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23 mayo 2020  |  Por Nale Ontiveros

Carmen, entre el mito y la leyenda

carmen
La ópera Carmen fue compuesta por George Bizet y estrenada en París el 3 de Marzo de 1875. Esta obra, cuyo libreto fue realizado por Ludovic Halévy y Henri Meilhac, estaba basado en el libro Carmen escrito 30 años antes por Prosper Merimée, en 1845.

En un primer momento la ópera Carmen resultó poco interesante a los espectadores franceses. De hecho, Bizet murió sin ver el gran éxito que esta ópera consiguió un tiempo después. La historia de esta mujer, cuya acción transcurre en la Sevilla de principios del siglo XIX, pareció chocar con un público acostumbrado a mujeres protagonistas más cercanas a heroínas o diosas. No obstante, tras un fracaso inicial, se ha convertido en una de las óperas más representadas hoy en día en el mundo.

Tampoco el público estaba acostumbrado a encontrarse con una mujer que no sucumbe ante los convencionalismos sociales, de una dudosa moralidad según los cánones, y que llega a morir por defender su propia libertad de amar sin censuras.

Carmen, la cigarrera

Carmen era cigarrera. Trabajaba en la Fábrica de tabacos de Sevilla, donde la mayoría, eran mujeres. En Sevilla eran unas 5.000 trabajadoras, llegando a sumar casi 23.000 en todo el territorio español. Se dice que no hubo ninguna huelga en el siglo XIX en la que no estuvieran las cigarreras. El tabaco manufacturado en España, procedente de América, se distribuía por todo el mundo. Los puros habanos habían sustituido al rapé en las preferencias de consumo, y muy pronto se popularizó el uso de los cigarrillos, hechos con las hebras del tabaco y liados en papel.

El éxito de ventas del tabaco concentraba un gran número de trabajadoras en las diferentes fábricas, siendo Sevilla una de las más importantes. Muchas de sus trabajadoras vivían en el barrio de Triana, desde donde cruzaban el río Guadalquivir a la ida y la vuelta del trabajo, en unas barcazas. Cada día era un espectáculo ver a todas esas mujeres, cargadas de sus hijos más pequeños caminar hasta la calle San Fernando, el lugar donde se encuentra la Fábrica de tabacos.

Cigarreras en 1905.
Cigarreras de Triana.
Movimiento obrero de las cigarreras.

Estas mujeres, que realizaban unas largas jornadas de trabajo, convivían en las salas de manufactura. El movimiento obrero femenino comenzó con la lucha de ellas por sus derechos, los cuales conquistaron a base de huelgas. La fuerza de su lucha conjunta, todas a una, consiguió mejoras en sus condiciones laborales. Una de las más importantes fue la huelga en 1830, en plena represión absolutista de Fernando VII, cuando protestaron debido a que, la mala calidad del tabaco que estaba llegando, provocaba una mayor lentitud en su manufactura, a pesar de lo cual las exigencias en cuanto a la producción seguían siendo las mismas.

El apoyo mutuo de estas trabajadoras les llevó a organizarse, creando las Hermandades de Socorro Mutuo. Allí se luchaba por los derechos de las mujeres que caían enfermas, o cuando cumplían los 65 años, a las que encomendaban tareas más sencillas. También fue muy importante su lucha para tener un servicio de guardería en la fábrica, y las cunas a los pies de sus puestos de trabajo, para poder amamantar a los bebés. Porque, no hay que olvidar que estas mujeres, además de las largas jornadas en las fábricas, también llevaban el peso de sus hogares, con doble carga de cuidados y trabajo del hogar.

En las fábricas se organizaban entre ellas, para una serie de tareas, como guisar o limpiar. También es importante destacar el hecho de que siempre hubiera mujeres dedicadas a leer en voz alta las noticias de los periódicos, y panfletos obreros, tal y como recogió Emilia Pardo Bazán en La Tribuna, considerada la primera gran novela social española, que describe la vida de una cigarrera coruñesa, Amparo, una líder obrera, con una gran concienciación política, republicana y federalista, cuyo trabajo consistía en leer a las obreras.

Cuando aparece la novela, y luego la ópera, en España es conocido este movimiento obrero femenino. El interés que España, y Andalucía en particular, despertó en los viajeros franceses, se refleja en los grandes autores que la recorren, plasmando luego sus impresiones en sus novelas, reflejo de un movimiento de protagonismo hispano-andaluz en el Romanticismo. También se produjo un descubrimiento del arte español, fruto del saqueo sistemático del tesoro artístico por parte de los invasores napoleónicos.

«La primera de estas réplicas está desvanecida con saber por un principio general que en todas partes y en todas artes y manufacturas es mayor el jornal del hombre que el de la mujer porque ésta sólo tiene que atender ordinariamente a su propia manutención y aún muchas de ellas a sólo su vestido porque las mantienen sus padres, hermanos y parientes y los hombres tienen que mantenerse a sí mismos, a su mujer, a sus hijos y aun a sus madres, suegras o hermanas; y aunque esta diferencia de jornales influye mucho en el aumento o rebaja de precio de la manufactura, también influye considerablemente en el interés del Estado que sean hombres y no mujeres las que las hagan, porque la población se aumenta con una familia en cada uno de estos jornaleros, al poco que se disminuye cuando son laborantas de cigarros las mujeres, las cuales saben que son despedidas cuando se casan y sólo aspiran a manternerse solteras, tal vez con una vida inmoral y relajada».

(Sevilla 10 de octubre de 1807, Correspondencia de J. Espinosa a M. Cayetano Soler).

Fábrica de Tabacos de Sevilla. Obra de Gonzalo Bilbao (1915).
Cigarrera.

Carmen, el mito de la libertad

La descripción física sobre Carmen que hace Merimée nos deja claro que nos encontramos ante una criatura diferente del resto de mujeres que la sociedad del siglo XIX consideraba adaptadas a las normas sociales. “Era una belleza extraña y salvaje, una cara que sorprendía al principio, pero que no se podía olvidar”.

Tanto en el libro como en la ópera, nos quieren dejar claro que Carmen es una mujer libre. Pero, ¿qué clase de libertad es la que tiene Carmen? Verdaderamente, ninguna. Quizás se estuvieran refiriendo a la clase de libertad que te da el trabajar y ganar un salario, lo que te permite no depender de ningún hombre. En un momento en el que el matrimonio no es una opción, sino un estado obligatorio para la gran mayoría de las mujeres, el hecho de percibir un salario digno, le permite vivir soltera. Además, como hemos podido comprobar, si las cigarreras se casaban, debían renunciar al trabajo. Al parecer, el hecho de que un hombre pudiera sostener el hogar, impedía que las casadas ocuparan los puestos reservados a las solteras. Es por ello que muchas de las cigarreras no llegaron a casarse y tenían hijos fuera del matrimonio. El mito de Carmen, como mujer sexualmente libre, puede deberse a esta circunstancia.

Volviendo a la ópera, comienza con la salida de las mujeres de la Fábrica. Los soldados, entre los que se encuentra Don José, se encuentra en los alrededores. Les avisan porque hay una pelea de mujeres. Ya en esta entrada, vemos reflejado el primero de los muchos estereotipos en los que incurre la ópera. Un cliché, que aún perdura, de que las mujeres competimos, en lugar de cooperar. Carmen sale y canta sobre el amor.

<<Carmen dinos, ¿Cuál es el secreto del amor? ¿Qué es el amor? ¿Cómo lo domas? ¡Queréis saberlo, vosotras queréis saber qué es el amor para mí como para vosotras, queréis saber cómo actúa su veneno tierno y violento y cuán difícil es resistirse>>

Carmen y Don José se conocen. A pesar de que el soldado tiene una novia, Micaela, cae rendido ante la belleza salvaje de Carmen. Ella es seductora y, cuando Don José se acerca a separarla de Manuela, la joven con la que estaba peleando, la detiene y la ata para llevarla al cuartel. Carmen entonces le ruega que le afloje las cuerdas. Él accede y ella le roba un beso. Él parece molestarse, y ella empieza a cantar. La seducción comienza. <<A quién me quiera amar, yo lo amaré. Usted llega en buen momento>>. Él está embriagado. << Si yo te amo, Carmen, ¿tú me amarás? ¡Sí! >> Ella aprovecha, y huye, riéndose y levantándose las faldas para correr.

«El amor es un pájaro rebelde, que nadie puede enjaular, y es vano llamarlo, si él prefiere rehusarse. (…) El amor es niño gitano, jamás, jamás ha conocido ley. Si tú no me amas, yo te amo; y si te amo, ¡tú ten cuidado!..».

Un tiempo después, en la Taberna de Lillas Pastia vuelve a encontrarse con el teniente. Ella está feliz. Canta mientras mira embelesada a la bailarina, acompañándola con movimientos de brazos y manos. El teniente le pregunta si quiere acompañarlos más tarde a seguir la fiesta, y ella dice que no, que está cansada. Entonces él le pregunta si sigue enfadada por haberla mandado a prisión y ella le dice que nunca fue a prisión. A lo que el teniente le responde que Don José fue degradado y que había estado en prisión por dejarla escapar.

En ese momento aparece el torero Escamillo, que encarna los valores de valentía y libertad. Para él la vida es un juego, que puede perder cualquier tarde en una plaza. Se acerca a Carmen y le pregunta: << ¿Y si se me ocurriera amarte? No, Escamillo, en este momento no>>. Y él le replica: << Entonces, esperaré, me contentaré con la espera>>. A lo que ella replica: << Perfecto, nadie te prohíbe esperar: es dulce la esperanza>>. Y Escamillo se marcha.

Ella renuncia a marcharse a las montañas con sus amigos bandoleros, porque dice que está enamorada de Don José. En ese momento aparece el soldado cantando <<Fiel y exacto/voy donde me llama/ el amor de mi amada>>. Ella le contesta: <<Al fin llegas. ¡Qué felicidad!>>. Carmen y Don José se declaran su amor. En ese momento Carmen está enamorada de Don José. Quiere entregarse a él, por eso baila flamenco de forma seductora. De pronto, a lo lejos, suena el clarín que toca la retreta. Don José le dice a Carmen que tiene que irse. Y Carmen monta en cólera. Ella se da cuenta de que él no sacrificará todo por ella, a pesar de lo que ella ha sacrificado por estar junto a él. <<Jamás ninguna mujer antes de ti, atormentó mi alma tan profundamente>>. <<No, tú no me amas>>. Ella le pide que deserte y él se enfada: << ¡Adiós para siempre!>>. Pero, de pronto, fruto de los celos, él cambia de opinión y se queda. Eso le convierte en un paria. Se marchan todos juntos a las montañas, a pesar de que en ese momento ella ha dejado de amarle y que entre ellos todo haya terminado.

La libertad de las mujeres a la hora de amar es algo de lo que no se suele hablar mucho. Si comparamos esa supuesta libertad con otro protagonista de óperas, Don Giovanni podemos comprobar el doble rasero a la hora de evaluar la moral de sus protagonistas. El Don Juan es aceptado con su condición de mujeriego y seductor. Lo que en él son virtudes o se justifican por su género, en Carmen es todo lo contrario. Aunque ella ame, será descalificada por su libertad de tomar o dejar.

Carmen y la violencia machista

El tercer acto comienza en las montañas. Los celos de Don José se han convertido en rabia. Los celos y la posesión asfixian a una Carmen que no ama a Don José. Carmen se echa las cartas y lee su trágico futuro. Aparecen Micaela y Escamillo. La primera para llevarse a Don José de vuelta al mundo que le corresponde, porque su madre está agonizando y Escamillo a por Carmen. Escamillo y Don José se baten por Carmen, pero ella les separa. Le pide a Don José que se marche y Escamillo les invita a todos a su próxima corrida en Sevilla. << ¡Quien me ame, vendrá!>>. Carmen le pide a Don José que se marcha. Y, aunque Micaela intenta llevárselo, él le dice a Carmen que no se irá. <<¡La cadena que nos une nos mantendrá unidos hasta la muerte>>. << Tú ya no me amas, pero no importa, porque yo aún te quiero>>. <<Te tengo condenada,mujer! ¡Te forzaré a someterte al destino que une tu suerte con la mía>>. Han leído bien. Don José quiere obligar a Carmen a someterse a él. Une su destino al de ella, como una promesa de muerte anunciada. Aunque Micaela logra llevárselo, queda flotando la angustia de las palabras de Don José.

Por «Violencia contra la mujer» se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada. (Asamblea General de la ONU. Resolución 48/104, 20 de diciembre de 1993).

Nuestra Ley de Violencia de Género del 2004 explica que esta violencia es el resultado de unas << relaciones de poder históricamente desiguales>>. El feminicidio está definido por la construcción social de estos crímenes bajo el odio y la impunidad. En estos momentos nos encontramos en un momento histórico de retroceso, desde el punto de vista social y jurídico, con un partido político que niega estos asesinatos como machistas y que pugna, en su programa político, por la abolición de esta ley.

Explicar que los celos son el detonante de la violencia contra las mujeres, o pensar que la depresión es un atenuante del agresor, es menospreciar la violencia estructural del Patriarcado, que es el marco social en el que se desarrolla el machismo.

La violencia machista es algo que afecta a las mujeres desde hace siglos. Las cifras que arroja este tipo de violencia en España no hace más que aumentar. El 2019 dejó un saldo de 55 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, así como tres menores han muerto a manos del progenitor; y 46 menores han quedado en situación de orfandad.

En el último acto de Carmen, la acción se desarrolla a las puertas de la plaza de toros. Llega Carmen del brazo de Escamillo al son de una música festiva. Ella está radiante y parece feliz. Se declaran su amor a las puertas de la plaza de toros. << ¡Si tú me amas, Carmen!>>. << ¡Ahh, yo te amo, Escamillo […] moriría si amara a alguien más que a ti>>. Él la deja y entra en la plaza. Ella, fuera, se enfrentará a su destino. Don José es esconde entre la muchedumbre que rodea la plaza. Ella está tranquila, cree que si le habla puede convencerle de su amor por Escamillo. El escenario se va vaciando y la música se vuelve inquietante. Él aparece, con un aspecto lúgubre y triste. Dentro hay una fiesta. Se oyen los ecos de la música y los olés al torero.

Comienza el dúo final. <<Te imploro, te suplico […] déjame salvarte y salvarme contigo>>. Su respuesta es tajante, << Me pides un imposible. Carmen jamás ha mentido […] no cederé jamás>>. Pueden comprobar esa fijación de Don José, que comparten muchos hombres machistas, por la salvación de Carmen. Ella nunca ha pedido ni querido ser salvada. El silencio de la orquesta da paso a la voz de Don José quien insiste: << ¿Es que, entonces, ya no me amas?>> <<pero Carmen, yo todavía te amo>>. Por lo visto, su presunto amor debe prevalecer. El sentimiento de posesión, le incitan a proseguir con una súplica, que en realidad es una orden, << Haré lo que quieras>>, a lo que ella le responde con fuerza y firmeza <<¡Carmen jamás cederá!>>. Don José le pregunta si ama a Escamillo y ella lo afirma: << Ante la muerte misma repetiré que lo amo>>. Carmen coge el anillo que él le había regalado, y se lo tira, echándose a reír. Don José, entonces, se abalanza hacia ella, y le clava un puñal, asesinándola.

Al contrario de lo que se pueda suponer, Carmen no es una “mujer fácil” ni una Femme Fatale. Es una mujer que se entrega al amor. Cuando ama, se da entera. Pero, cuando ya no ama, abandona. Es una mujer de todos los tiempos, inmutable y coherente. Sabe perfectamente lo que quiere. Su mundo y su vida, solo le pertenecen a ella. Don José, así, cumple sus amenazas. Le dice que la ama, pero la asesina en nombre de ese supuesto amor. La mató porque la creyó suya, o de nadie. Carmen murió porque defendió su libertad de amar y de ser ella misma, hasta sus últimas consecuencias. Carmen, así, se desmarca de otras heroínas de la ópera, que aman hasta el final, que se sacrifican por sus héroes, e incluso sacrifican sus vidas.

Más de un siglo después, muchos hombres siguen creyendo que las mujeres les pertenecen. Y Carmen se ha convertido en un símbolo, entre el mito y la leyenda.

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