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Página principal > Está pasando > Rosa Cobo: "El capitalismo ha declarado la guerra a las mujeres"
15 octubre 2018  |  Por Nale Ontiveros

Rosa Cobo: «El capitalismo ha declarado la guerra a las mujeres»

FOTO: realizada por Nale Ontiveros.
Rosa Cobo es una de esas mujeres que llevo leyendo y oyendo toda mi vida feminista. Teórica imprescindible, esta profesora de Sociología, cuya tesis dirigió Celia Amorós, ha desarrollado su trayectoria profesional no solo en el campo teórico, sino también en el práctico, como asesora en el desaparecido Ministerio de Igualdad y como directora del Centro de estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña.

Rosa Cobo es una mujer que habla con claridad, expone sus pensamientos de forma ordenada y concisa, se le nota que maneja bien tanto la teoría como la práctica. Autora de varios libros sobre el patriarcado y el feminismo, fue pionera en definir el patriarcado moderno. Su última obra, La prostitución en el corazón del capitalismo ha calado con fuerza mediática.

Vino a Sevilla en el marco del XII Congreso Andaluz de Filosofía, dedicado este año a la Filosofía, Mujeres y Naturaleza. Su intervención trató sobre “Feminidad y maternidad de Jean Jacques Rousseau”. Justo antes de marcharse, pudimos charlar unos minutos sobre feminismo, algo que deseaba hacer desde hacía mucho, mucho tiempo.

–¿Cómo definirías el feminismo?

–El feminismo es un compromiso que adquirimos para que desaparezca cualquier forma de desigualdad y opresión hacia las mujeres. El objetivo sería que las mujeres lleguemos a tener los mismos niveles de libertad y de igualdad que tienen los varones. Eso, por una parte. Por otra parte, el feminismo es un movimiento social con una tradición intelectual de tres siglos de historia que ha luchado, históricamente, articulado en torno al principio ético y político de igualdad.

–¿Es compatible el feminismo con el capitalismo?

–No, no es compatible. Hay un problema de fondo. El feminismo es un movimiento social interclasista, porque todas las mujeres, de todas las sociedades, de todas las clases sociales, con diferentes formaciones culturales o cualificaciones profesionales, estamos permanentemente expuestas a ser objetivo de formas distintas de violencia patriarcal. Independientemente de cualquier consideración. Mujeres de clase alta y mujeres de clase baja. Eso es un elemento que es imposible no tener en cuenta y que, en muy buena medida, condiciona la actividad política y la actividad intelectual del feminismo. Dicho esto, el capitalismo se ha convertido en una de las fuentes primordiales de desigualdad y de explotación de las mujeres. El capitalismo, históricamente, ha hecho una alianza con el patriarcado. De ahí la frase: «Patriarcado y capital, alianza criminal”. Las mujeres somos mayoría en los trabajos a tiempo parcial, en el trabajo sumergido, en los salarios de pobreza, en los trabajos donde no hay contrato. Las tareas menos cualificadas son las más feminizadas. El capitalismo ha declarado, indudablemente, la guerra a las mujeres y lo ha hecho junto al patriarcado. Por lo tanto, no es un posible un feminismo transformador  y emancipador que no tenga una vena fuertemente anticapitalista.

–Las áreas que ocupan mayoritariamente los hombres están mejor dotadas económicamente, como la ciencia. ¿Es porque las ocupan los hombres o las ocupan los hombres porque es donde está el dinero?

–Creo que es muy difícil saber exactamente cuál de las dos razones es la primera. Lo que sí parece es que hay una razón, y es la que tiene que ver con la socialización. Las niñas son socializadas desde pequeñas para no ocupar el centro del escenario simbólico y el centro del escenario material. Somos socializadas para aceptar que son los varones los que van a ocupar esos lugares de relevancia y esos lugares de poder y decisión. Este elemento que tiene que ver con la socialización y la permanencia de los estereotipos sexistas puede explicar el lugar donde nos ubicamos las mujeres.

Pero, además de la socialización, existen mecanismos que nos van colocando en “lugares secundarios de la vida social”, como diría Simone de Beauvoir. Por ejemplo, cuando los varones tienen que elegir a colaboradores, que probablemente van a sucederles en sus puestos de poder, seleccionan en mayor medida a otros hombres en vez de a mujeres. Hay una serie de lógicas de funcionamiento de la vida social, de larga tradición, que hace que las mujeres seamos, permanentemente, expulsadas de los lugares donde hay recursos y donde hay poder.

«El feminismo es un movimiento social interclasista»

–¿Puede el feminismo apoyar la explotación de las mujeres, tanto la prostitución como los vientres de alquiler, apelando a “la libre elección”?

–Este es un tema que requiere una profunda reflexión. Es muy importante decir que la mayor parte del movimiento feminista tiene una posición abolicionista sobre la prostitución, y una posición crítica acerca de la explotación reproductiva, los vientres de alquiler. Y es importante porque se está diciendo que existe un debate muy fuerte dentro del feminismo, pero que en realidad se trata de un debate entre una amplia mayoría y una pequeñísima minoría, que son quienes defienden que la prostitución es una forma de vida, como otra cualquiera.

También hay que puntualizarlo porque, si no, daría la impresión de que el movimiento feminista está escindido por la mitad, y no es cierto. En la historia del feminismo hay una larguísima tradición, desde Mary Wollstonecraft, que manifestó que la prostitución era una forma extrema de explotación sexual contra las mujeres. Forma parte del ADN del feminismo. Por lo tanto, no hay que desembocar en el estereotipo que dice que unas feministas pensamos una cosa y otras otra.

Tampoco podemos olvidar que hay una poderosa coalición de intereses capitalistas y patriarcales para que siga existiendo la prostitución y los vientres de alquiler. Porque la prostitución se ha convertido en una de las economías criminales e ilícitas que proporcionan más beneficios, que converge en una estrategia de desarrollo para algunos países y algunas zonas del mundo que no han tenido un aparato productivo que les haya permitido engancharse a la economía global. Se alienta la existencia de circuitos semiinstitucionalizados por los que transitan las mafias, a través de los cuales son exportadas las mujeres, desde los países pobres hacia los que tienen más recursos, para ser explotadas sexualmente.

«La prostitución se ha convertido en una de las economías criminales e ilícitas que proporcionan más beneficios»

Los grandes argumentos que utiliza esta alianza criminal para mandarnos el mensaje de que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera son los mismos que utiliza para enmascarar la explotación económica: la libertad individual. Ese es el gran mantra. La idea de la que trata de convencernos los sistemas de dominio patriarcal es que si los individuos que están explotados afirman que esa explotación no existe, con su propia palabra sería suficiente para desactivar esa explotación.

Sin embargo, si algo sabemos, es que una cosa son los individuos que están explotados y la opinión subjetiva que tengan acerca de la situación en la que viven, y otra muy distinta es una realidad social, una institución que puede, o no, tener un carácter represivo de explotación. La prostitución lo tiene, independientemente de la opinión de los que obtienen beneficios, como es el lobby del sexo.

–¿Qué ha significado el 8M para el movimiento feminista en España?

–Creo que lo que ha ocurrido en España este último 8 de marzo no es algo que se haya improvisado. Desde el año 2014 hemos tenido episodios clarísimos de que el feminismo español se estaba convirtiendo en un movimiento de masas. La característica de este 2018 es que se ha convertido en movimiento de masas a nivel internacional. El caso del #MeToo ha puesto de manifiesto con claridad que se ha producido un clima ideológico y político que ha hecho posible que se produzca un grito colectivo de rabia, en el que hay una advertencia al patriarcado: ¡Ya basta, no lo vamos a tolerar! No vamos a tolerar lo que creo que se ha convertido en el corazón de esta cuarta ola feminista, la lucha contra la violencia sexual.

A pesar de que la sociedad española, y otras sociedades, se han desarrollado y aumentado sus niveles de bienestar, la violencia contra las mujeres y la violencia sexual persiste como si no hubiéramos evolucionado. Esto nos tiene que servir para comprender el momento histórico que estamos viviendo.

Sin duda hay un antes y un después del 8M, y vamos a ver con nuestros propios ojos durante los próximos años cómo avanzamos en derechos, vamos a conquistar espacios de igualdad y libertad, con la suficiente lucidez para saber que todos los movimientos históricos de avance son muy efímeros y que siempre tratarán las fuerzas reactivas de articular una poderosa reacción ideológica y material.

A TENER EN CUENTA

La prostitución es un negocio ilegal, pero está visible en muchos polígonos y muchas carreteras españolas. No es legal, pero los empresarios de los “clubes de alterne” están constituidos en una asociación llamada A.N.E.L.A. El negocio del sexo mueve mucho dinero. Se estima que puede mover unos 18.000 millones de euros de dinero negro, en cifras de esta misma asociación.
Hay una clara posición mayoritaria abolicionista entre las feministas, con una posición contraria a la sindicalización de las trabajadoras del sexo, en el sindicato OTRAS. Ya que se trataría de una actividad que “cosifica” a la mujer y perpetúa la ideología sexual masculina patriarcal.
Según AFRAMP, en su guía sobre la trata de personas con fines de explotación sexual, editada por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad del 2016, España es el primer país de Europa consumidora de prostitución y un destino de turismo sexual muy importante.
Mientras en Alemania está regulada, en países como Francia o Suecia, el consumo de prostitución está prohibido y se penaliza al cliente.

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