Anastasia Téllez Infante es profesora Titular de Antropología Social en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Desde hace tres décadas, una de sus principales líneas de investigación es la antropología de las relaciones de género e identidades, siempre desde un enfoque feminista. En su libro Las mantecaeras de Estepa ya visibilizó que estas mujeres estepeñas eran quienes con su trabajo, campaña tras campaña, habían mantenido esta industria que hace que el internacional municipio sevillano sea una isla industrial en una comarca agrícola.
Estepa se mantiene como referente en descenso de empleo durante los meses de septiembre a diciembre. La ciudad del Mantecado sigue estando a la cabeza en datos de creación de empleo, con respecto a otras ciudades que también cuentan con industrias estacionales y que no ofrecen datos tan halagüeños.
Hay que recordar que en la campaña de mantecados y polvorones se crean alrededor de 4.500 empleos, entre directos e indirectos. Un dato que hace posible “el milagro de la Navidad”, casi el pleno empleo en un pueblo que apenas supera los 12.500 habitantes. Además, se trata de un trabajo mayoritariamente femenino, ya que unos 2.000 puestos están ocupados por mujeres.
–Usted lleva años poniendo en valor con sus estudios el trabajo femenino en el desarrollo local estepeño.
–Industrias o agroindustrias como las que tenemos del mantecado en la ciudad de Estepa, un proceso productivo feminizado donde el 80-85 % de la mano de obra ha sido tradicionalmente, y sigue siendo en la actualidad femenina, hace que se ponga sobre la mesa el importante papel que, en este caso, las mujeres de ámbito rural han tenido en el desarrollo endógeno local.
Gracias a la pluriactividad de esas mujeres del ámbito rural que se han dedicado a cuidar, limpiar, llevar la casa y la ética de los cuidados, trabajo que tradicionalmente desde el patriarcado se le asigna a las mujeres –todo lo relacionado con las labores, la crianza, la cocina, la limpieza, el cuidado en el extenso sentido de la palabra–, esas mujeres mantecaeras estepeñas, cuando realicé mi tesis doctoral, llevaban décadas y décadas, generaciones y generaciones llevando lo doméstico, además de trabajar en el campo, en el olivar cuando hacía falta, recogiendo en campañas el verdeo o la negrilla, dependiendo de cuando hacía falta ingresos extras y, por supuesto, en la campaña del mantecado, en cualquiera de las diferentes etapas: producción del polvorón y el mantecado, liado, envasado… Además, si hacía falta limpiar casas o coser para la calle, lo hacían; si las chicas se tenían que ir algunos meses al año a Sevilla buscando esa pluriactividad de las mujeres rurales, no tenían ningún tipo de problema… Siempre pretendiendo lo que en generaciones anteriores ellas llamaban “una ayuda” para el sueldo de su marido o una ayuda para la casa.
Sin embargo, a través de mi estudio de investigación, lo que veía tanto en décadas precedentes en el siglo XX hasta el mismo estudio que fue a finales del siglo XX y que ahora estamos actualizando, en realidad era que el peso de la economía, una parte imprescindible si no la más importante, la incorporaba las mujeres al ámbito doméstico. Aún así, a nivel de representaciones ideológicas de género y trabajo, todavía sigue existiendo esa dicotomía sexista y machista de “el hombre trae el dinero a casa, es el sustentador del hogar, la mujer es quien ayuda”. Para un extra, para comprar la ropa del Domingo de Ramos de Semana Santa, para arreglar la casa, pintar o para el ajuar de la hija cuando se va a casar, etc.
En resumidas cuentas, puse en valor que las mantecaeras y las mujeres de Estepa eran quienes con su trabajo, campaña tras campaña, habían mantenido esta industria que hace que este municipio sevillano sea una isla industrial en una comarca agrícola.

–¿Considera entonces que actualmente se valora adecuadamente el trabajo femenino?
–He visto una diferencia de la cual, ahora, me congratulo. Aunque lo tengo que analizar más en profundidad, en estas dos décadas que han transcurrido desde que yo hice la tesis doctoral y la leí en 1999 –y publiqué una gran parte de la misma en el libro Las mantecaeras de Estepa en el 2002 hasta la actualidad–, ciertamente se ha ido empoderando a la mujer estepeña mantecaera.
Se han comenzado a hacer cosas con un enfoque más feminista, como poner símbolos –una estatua en homenaje a Micaela Ruiz, la Colchona, la fundadora del mantecado– u otros homenajes que sí que he ido viendo en la actualidad. En un contexto en el que, ahora mismo, nos movemos dentro de la cuarta ola feminista de los últimos cuatro años – el empoderamiento femenino, las redes sociales, la sororidad…– observo que en el pueblo se está haciendo un gran trabajo desde la Concejalía de Igualdad.
Por otra parte, en relación al tema del empoderamiento de la mujer rural y de las mujeres mantecaeras, el convenio actual del mantecado tiene perspectiva de género. El convenio y el plan, con respecto al tema de los embarazos, riesgos laborales de las mujeres embarazadas, de las bajas por cuidado y conciliación, está bastante bien, con lo cual se podría decir, a riesgo de equivocarme –y sabiendo que tenemos dos años por delante para hacer un proyecto de investigación en profundidad– que sí se está valorando cada vez más, primero a ellas, que exigen su valor e igualdad dentro del ámbito de los mantecados y, por otra parte, los hombres que sí que están poniendo en valor a sus compañeras bastante más de lo que se hacía en décadas precedentes en la evolución de esta industria.
–En base a todo lo explicado, ¿qué visión tiene usted de la mujer rural y su importancia en la economía?
–Considero que son realmente el sustento, el factor en los agentes endógenos de desarrollo económico. Las mujeres rurales son quienes vinculan la población a la tierra. Aunque, por cierto, su pluriactividad no ha sido reconocida y sigue sin reconocerse en gran medida. Mujeres rurales que trabajan en todo lo que haga falta para llevar adelante la economía doméstica y que, muchísimas veces, siguen sin ser las titulares de las explotaciones agrícolas, continúan sin estar apenas representadas en los cargos de gestión de las cooperativas agrícolas donde reside el poder.
Mujeres del ámbito rural, que no tienen por qué ser solamente agrícolas, y que se dedican a otros sectores como los servicios y la industria, como es el caso de las mantecaeras. Mujeres rurales donde la violencia de género se ceba bastante fuerte y no tienen los recursos que muchas veces las de grandes ciudades obtienen siendo, además, el control social más alto en poblaciones más pequeñas…
Podría seguir poniendo infinitos ejemplos de las mujeres rurales como factor de desarrollo endógeno y como personas con perspectiva de género a las que habría que valorar, empoderar y apoyar.
«Las mujeres rurales son quienes vinculan la población a la tierra. Aunque, por cierto, su pluriactividad no ha sido reconocida»
Anastasia Téllez Infante
–¿Hay algún elemento idiosincrático de la mujer estepeña?
–No podría decir más allá de lo que pude investigar en su momento: los mantecados llegan a condicionar de tal manera la vida del pueblo y de todos sus habitantes, que ser una buena mujer mantecaera suponía ser una “buena estepeña” y “una buena mujer”. Iba totalmente involucrado todo ello. Ellas se sienten orgullosas de su aportación económica, de su saber hacer, de tener esta industria, de ser ellas las que la han desarrollado y las que la mantienen.
Ya tenemos algunas mujeres empresarias a cargo de fábricas de mantecados (El Santo, El Mesías…) y son mujeres dinámicas, emprendedoras, con un enfoque muy feminista, con una forma de tratar a sus trabajadores y trabajadoras muy en la línea de la igualdad de género. Creo que las mujeres estepeñas relacionadas con el mantecado se deben sentir muy orgullosas. Asimismo, no trabajan dentro únicamente, como operarias o como maestras, sino que también se van introduciendo, poquito a poco, en la gestión del empresariado de las fábricas de mantecados.
–Antes ha esbozado otro proyecto vinculado al mantecado que, entiendo, ya está en marcha y sería una evolución del anterior.
–El proyecto que tenemos entre manos es un convenio, un contrato menor, que acabamos de firmar para una investigación con el Ayuntamiento de Estepa y la Universidad Pablo Olavide, a cargo del profesor de Antropología Social Antonio Luis Díaz Aguilar; y con la Universidad Miguel Hernández de Elche y conmigo, Anastasia Pérez Infantes, como investigadora. Este proyecto se va a desarrollar durante dos años. Comenzó en octubre y tiene como objetivo poner en valor, analizar más en profundidad el trabajo artesanal de los mantecados en Estepa, para solicitarlo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad a la UNESCO dentro, precisamente, de dos años. En este proyecto vamos a volver a revisar toda la evolución de esta industria local de los mantecados. Recopilaremos más fotografías antiguas, haremos historias de vida, algún que otro documental y vamos a estar trabajando en el patrimonio etnológico muy en profundidad y con una perspectiva de género.

‘Las mantecaeras en Estepa’
La primera edición del libro de 2002 se encuentra practicamente agotada. Están trabajando con el Ayuntamiento para publicar una segunda edición e involucrar, de ser posible, a la IGP de Mantecados y Polvorores. Por el momento, se puede conseguir en la Oficina de Turismo de Estepa donde todavía tienen ejemplares que están a la venta.

En persona
Anastasia Téllez Infante es directora del Observatorio de las Masculinidades del Grupo de Investigación ECULGE de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante. España) (UMH). Doctora en Antropología Social y Profesora Titular de Antropología Social y Cultural del Departamento de Ciencias Sociales y Humanas de la UMH. Desde 1992 su línea de investigación y docencia se ha centrado en la igualdad de género, las relaciones entre hombres y mujeres, la división sexual del trabajo, la construcción sociocultural de las identidades masculinas-femeninas, y el estudio de las masculinidades con perspectiva de género y enfoque feminista. Presidenta del “I Congreso Internacional sobre Masculinidades e Igualdad: en busca de buenas prácticas de masculinidades igualitarias desde el ámbito de la universidad–CIMASCIGUAL” (Elche, 2019, Universidad Miguel Hernández de Elche). Entre sus últimas publicaciones sobre masculinidades podemos destacar: ‘De la teoría a la acción: en busca de masculinidades igualitarias’ (2021); ‘Hombres, género y patriarcado: reflexiones, cuerpos y representaciones’ (2020); ‘Masculinidades igualitarias y alternativas. Procesos, avances y reacciones’ (2019); ‘Deconstruyendo la masculinidad. Cultura, género e identidad’ (2019) e ‘Igualdad de género e identidad masculina’ (2017).
Comentarios: No hay comentarios