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19 septiembre 2019  |  Por La Giganta Digital

Chrissie Hynde, la más fuerte, la más dulce

2019-09-19 21.03.08
Hace unos días, se ponía a la venta Valve Bone Woe, la más reciente aventura discográfica de la cantante, compositora, guitarrista y líder absoluta de la banda anglo-americana The Pretenders. Chrissie Hynde se ha atrevido en esta ocasión a versionar un ramillete de canciones que van desde el jazz más ortodoxo de Charles Mingus, al pop más intimista de Nick Drake, pasando por las melodías imperecederas de clásicos británicos como Ray Davies (quien fuese esposo de Hynde y con quien tiene una hija llamada Natalie) de The Kinks o de bandas míticas norteamericanas como los Beach Boys de Brian WIlson. Para este nuevo disco, la cantante de Akron (Ohio), ha vuelto a aparcar, no sabemos si momentáneamente o esta vez para siempre, el nombre de su mítica banda, The Pretenders, para trabajar con los componentes del Valve Bone Woe Emssemble. El resultado es un disco hermoso, cargado de tristeza y de nocturnidad, en el que la voz de la cantante suena más personal de lo que jamás lo había hecho. Pero hagamos un poco de historia.

TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta).

Chrissie Ellen Hynde nació, como hemos dicho, en la ciudad de Akron, en el estado de Ohio, en los Estados Unidos, un siete de septiembre de 1951. Akron fue, durante mucho tiempo, uno de los centros neurálgicos de la industria americana, aunque a mediados de la década de los ochenta, sufrió un fuerte retroceso debido a las políticas ultraliberales del presidente Reagan. Es curioso que Akron sea también la cuna de otras importantes bandas de rock como los Devo o The Black Keys. Chrissie dedicó “My city has gone”, una de sus más famosas canciones incluida en su disco de 1984, Learning To Crawl, al declive económico que su ciudad sufrió en los aciagos años ochenta. Desde muy niña, Chrissie, que había nacido en el seno de una acomodada familia conservadora de clase media que votaba al partido Republicano, se desvivía por el rocanrol, hasta el punto de que prácticamente no le interesaba ninguna de las cosas por las cuales las chicas de su edad sentían interés en aquel momento histórico. Para ella lo más importante durante los años de su primera adolescencia y su juventud eran los Rolling Stones, Beatles, Beach Boys, Iggy Pop, Velvet Underground, David Bowie, The Kinks y todas las demás bandas de renombre del momento.

Después de estudiar arte en la universidad, y atraída por su pasión desbordada por el Reino Unido y por sus héroes musicales (especialmente la santa trinidad formada por Rolling Stones, Beatles, The Kinks) con veintitrés años y prácticamente con lo puesto, toma un avión y se planta en Londres. En 1973 la capital inglesa era un hervidero de músicos, diseñadores, periodistas y creadores de todo pelaje y condición. Allí, en aquella ciudad hiperactiva y anárquica, la joven americana entra en contacto con gente como Malcom McClaren, Johnny Rotten, Sid Vicious, Mick Jones, Joe Strummer o Steve Strange, o lo que es lo mismo, lo más granado del furibundo movimiento punk que está a punto de sacudir a la biempensante y conservadora sociedad británica de la cabeza a los pies. Durante este tiempo, tiene ocasión de trabajar en diferentes empleos, que van desde empleada en un gabinete de arquitectos a dependienta de Sex, la famosa tienda de artículos eróticos que regentan McClaren y su novia, Vivienne Westwood, pasando por redactora del New Musical Express, una de las dos publicaciones musicales más importantes del Reino Unido (la otra era, por supuesto, Melody Makers).

En 1978, en plena efervescencia del punk y la nueva ola, y después de haber pasado por diferentes grupos sin encontrar nunca su lugar, Chrissie Hynde forma el que será su grupo definitivo y su principal canal para dar rienda suelta desde entonces a su creatividad: The Pretenders. En la primera formación, la que grabó tanto las primeras maquetas como los dos primeros discos de la banda, el álbum homónimo The Pretenders y The Pretenders II, estaban además de la propia Hynde, que se encargaba de la guitarra rítmica y la voz principal, James Honeyman-Scott, guitarra solista, teclados y coros, Pete Farndon, que tocaba el bajo y hacía coros, y Martin Chambers, que se encargaba de la batería y de las percusiones de todo tipo.

Pero esta formación iba a durar poco. La adicción a la heroína de Honeyman-Scott y de Farndon los llevará a ambos a la muerte en un brevísimo período de tiempo. Desde entonces por la banda han pasado decenas de músicos, hasta el punto que se podría decir que The Pretenders es, en cada álbum, Chrissie Hynde más un grupo de músicos que van variando según las necesidades de la grabación. Eso sí, Martin Chambers sigue siendo el fiel escudero de la todopoderosa Hynde, el que siempre se ocupa de los tambores, formando con ella un tándem único.

Hasta el momento, Chrissie Hynde ha grabado diez álbumes de estudio: Pretenders (1980), Pretenders II (1981), Learning To Crawl (1984), Get Close (1986), Packed! (1990), Last of the Independents (1994), Viva el Amor (1999), Loose Screw (2002), Break Up The Concrete (2008) y Alone (2016). Además ha publicado un par de discos bajo su propio nombre, Stockholm (2014) y el reciente Valve Bone Woe, y un disco bajo el nombre de JP, Chrissie and The Fairground Boys, titulado Fidelity! (2010). A estos trabajos hay que añadir varios discos recopilatorios, algunos discos grabados en directo y más de treinta discos sencillos. Además, hay que señalar que la cantante y guitarrista estadounidense ha colaborado con decenas de artistas de diferentes estilos, edades, nacionalidades, etc., que van de Neil Young al grupo de reggae UB40, pasando por Elvis Costello, Frank Sinatra, Johnny Marr, Neil Tenant, y un larguísimo etcétera de músicos de primerísima fila. En todos estos discos, la cantante americana siempre ha sabido mezclar de manera sublime sus múltiples influencias musicales, que van desde el rocanrol primitivo de Chuck Berry o Elvis Presley, al beat británico, pasando por el reggae, el pop, el soul o la new wave. Lo que está claro es que en sus canciones las melodías siempre han jugado un papel primordial y las guitarras llevan todo el peso de las grabaciones. De su amplísima discografía, mi disco favorito es Get Close, un disco publicado en 1986 que produjeron Bob Clearmountain y Jimmy Iovine y que contiene, en mi opinión,  algunas de las mejores canciones que Chrissie ha grabado en toda su carrera, como “Don’t get me wrong”, la sensacional “Hymn to her” o la extraordinaria versión del “Room full of mirrors” de Jimi Hendrix. He de decir también que Get Close fue el primer disco de Pretenders que compré justo en el momento de su lanzamiento, allá por 1986. Tal vez por esta razón sea mi favorito.

Sin embargo, y a pesar de la extensísima discografía de Chrissie Hynde, su hábitat natural, su lugar por excelencia, es, qué duda cabe, el escenario. Sobre las tablas de un teatro o en un festival veraniego, se siente como pez en el agua, y aún hoy, cuando está cerca de cumplir los setenta años, en el momento en el que agarra su guitarra y despliega su savoir faire, pocos artistas, ya sean hombres o mujeres, se le pueden comparar. Esto que digo se pudo comprobar en el Festival de Jazz de Donosti en el verano de 2017, donde ofreció uno de los mejores conciertos de su larguísima trayectoria.

Chrissie Hynde siempre ha sido una defensora a ultranza de los derechos de los animales así como una vegetariana convencida desde incluso antes de sus tiempos de universitaria. Por supuesto, también es una feminista comprometida y militante, que ha utilizado sus canciones para expresar, de una manera libre e independiente, sus puntos de vista sobre las relaciones personales, el sexo y el amor, las drogas, la soledad, el arte o el maltrato animal. Siempre ha dicho lo que le ha dado la gana, sin importar lo que los demás opinasen de ella y sin preocuparse de los problemas que sus opiniones podrían acarrearle. Muchos de estos polémicos puntos de vista están contenidos en su autobiografía Reckless: My Life as a Pretender (existe traducción castellana: A todo riesgo) editada en 2015, donde cuenta gran parte de su niñez y adolescencia en Ohio, así como sus comienzos en el mundo de la música. De igual manera, la líder de Pretenders es una apasionada del arte, especialmente de la pintura, a la que dedica una gran parte de su tiempo, trabajando en su estudio. En 2018 se publicó Adding the Blue, un libro que recogía una gran cantidad de sus acuarelas, retratos, autorretratos y pinturas abstractas, prologado por Tim Marlow, el director de la Real Academia de Arte británica y por el músico Brian Eno.

A sus sesenta y siete años Chrissie Hynde parece estar mejor que nunca, tanto en lo personal como en lo profesional. “Envejecer es algo muy interesante, porque la vida comienza a tener sentido”, le comentó a una periodista del diario británico The Guardian en 2018. Su flamante nuevo disco así lo demuestra, pues la voz que se puede escuchar entre sus surcos sigue siendo melódica e indómita, personal y hermosa. A día de hoy, su activismo no ha perdido ni un miligramo de compromiso. No es nada raro encontrarla, acompañada por alguna de sus hijas, en distintas manifestaciones, contra el fracking, los abusos policiales, u otros asuntos de candente actualidad, y sus opiniones siguen provocando tormentas en los medios y entre su público. Así pues no es nada descabellado afirmar que Chrissie Hynde se encuentra en uno de sus mejores momentos vitales. Y mientras publique discos tan buenos como Valve Bone Woe, tendremos Chrissie para rato.

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