TEXTO: Virginia Sánchez.
6:15 h. Ya he bicheado el móvil y me levanto de la cama en plan ninja arrastrándome por el suelo hasta llegar a la cocina. La idea es poder tomar un café sin Nora (mi hija de 3 años y medio). ¡Objetivo cumplido! Si todo sale según lo planeado, tendré una hora y media más para poder realizar parte del teletrabajo. Agarro el portátil y como si viviera en una cueva a medio oscuras, sola con una luz cálida a lado del sofá, me pongo con la tarea. El teclado del portátil suena mucho, vamos a ver si Nora no se despierta. Me da tiempo a contestar algunos emails y puedo concentrarme al menos un ratito. ¡Objetivo cumplido!
7:50 h. Nora llega al sofá con sus ojitos aún pegados, me da un abrazo y dice: «mamá, quiero desayunar». Se toma la leche y unas galletas y como si se hubiera tomado… (no menciono lo que se me ocurre que se podía haber tomado) se activa como si no hubiera un mañana. Seguimos de fiesta. Hablamos un rato, ella me cuenta un sinfín de disparates y la soborno con Netflix y me puedo sumar a una formación Zoom que tenía para las 10:00 h. Durante la formación ella viene una y otra vez (he puesto mi centro de trabajo en la mini terraza. Ella ya participa en las reuniones de equipo, en las formaciones que hago…). ¡Objetivo cumplido!
Casi las 12:00 h. «¡Nora!, que nos vamos a la calle». Preparamos un piscolabis, cogemos los cascos de la bici y empieza otra prueba de nuestra gymkana diaria. Retomamos la charla diaria del ‘bichito’. «Mamá, ¿por qué no puedo montarme en los columpios?. Mamá ¿cuándo se irá el bichito…?». Aprovecho la salida y compramos el pan y algo de fruta. Ya empiezo a estar cansada, y no son ni las 14:00 h. Operación salida, cumplida con éxito. Volvemos a casa y toca preparar el almuerzo, últimamente no son tan sofisticados, comemos bien, pero la vida no me da para para un ‘Master Chef’ en casa.
15:00 h. Intento convencer a Nora para echar una siesta. Toda una tarea, yo me tumbo en el sofá y hago como la que duerme. Ella se tumba conmigo, siempre me dice “mamá, yo atrás”. Se refiere a que le gusta tumbarse entre el sofá y yo. Sus palabras son órdenes, ella atrás.
15:30 h. Nora se duerme. ¡Objetivo cumplido! Tengo otra hora y media para poder trabajar. ¡Objetivo cumplido! Ahora merienda y a prepararnos para la salida de la tarde: nuevamente cascos, la bici y ¿adónde vamos?
19:00 h. Regresamos a casa, nos duchamos (hoy no sé si lo conseguiré), en las luchas con la duchas, he perdido. Que se duche cuando quiera jajajaja.
20:00 h. Salimos a aplaudir, ella ya me habla de los equipos sanitarios. La tengo tan locuela contándole tantas cosas y tanta información que podría trabajar en ‘Más vale tarde’ de comentarista en temas de pandemia. Voy a la nevera, saco una lata de cerveza y ambas nos ponemos a hablar, jugar… hoy no sé si me podré el disfraz de Elsa, la diadema de unicornios o vete tú a saber.
21:30 h. Cenamos (preparación previa), hoy puede que toque un sándwich, la vida no me da para freír unos boquerones.
22:15 h. En la cama, cuento leído y mi objetivo es levantarme de la cama cuando Nora se duerma. ¡Objetivo no cumplido! Yo también me duermo. En cuarenta y tantos días de estado de Alarma he conseguido leer 17 páginas de un libro, algún que otro titular de algún periódico en formato digital y poco más… ¿A mí quién me cuida? Así es mí día a día y ¡ojo! soy privilegiada, hago teletrabajo, tengo disponibilidad horaria para flexibilizar mi jornada laboral (ahora menos porque estamos en un ERTE) y tengo apoyo de redes vecinales. Intento imaginar cómo será el día a día de una madre monomarental que no esté en una situación de privilegio y, si os digo la verdad, no soy capaz de imaginarlo.
Mañana, otro día.
Comentarios: Sin respuestas