un cambio de paradigma, para lo que el patriarcado es el obstáculo principal.
En el libro abordo este nuevo enfoque sobre la crisis ecológica, demográfica, social y económica. También considero que, para entender la situación actual, tenemos que analizar la historia. Podemos comprobar que, aunque en estos momentos el patriarcado esté en alianza con el capitalismo, en otros períodos de la historia se ha aliado con otros sistemas económicos. No ha sido igual en otros momentos históricos ni en otros lugares del mundo. Eso nos puede proporcionar información sobre cómo cambiarlo.
Por supuesto, también es importante conocer la historia del movimiento feminista y su evolución en los diferentes modelos sociales. Por ejemplo, en países donde las dictaduras se instauraron con fuerza, como Italia, España o Alemania, vemos cómo el movimiento feminista avanzó en la reivindicación del salario al ama de casa, que ha derivado en la paga a las cuidadoras, con la ley de dependencia. Y no se ha cuestionado el papel cuidador de las mujeres. Sin embargo en otros países se luchó por dejar de ser ama de casa por vocación (en los años 60-70). La cuestión es cómo seguir avanzando en las distintas reivindicaciones feministas, como el cambio de modelo de los países nórdicos. Son los que más lejos han llegado. Hay una leyenda negra en torno a estas sociedades escandinavas que, de forma interesada, intenta desprestigiarlas.
– El patriarcado es un modelo social, económico y político. ¿Qué herramientas se necesitan para acabar con él?
– La política abarca todos los ámbitos. Se necesita de los partidos políticos, de los movimientos sociales y de los agentes económicos. Y políticas públicas, puesto que salen de las acciones de los gobiernos y los poderes públicos. Los cambios se necesitan a todos los niveles. Ahora bien, una cosa es la estructura y otra la superestructura. Abarca desde los medios de comunicación a las políticas económicas, tanto la Seguridad Social como el mercado de trabajo. Hay que castigar las violencias machistas y prevenirlas. Imprescindible la formación en violencia de género, a todos los niveles, como el judicial y el de los medios de comunicación. Pero todas estas manifestaciones del patriarcadon llamadas superestructuras, hunden sus raíces en la estructura patriarcal.
«Es imprescindible la formación en violencia de género, a todos los niveles, como el judicial y el de los medios de comunicación»
Luego, si no desmontamos esta estructura familiar desigual, con un sustentador principal y mujer cuidadora, ni la estructura de trabajo, reflejo de este modelo social patriarcal segregado que precariza a las mujeres, no habremos cambiado las conciencias, determinadas por esta estructura. No dejaremos de producir desigualdad. Por eso, las políticas públicas económicas tienen un papel central, porque son las que determinan cómo es la familia. Cuando nace una criatura es cuando se determina el futuro papel de la mujer, cuidadora, y del hombre, ayudante. Es imprescindible un servicio público de educación infantil.
El Estado tiene que poner condiciones materiales para la igualdad. Si no, la igualdad es imposible. Esa es la base de un programa económico feminista. Está demostrado que, cuando se potencie condiciones económicas favorables, las mujeres las aprovechan. Por ejemplo, hemos accedido mayoritariamente al empleo en cuanto se nos ha dado la oportunidad. Hemos accedido a la educación en cuanto se nos ha dejado, y con excelentes resultados, con mejor aprovechamiento que los hombres, en general. Cada oportunidad que se nos da, la aprovechamos. Actualmente, estamos bloqueadas por una situación económica que nos mantiene en la precariedad y en la pobreza.
¿Cómo será el nuevo movimiento feminista?
Hacía mucho tiempo que no se sumaba tanta gente joven al movimiento feminista. Y también mucha gente mayor. A esta nueva ola feminista se está sumando una masa crítica muy importante de mujeres. Los hombres que se están sumando son importantes, pero no son el motor del cambio. Pertenecen a la capa dominante y privilegiada. Es cierto que les necesitamos, porque no vamos a aprobar las leyes sin el Parlamento a favor. Tenemos síntomas esperanzadores del cambio de papel de esa masa crítica de hombres. Creo poder afirmar que este movimiento no es un globo que se pueda pinchar. Es una ola feminista. Las chicas jóvenes no aguantan más porque se han dado cuenta de que las condiciones que se encuentran no favorecen la igualdad. Es una cuestión generacional. Nosotras conquistamos muchas cosas. Mi generación fue la que protagonizó la segunda ola, aunque en España llegó algo más tarde y más tímidamente, por la dictadura que gobernaba. Conquistamos el acceso a la educación superior y al empleo. Tuvimos lo nuestro. Pero, aún así, hemos seguido viviendo vidas de sumisión en las parejas. Las jóvenes no pueden estar contentas con eso puesto que ya lo tienen asumido. Pero también se encuentran con que lo tienen más difícil. Las feministas americanas se dieron cuenta de que el acceso al empleo derivó a las dobles jornadas. No es lo mismo “tenerlo todo” que “tenerlo que hacer todo”. Las jóvenes ven que no se ha solucionado el problema. No encuentran empleo. Cuando hacen entrevistas de trabajo se les preguntan si van a ser madres. Cuando van a ser madres, se ven de cuidadoras y de amas de casa sobrevenidas, cuando no es eso lo que habían imaginado para sus vidas, no son sus expectativas. Sufren la violencia sexual. Tú crees que eres igual que tu compañero de clase, cuando eres pequeña, y luego resulta que te das cuenta de que los hombres ejercen violencia sobre las mujeres. Estos fenómenos se han hecho más brutales. Se han industrializado. Estoy preocupada por las mujeres que se están enfrentando a una sexualidad que sus compañeros han aprendido de vídeos violentos. Las chicas jóvenes no pueden soportar todo esto. No hay elementos de integración, sobre todo en los países familiaristas como España. Las chicas formadas no se van a ir a sus casas.
¿Qué va a ocurrir? Pues a ver si el planeta nos da tiempo. Porque el cambio es absolutamente urgente. Hay un espejismo instalado en nuestra mente. Gandhi decía que “la flecha de la historia siempre cae en el lado del progreso” y estamos acostumbrados a pensar en esos términos. Pero, como también dice Naomi Klein, esto no se cumple en la cuestión ecológica, puesto que el planeta no nos va a dar el tiempo que necesitamos para revertir estas tendencias tan dañinas del patriarcado neoliberal. Es por ello que no me atrevo a pensar ni siquiera a 15 años vista. Por eso el movimiento feminista es la única esperanza. Es el único movimiento vivo a nivel mundial. Es el único que se plantea un cambio de modelo. Y el único que ofrece esperanzas de que ese cambio se de lo más urgente posible, hayamos llegado al nivel de deterioro que hayamos llegado.
– Par concluir, si no se puede llegar a una igualdad real dentro de este sistema económico, ¿es posible revertir este modelo socioeconómico neoliberal y patriarcal?
– ¡Claro! Yo quiero revertir este modelo. Pero, no se puede tener esa visión etapista de seguir en este modelo y cambiar algunas cosas y ya luego saltar al otro modelo. ¿Cómo se salta al otro modelo? La cuestión es qué sociedad queremos, cómo la podemos conseguir desde la situación actual. Una sociedad sin patriarcado es una sociedad muy diferente. La pregunta sería, más bien, qué tenemos que hacer ahora para conseguirla. Es muy fácil. Hay que eliminar la diferenciación sexual del trabajo. Para eso hombres y mujeres hemos de cuidar igual. Sabemos cómo incluir a los hombres en el cuidado, ¡hagámoslo! Es difícil porque no hay voluntad política. Pero no porque no existan medidas que ya se han demostrado efectivas para que eso sea posible.
Hagamos que los servicios públicos se hagan cargo de los cuidados, universalicemos la atención a la dependencia y hagamos una educación infantil de calidad. Todo esto es posible porque lo han aplicado los países nórdicos. Los presupuestos son perfectamente asequibles. Eliminemos los desincentivos que hay para la permanencia de las mujeres en el hogar. El resultado sería mucho menos capitalismo y mucho menos patriarcado. Y desde ahí, ir quitando más capas a la cebolla. Esa sería la hoja de ruta. No hay una disyuntiva entre conseguir cosas en este modelo o ir a por otro modelo. Es que vamos a por otro modelo consiguiendo cosas en este. Pedir el cielo con los pies en la tierra.

Comentarios: Sin respuestas