Aún no es tarde para dar la bienvenida al 2021, sea lo que sea que traiga consigo.
2020 prometía ser un tiempo donde la lucha por la igualdad continuaba su camino, ascendente en los últimos años, al menos en lo que a visibilidad se refiere. El 8 de Marzo fue de nuevo multitudinario -y menos unitario-, ya con la sensación de peligro detrás. Pero no ocupó solo las portadas debido a la celebración reivindicativa de la fecha: bastaron unos pocos días, los mismos que tardara en explosionar una pandemia mundial, para aparecer en boca de sus enemigos. Aprovechando la coyuntura, hubo partidos y políticos que le echaron a culpa al feminismo del contagio masivo. El dedo acusador volvía a poner a las mujeres en la diana, mientras se diluyeron partidos de fútbol y otras manifestaciones más o menos multitudinarias. Los ataques contra las mujeres se volvieron también negacionistas de la violencia machista, nunca se fueron.
Luego llegó el confinamiento domiciliario, y el virus -y sus consecuencias- pasó a ser el monotema que arrasaba con todo lo que se ponía a su paso, también con las mujeres. Y eso a pesar de que, conforme avanzaba la pandemia, más evidente se hacía el papel de las mujeres en el sostenimiento de la vida, vía cuidados, vía economía doméstica que no se reconoce y por tanto no se paga, vía trabajos esenciales igualmente poco reconocidos y sin embargo vitales.
Durante todo este año terrible que ha sido 2020, hemos tenido la inquietante sensación de que la visibilidad de las mujeres y de nuestras luchas iba decayendo, frente a los temas ‘importantes’, como suele. Como si al focalizarlo todo en el virus, lo demás fuera secundario, accesorio, frívolo. Ese es el análisis que podemos sacar de lo narrado en estos últimos meses. Echamos de menos en la narración de nuestras vidas y de lo que acontece, que es la función pública y social de los medios, lo que nos ha pasado en todos y cada uno de los espacios, públicos y privados. En el trabajo asalariado devenido en teletrabajo, en la precariedad, en la violencia machista (45 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas, y 3 menores), en la falta de conciliación, en los cuidados, en la exclusión, en la pobreza, en la explotación a todos los niveles, en la memoria, en los micromachismos cotidianos, en todo tipo de violencia.
Aquí en La Giganta hemos intentado poner nuestro granito de arena para seguir visibilizándonos. Gracias infinitas a todas las mujeres, compañeras, lectoras, protagonistas, colaboradoras y apoyos que esperamos seguir teniendo en este nuevo año que se presenta difícil, pero donde no podemos darnos por vencidas en los diferentes frentes abiertos. Seguir narrándonos es esencial, porque lo que se calla, se borra, se niega, se obvia, acaba por no existir. Empezamos el año con un pañuelo verde (enhorabuena a las compañeras argentinas) y reivindicando lo que nos une en la diferencia. Salud.
Comentarios: Sin respuestas