Este 8 de Marzo hemos bailado mucho en medio de un desbordamiento que crecía conforme avanzaba el día y se iba haciendo mas revolucionado. Y ello a pesar de los cuadros y desfiles imbuidos de militarismo, aunque se diga militante, de algunos sectores acostumbrados al ordeno y mando, a la jerarquía y al control, y al desprecio en definitiva de todo los que se sale de sus cuadrículas. Pudimos verlos arrimados, tuteladas y abanderados en una concentración propia, a una calle de la convocada de forma unitaria. Pudimos volver a verlos en plan tortuga y parapetados de banderillas, al acecho, en una de las mayores manifestaciones de los últimos años en la ciudad. Pudimos intuirlos en el juego sucio que se estaba desarrollando (y que aún dura) para boicotear una huelga que habían ninguneado primero y no habían podido parar después.
Por suerte, fuimos muchas más las mujeres que decidimos saltar por esos esquemas y ponernos a bailar. Gracias a todas las mujeres que se comprometieron, a todos los compañeros que nos lo pusieron fácil para ser las protagonistas y nos apoyaron, a todas las compañeras y amigas plumillas y no plumillas que nos reencontramos.
No han logrado pararnos, ni el poder político y económico, ni sus esbirros. Y eso que han desplegado toda la artillería pesada y militarizada para movilizar a sus cuadros sindicales, manipular asambleas, mentir e intentar sacar rédito mediático. Se han retratado pero me sigue preocupando, y mucho, que los grandes medios sigan llamando a sus representantes para hablar por los y las trabajadoras, eliminando de sus agendas a los demás sindicatos que sí se han mantenido en un segundo plano, y por supuesto a las propias mujeres, puesto que la huelga feminista no la han convocado ni organizado ellos sino las mujeres, a las que valoran a la medida de un parito de dos horas. Fueron las mujeres, este 8 de Marzo, las que los dejaron taponados en la manifestación de Plaza Nueva con sus banderas, a pesar de que se habían posicionado allí una hora antes para pillar cabecera y cámara.
Ojalá sea un punto de inflexión también para ellos y sus cómplices. La Huelga del 8 de marzo ha sido feminista y de 24 horas, a su pesar. Ha demostrado que la huelga, esa herramienta de clase, sirve y mucho. Y ha trascendido el ámbito laboral, como no puede ser de otra manera. Ahora toca seguir en la lucha cotidiana y efectiva. Salud.
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