TEXTO: Rafael Calero Palma (escritor y poeta).
Hace unas semanas tuvimos ocasión de verla interpretar algunas canciones de su más reciente álbum, el esplendoroso Wanderer, publicado en 2018, en el programa musical de Televisión Española, La Hora Musa. En ese plató de televisión, además de cantar maravillosamente bien, también habló con Maika Makovski, la presentadora del programa, de su maternidad, de su azarosa vida errante, y por supuesto, de música. Después de casi tres décadas dedicada de manera profesional al rock y con una decena de discos publicados bajo su nombre artístico, Cat Power, Charlyn Marie Marshall, la mujer que hay detrás de ese pseudónimo, más conocida como Chan Marshall, parece estar más satisfecha que nunca con su obra y con su vida privada, en la que su hijo ocupa un lugar privilegiado.
Chan Marshall nació en Atlanta (Georgia) el 21 de enero de 1972, la segunda hija de un músico de blues que tocaba el piano y de una jipi militante llamada Myra Lee. De niña pasó largas temporadas en casa de su abuela. Esas estancias alternaban con viajes a lo largo y ancho del sur de los Estados Unidos en compañía de su madre y del segundo esposo de ésta. Y a pesar de todas las idas y venidas, o precisamente por eso, Chan Marshall siempre ha definido su infancia como una época “repleta de felicidad y de amor”. Su adolescencia estuvo marcada por la música: el pop y el punk británico y el rock americano ejercieron una fuerte influencia en una joven como ella. Así que, casi sin apenas darse cuenta, encamina sus pasos hacia el mundo de la música. La década de los ochenta toca a su fin y ella, junto con un grupo de amigos de su ciudad, forman el grupo experimental Cat Power, un nombre con el que publicará todos sus trabajos discográficos, a pesar de ser una cantante solista.
Cuando aún no había cumplido los veinte años, se traslada de su Atlanta natal a la ciudad de Nueva York, atraída por la incipiente escena del rock independiente. Allí va a grabar su primer single, ayudada por los miembros del grupo God is my co-pilot (Dios es mi copiloto). Dicho disco aparecerá en 1993, y contiene en la cara a el tema titulado “Headlights” y en la cara b, “Darling Said Sir”. Se trata de un single del que se editaron quinientos ejemplares, que a día de hoy, se ha convertido en una buscadísima pieza en el mercado del coleccionismo.
Tras un concierto de Liz Phair en el que Chan actúa como telonera, la joven compositora entrará en contacto con el batería Steve Shelley, de Sonic Youth, y con el guitarrista Tim Foljahn, de Two Dollar Guitar, que la ayudarán en la grabación de un puñado de canciones que acabarán convirtiéndose en sus dos primeros álbumes, Dear Sir (1995) y Myra Lee (1996). Las veinte canciones que componen los dos discos fueron grabadas en un solo día de diciembre de 1994, aunque se editaron como dos discos diferentes. Ambos discos son una magnífica tarjeta de presentación y muestran a una compositora, guitarrista y pianista que sobrepasa con creces a la media de artistas del momento. En los surcos de estos dos álbumes hay un compendio de rock, folk, punk, blues, country y sobre todo, unas letras de un manifiesto tono poético, y de un marcado contenido feminista, que se convertirán en marca de la casa. De las veinte canciones grabadas, destacan, en mi opinión, dos temas: la minimalista y dickensiana en su título “Great expectations”, con esos versos en los que Chan repite como un mantra hipnótico, con esa voz triste que se clava en las entrañas, “I am the snow” (yo soy la nieve). Una canción absolutamente demoledora. El otro tema es la versión de “Yesterday is here”, un tema compuesto por Tom Waits y su esposa Kathleen Brennan e incluido en el álbum del artista californiano de 1987 Frank’s Wild Years.
Las versiones de canciones ajenas han jugado un papel fundamental en la obra de la cantautora, hasta el punto de que ha llegado a publicar a lo largo de su carrera dos discos de versiones. En el año 2000 editó The covers, un disco que incluía algunas de sus canciones favoritas revisadas desde su particular forma de entender la música. Bob Dylan (“Paths of Victory” y “Kingsport Town”), The Rolling Stones (“Satisfaction”), The Velvet Underground (“I found a reason”) o Smog (“Red Apples”), son algunos de los artistas versionados en ese álbum. En 2008, hacía lo propio con Jukebox, aunque en esta ocasión, junto con la recreación de temas ajenos, aparecían dos composiciones propias: “Song for Bobby” y una nueva versión de un tema propio, “Metal Heart”. En Jukebox se revisan temas que habían sido interpretados previamente por Billie Holiday, James Brown, Janis Joplin o Hank Williams.
La obra discográfica de Cat Power se completa con los discos What Would the Community Think (1996), Moon Pix (1998), You are free (2003), The Greatest (2006), Sun (2012) y Wanderer (2018), todos ellos absolutamente recomendables. Además, también ha participado como actriz en algunas películas y como modelo en diferentes campañas publicitarias.
Mi disco favorito de los diez que ha grabado Chan Marshall en toda su carrera es You are free, un disco publicado en 2003 y en el que colaboraron Eddie Vedder, de Pearl Jam; David Grohl, de Nirvana y Foo Fighters; y Warren Ellis, miembro del grupo australiano The Dirty Three y de los Bad Seeds, el grupo de acompañamiento de Nick Cave. Entre las doce canciones que contiene este álbum, probablemente está la más hermosa de todas las que ha cantado Cat Power en su dilatada carrera y una de las canciones más tristes y desangeladas de la historia de la música popular. Me estoy refiriendo a “Werewolf”, un tema compuesto por el cantautor folk Michael Hurley y que el director de cine Pedro Almodóvar incluyó en la banda sonora de su película Los abrazos rotos, en el año 2009.
Durante todos estos años, la vida personal de Chan Marshall ha sido un tanto caótica y repleta de problemas con el alcohol, y diversas enfermedades, como la ansiedad y la depresión, la han llevado al límite. Esta ha sido la causa principal de que, durante mucho tiempo, sus conciertos fueran tremendamente impredecibles, y nunca se sabía si llegarían o no hasta el final. Esto le ocurrió, por ejemplo, en un concierto en el año 2003 en la ciudad portuguesa de Oporto, donde sólo fue capaz de completar tres temas, y se pasó la mayor parte del concierto murmurando y moviéndose sobre el escenario como un fantasma. Afortunadamente, esos tiempos parecen haber quedado atrás desde que ha sido madre, pues la cantante norteamericana ha moderado bastante el consumo de alcohol.
Durante la mayor parte de su carrera, Chan ha publicado sus álbumes con el seño independiente Matador, pero Wanderer, su más reciente álbum, ha sido publicado por otro sello independiente, Domino. Este cambio se ha debido a que los dueños de Matador pretendían convertirla, según sus palabras, “en una nueva Adele”, algo a lo que ella no estaba dispuesta en absoluto. En la actualidad, Chan Marshall sigue publicando discos, tocando por escenarios de todo el mundo y compartiendo, feliz, su vida con su hijo en la ciudad de Miami, en Florida, donde fijó su residencia hace unos años. Ojalá que el futuro nos regale más discos, más canciones, más actuaciones de esta portentosa mujer.
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