En 1952, una novela titulada El precio de la sal llegó a las librerías estadounidenses. La firmaba una autora completamente desconocida: Claire Morgan.
TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta).
El libro narraba una historia de amor entre dos mujeres, una chica joven, llamada Therese, y una mujer no mucho mayor que ella, pero casada, cuyo nombre era Carol. Lo insólito del argumento no radicaba en que el libro tratase el amor lésbico, sino en el final del libro. Por primera vez en la literatura norteamericana (y probablemente en la de cualquier otro país) un libro en el que una mujer se enamora de otra mujer termina de manera esperanzadora, positiva, incluso feliz. Y es que hasta la publicación de este libro, en la narrativa mundial, la homosexualidad era un tremendo tabú, y los personajes homosexuales no podían aparecer como personas felices, con éxito en su vida laboral y personal, sino como desgraciados, enfermos mentales, futuros suicidas o simplemente depravados. Así que ya podemos imaginar el cambio tan radical que supuso la aparición de esta novela a la hora de enfrentarse a la homosexualidad en la literatura.
Durante un tiempo, el libro, cuya primera edición había sido en tapa dura, obtuvo algunas críticas “serias y respetables” pero unas ventas discretas. Sin embargo, un año después, cuando se hizo una edición de bolsillo, las ventas se dispararon, llegando a la nada despreciable cifra de un millón de ejemplares vendidos y se supone que muchos más lectores. La pequeña editorial que lo había lanzado, The Naiad Press, empezó a recibir cientos de cartas dirigidas a Claire Morgan, en las que el público expresaba su sentir hacía la historia de amor entre Therese y Carol. Muchas de estas cartas eran auténticos gritos de desesperación por parte de personas solitarias, atrapadas en pequeñas poblaciones donde ser homosexual o lesbiana era visto como el peor de los castigos.
Treinta y dos años después, es decir, en 1984, El precio de la sal fue reeditada, pero esta vez con un título distinto: Carol. La sorpresa vino cuando, en vez de Claire Morgan, el libro venía firmado por Patricia Highsmith, en ese momento, una escritora consagrada de novela negrocriminal y lesbiana militante. La nueva edición venía precedida por un prólogo de la propia autora, explicando las razones que la llevaron a escribir una novela como Carol y a publicarla bajo pseudónimo. Esa novela está traducida a nuestro idioma (Traducción de Isabel Núñez y José Aguirre), y publicada en la magnífica colección Compactos de Anagrama (nº 144). Y es altamente recomendable.
En el año 2015, el director de cine Todd Haynes, llevó a cabo una adaptación de la novela de Patricia Highsmith titulada simplemente Carol. De convertir la novela de Highsmith en un guión cinematográfico se encargó Phyllis Nagy, y para los papeles principales de la película, el director angelino eligió a una magistral Cate Blanchet, que interpretó a Carol, y a Rooney Mara, quien dio vida a la joven dependienta de los grandes almacenes, Therese. Ambas interpretaciones rozaron lo sublime. Sobre esta peli el crítico Carlos Boyero escribió: “Si la narrativa de Haynes te deja con la boca abierta, las maravillosas interpretaciones de Cate Blanchett y de Rooney Mara están al mismo nivel. Es una película con tanto estilo como verosimilitud, la crees y la sientes (…)”.
Fui al cine cuando la pusieron en salas comerciales y recuerdo que salí de allí levitando. Me encantó la historia, las interpretaciones, las miradas, el erotismo insinuado y nada vulgar de las escenas más pasionales, el vestuario, la ambientación, la recreación de la América de los años cincuenta. Cada pequeño detalle. Así que yo solo puedo aconsejarte que busques el libro de Patricia Highsmith y lo leas y después busques la versión cinematográfica de Haynes y la visiones. Y disfrutes de estas dos grandes obras de arte como merecen.
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