Beatriz Díaz Pérez es médico pero, actualmente, está realizando el Máster de Formación del Profesorado en Educación Secundaria para impartir clases como Docente en Formación Profesional de Sanidad. Beatriz tiene trastorno de la conducta alimentaria (TCA) y esta es su historia.
Su comienzo con el trastorno de la TCA, en concreto con la anorexia nerviosa, no está del todo claro. «Con 13 años me diagnosticaron muchos problemas digestivos y problemas de espalda, por lo que empecé a hacer deporte para reforzar la espalda y cada vez iba comiendo menos (reduciendo tipos de alimentos que creía que eran dañinos para mí, quitando grasas y salsas, reduciendo cantidades…)». De esta forma, recuerda, «perdí bastante peso, manteniéndome en normopeso, porque yo antes era un poco “rellenita” si se puede decir así. Creo que todo esto fue el comienzo, de manera muy sutil, de mi enfermedad que, poco a poco, me llevó a una anorexia nerviosa grave».
–¿Cómo evolucionó entonces la enfermedad?
–Comencé de adolescente y, paulatinamente, se iba forjando en mí esa forma de vida anoréxica que me hacía cada vez comer menos y menos y estar más obsesionada con el deporte (incluso faltaba al trabajo por ir a hacer deporte o me subí varias veces las 10 plantas del hospital, mencionando además realizar los pasos diarios que me marcaba la pulsera de cuenta pasos).
Ha sido un proceso largo hasta ahora que tengo 28 años, ha pasado mucho tiempo y la enfermedad me ha ido acompañando a lo largo de los años. Unas veces conseguía mantenerme en peso estable, pero otras mi peso descendía. Sí que es verdad que yo no le echaba mucha cuenta al numero que salía en la báscula, hasta que un día, hace como 3 años, me dio por pesarme y ahí fue mi enganche. Me pesaba varias veces al día para comprobar que o estaba todo en su sitio o había bajado un poco. Llegué a pesar una cifra escalofriante que no voy a mencionar pero que lo pienso hoy en día y me da miedo.
Durante la carrera de medicina, mi peso se mantuvo normal, aunque mi cabeza estaba programada para restringir determinados alimentos o productos. Pero cuando comencé a trabajar como Médico de Familia, la enfermedad me superó. El peso fue bajando, el cansancio y la depresión se apoderaron de mi y, aunque una parte de mi quería ganar peso para encontrarme mejor, porque no tenía fuerzas para trabajar y ni para hacer el deporte que hacia antes, la parte enferma podía más y me hacia restringir.
Sí que es verdad que nunca he dejado de comer, pero mis comidas eran muy “light”, lo que actualmente se conoce como real food o healthy food. Esa forma de comer se apoderó de mí. Yo vivo con mis padres, pero la que suele cocinar soy yo, por lo que yo me encargaba de la comida que quería hacerme. Además, aunque apenas podía hacer deporte del cansancio que tenía, siempre me escapaba a escondidas de mi familia o novio para hacer el poco deporte que mi cuerpo me permitía. Sin embargo, a pesar de ser médico, nunca había considerado que tuviera anorexia, porque para mí anorexia era verse gorda en el espejo y yo me veía delgada. Pero la anorexia es más que un cuerpo enfermo, es una mente enferma, una mente que no te deja ser libre para disfrutar.
Mi novio me veía cada vez peor y, en parte por él y por mis padres, decidí buscar ayuda y acudí al centro ABB-ITA Sevilla.

–¿Consideras que estás en camino de superarlo?
–Aún estoy en camino. Ingresé en una Unidad de 24 horas en abril del 2019, estuve durante cuatro meses allí, en reposo, es decir, a penas me podía mover por mi bajo peso, y con una alimentación semejante a las del resto de compañeros. Posteriormente estuve en Hospital de Día (hacia las ingestas en el centro y dormía en casa) y luego pasé al grupo adulto (que es un grupo de terapia al que vamos tres veces a la semana, haciendo las ingestas en mi casa con control de nutricionista, psiquiatra y psicóloga).
Creo que esta enfermedad mental requiere un largo proceso de tratamiento, por lo que considero que estoy muchísimo mejor que cuando decidí tratarme, aunque todavía hoy hay cosas que mejorar. Pero ya soy mucho más consciente de todo y sé ayudarme a mi misma cuando la parte enferma hace de las suyas.
–¿Cómo te han ayudado y qué pautas has seguido?
–Cuando ingresé el año pasado me pautaron las cinco comidas diarias y haces actividades a lo largo del día que te ayudan a crecer interiormente (terapias de grupo, arteterapia, teatro, mindfulness…). Teníamos pautas importantes que ayudan a mejorar: los de infrapeso deben estar en reposo, no se puede hablar de comida ni de cuerpo, debes entrar al baño mientras te vigilan, no se puede hacer hiperactividad allí, estás casi todo el tiempo controlado, ellos te dan la medicación…
Además, teníamos una sesión individual con un terapeuta para ir trabajando distintos aspectos.

–¿Te has sentido apoyada por tu familia y amigos?
–Mis amigos y mi novio me han apoyado enormemente. Estoy muy agradecida por su acompañamiento. Los fines de semana daban permisos en los cuales podían ir a visitarme y jugamos a juegos de mesa o veíamos películas en una sala. Fue una gran experiencia.
En cuanto a mis padres, conocí el centro a partir de mi madre, pero ella también tiene un TCA y no se quiere tratar y, a veces, se hace difícil seguir adelante con tu tratamiento y ver a alguien enferma al lado. Pero bueno, lo importante ahora mismo soy yo y mi tratamiento. Mi padre pasa un poco del tema pero hace lo posible por organizarme las ingestas diarias.

Mensaje positivo
Hay unas frases de una canción que me gusta mucho de Pol 3.14 (Piensa) que me dedicó una compañera de mi ingreso: piensa que aún hay días que todavía están llegando, piensa que hay canciones que jamás has escuchado, piensa que hay historias que nadie te ha contado, piensa que hay lugares que nadie te ha enseñado, piensa en lo que te queda por hacer.

–¿Qué podrías decirle a las personas que tienen esta enfermedad?
–Un consejo que puedo darles a personas con TCA es que tengan paciencia. Es un duro camino, ya que día a día tienes que poner de tu parte para luchar contra la enfermedad. Es una enfermedad un poco estigmatizada en la sociedad, pero solo nosotros sabemos lo duro que es sobrellevar esto. Pero como digo, poco a poco, poniendo cada día tu granito de arena se puede salir.Seguid las pautas de ingestas que os indiquen, cuando os vengan pensamientos sobre comida o deporte, volcaros a hacer otra cosa que os divierta (charlar, pintar, ver una peli, ir al cine…) porque poco a poco desaparecerán, pero hay que saber que son un poco pesados y cuesta deshacerse de ellos.
Y, sobre todo, aconsejaría, disfrutad de lo que la vida os ofrece: de la compañía con la familia, de las risas con los amigos, de vuestros ratitos de soledad, del deporte por diversión en su justa medida, de paseos tranquilos por la ciudad, y, por qué no, disfrutad de la comida de manera equilibrada y sana.
Si tenéis la posibilidad de hacer mindfulness o yoga, hacedlo, a mi me ha ayudado mucho a disfrutar de cada momento. Pero como digo, con paciencia.
Me gustaría añadir, además, algo importante para los que no saben bien sobre el TCA (ya sea anorexia, bulimia o trastorno por atracón). Puede parecer que el cuerpo y la comida es lo fundamental, pero esto es solo lo que se ve. El iceberg del TCA explica muy bien todo lo que hay debajo de cualquier tipo de TCA.

NOTICIAS RELACIONADAS
Comentarios: Sin respuestas