¿Alguna vez has pensado en hacer terapia con tu pareja? ¿O tú sola? Muchas personas dan ese paso creyendo que su problema es uno y, cuando acaban el proceso, se dan cuenta que la verdadera dificultad no tenía nada que ver con lo que pensaban. Eso es una gran noticia, asegura Almudena Sos, “porque tienen mucho más poder sobre lo que les ocurre en su día a día del que pensaban”.
¿Te suenan estas situaciones?: «Mi pareja no me hace caso, está siempre con el móvil, su trabajo, su madre…»; «no me siento querida, no me quiere tanto como yo a él»; «me ha sido infiel»; «le he sido infiel»; «no sé si le quiero»; «no sé qué quiero en esta vida pero no soy feliz«; «mi trabajo no me llena»; «me siento una mala madre, una mala esposa»; «estoy empezando a tener problemas físicos o enfermedades y no quiero que vaya a más»; «no sé para dónde tirar»… Si te has sentido o te sientes identificada con alguna de estas afirmaciones puede que tengas que replantearte darle un giro a tu vida.
Como el caso de Pilar, que estaba en una relación de pareja y no se sentía respetada. Le había dejado porque tenían muchas peleas y la convivencia era insostenible. Pero le quería, y como vio que él empezó a ir a terapia, ella también quiso hacer algo por su relación.
Tenía poca fe porque había estado muchos años con varios psicólogos y, aunque no vivía tanto drama, no veía cómo lo suyo se podía arreglar. «Lo suyo era muy bestia», matiza Almudena Sos, mentora, coach y terapeuta personal. Pilar era auxiliar administrativa en una empresa y, en general, ella se consideraba una persona gris, al igual que su vida.
«Empezamos a trabajar en su relación y en ella misma», relata Sos. «Cada vez se fue empoderando más y más. En lo personal, con su familia, con su pareja, en su trabajo… con ella misma. Fue cambiando hasta físicamente y cobró más presencia escénica».
Un día llegó a la sesión y le dijo: «Cada vez me estoy convirtiendo en alguien más importante para mi jefe, me ha pedido que le acompañe a las auditorías…». Su relación fue mejorando, tomó las riendas y creó una vida que le gustaba y le llenaba. Y era feliz aunque tuviera que seguir sorteando situaciones duras.
Otro día le dijo a Almudena: «Mi jefe monta una empresa y se va. Me ha pedido que la actual la lleve yo. Me siento súper realizada, pero estoy muerta de miedo».
–¿Te apetece?, le preguntó.
–Sí, pero tengo miedo, insistió.
A esas alturas, reconoce la terapeuta, Pilar estaba perfectamente preparada para eso y para cualquier situación. «Hacía tiempo que estaba llevando la empresa de su vida, que era mucho más difícil y por eso, en su presente, el trabajo se alineaba con su nuevo nivel. Porque cuando crecemos, inevitablemente todo nuestro entorno cambia», sentencia.
Ana está trabajando también con Almudena Sos desde hace un tiempo. Ella es catedrática en una Universidad y le contactó por zoom porque estaba en una relación que se había convertido en una auténtica pesadilla. A él le habían ofrecido un trabajo en otro país y ella lo vivía como un drama. «Esa relación se rompió y hace poco ha iniciado algo con un chico que es muy cerrado. Es de otro país y hay una diferencia cultural importante», comparte la coach de parejas.
Ahora, para ella, después de un tiempo de terapia, dice: «El necesito ha pasado a ser un me apetece, y ha perdido mucho drama todo lo que me ocurre en mi vida. Actualmente disfruto mucho de lo que vivo con él… y sin él también».
«Siempre pedimos ayuda cuando la soga aprieta. Antes, no hay necesidad»
De ciertas situaciones podemos intentar salir nosotras solas o pidiendo ayuda a un experto o experta que tenga muchas herramientas y haya pasado por lo mismo. «Para mí eso es muy importante», asume Sos. «Es como ir en carro de caballos por camino de piedras o coger la autopista con un bólido de carreras».
Todos lo hemos hecho y siempre hemos querido ser autosuficientes. No nos gusta depender de los demás y ahorrarnos el dinero. «Llegué a estudiar cosas como mecánica de motos o electricidad por si se me rompía la moto o tenía que cambiarme un enchufe en casa… qué trabajazo… Después de gastarme mucha pasta formándome en cursos de todo tipo, arreglando destrozos que hacía en mi moto y en mi casa por no saber, y tiempo… aprendí que zapatero a tus zapatos».
Hoy en día, asume, “si me falla la moto, voy directa al mecánico. Si el perro se me pone enfermo, al veterinario; si me duele una muela, al dentista… Acabo mucho antes y no me sale tan caro, en tiempo ni en dinero».

¿Cuál es el mejor enfoque para la terapia de pareja?
Almudena se diferencia de muchas terapias y acompañamientos que existen en el mercado: «A mí me gusta acompañar muy de cerca a las personas con las que trabajo, no me limito a la sesión únicamente. Y luego, por otra parte, voy a la raíz del problema. Si tomas lo que ocurre en la pareja desde otro lugar, no sanas nada por mucha terapia que te hagas». E insiste en su enfoque: «De pequeñitos vivimos situaciones que nos hacen daño y para las cuales no tenemos recursos. Nos generan una herida y nos acostumbramos a vivir con ella. Sentir ese dolor, va a ser «casa». Si, por ejemplo, Ana se crió con un padre alcohólico, de pequeñita creció sintiendo cómo «para mi padre es más importante la botella que yo». Creer eso le duele profundamente y va a vivir toda su vida reproduciendo situaciones con personas para las que tengan algo más importante que ella siempre. Tendrá, por tanto, parejas adictos al alcohol, al trabajo, enganchados a su madre…».
¿Y por qué? «Porque es como está acostumbrada a sentirse, por una parte y, por otra, necesita a vida o muerte vivir la siguiente experiencia: que su pareja le diga «para mí lo más importante es el alcohol, o el trabajo, o lo que sea, pero esta vez te escojo a ti…».
Esta realidad va a determinar todas sus relaciones de pareja hasta que lo sane. Entonces, solo entonces, dejará de necesitar reproducir continuamente esas situaciones. ¿Qué hace Almudena Sos? Identifica rápidamente cuál es la herida que está dirigiendo la vida de esa persona y le ayuda a sanarla. A partir de ahí, explica, «empezamos a crear la relación de pareja que sienta que quiere tener. Escogida por ella. No dirigida por sus experiencias de vida. Por eso lo que hacemos es un proceso de transformación personal profundo en la persona a través de su relación de pareja».
En qué consiste ser mentora, coach y terapeuta personal
Almudena Sos es mentora porque enseña a personas a través de sus propias experiencias vividas y sus aprendizajes personales, que cree que es su activo más importante. «Al haber superado tantas cosas y haberme convertido en quién soy ahora, me convierte al mismo tiempo en una profesional tremendamente útil y capaz de entender muchos contextos. Sé que se puede y sé cómo».
Para ella es importante «creer en las personas y en su fortaleza y en su capacidad de superación. Y, en momentos decisivos de tu vida, ayuda mucho tener a alguien a tu lado que crea en ti y decirte que tú puedes, por muy abajo que estés».
La coach cree en las personas, le da igual con cuántas etiquetas vayan a su consulta. «Si yo, que he sentido locura en mi cabeza, he podido, cualquiera puede», anima.
Sos es también terapeuta porque, para trabajar con tantos clientes, hace terapia de todo tipo; dependiendo de la necesidad, usa una metodología u otra. «Suelen venirme personas muy mentales. A veces son del mundo de la empresa, que son muy brillantes en su profesión pero en lo emocional… no sienten nada. Están muy desconectadas de ellas mismas».
Para este tipo de clientes, expone, «hago un tipo de terapia muy diferente al que puedo realizar a una persona que está muy conectada, pero le faltan recursos para afrontar situaciones de la vida que le superan. Por ejemplo, trabajo más desde el subconsciente para que no controlen la situación, que es su problema básico, que lo controlan todo…».
Sos, insiste, utiliza múltiples metodologías. «Soy la eterna estudiante y, aunque tengo 52 años, a fecha de hoy, sigo formándome porque me encanta aprender». Desde su perspectiva, prefiere herramientas más directas y con efectos más rápidos y, sobre todo, ir a la raíz. «Es imprescindible enfocar las cosas desde una perspectiva correcta desde el principio. Si no, lo que hagas no va a servir de nada a largo plazo», aduce. «Dicen que soy muy buena haciendo una radiografía a la persona que tengo delante y viendo el problema de base, que suele ser uno muy diferente al que se pensaba y habían trabajado en otras terapias. Pero mi metodología no es para todo el mundo. Hay personas que necesitan algo más light, hablar más y darle vueltas a las cosas. Y también está bien si eso le funciona».
¿Por dónde empezar?
En estos momentos Almudena Sos está ofreciendo procesos de varios meses con sesiones individuales y grupales semanales. «En tres meses la persona experimenta una transformación brutal», garantiza. «Ya, desde la primera sesión, se transforma porque entiende muchas cosas de las que le han ido pasando hasta ahora y cambia su estado de ánimo. Por fin ve una salida a una situación que le hacía sufrir desde hacía mucho tiempo y ese estado cambia».
La experta ha visto clientes que llevaban meses o años llorando y han dejado de hacerlo en dos sesiones y les ve entrar a la sesión como si se hubieran sacado un peso de encima. Las consultas individuales son imprescindibles y las grupales ayudan a un avance más rápido por la fuerza del grupo. «Aparte de que encuentras un grupo de gente que está pasando por lo mismo que tú y hace que te sientas apoyada, el avance de uno hace un efecto arrastre con los demás. Es brutal. A mí me gusta estar en el campo de batalla, cuando trabajo con una persona, me gusta picar piedra a su lado y le acompaño en todo el proceso”, reitera. Es muy habitual, reconoce, que las clientes, desde la primera sesión, les diga: “Es que tengo una paz que hacía mucho tiempo que no sentía…».
¿Cuándo es necesario ir a terapia y pedir ayuda?
Depende de tu capacidad de sufrimiento. Hay personas que resisten mucho. «Yo, con la edad, me he vuelto muy cómoda y, a la que detecto un problema, voy pitando a sacármelo de encima”, dice entre risas Almudena Sos. En todo caso, debe encenderse la luz de alarma: cuando ves que no eres feliz, que no te despiertas cada mañana con ilusión, que tu vida no te hace vibrar. ¿Vives tu vida en piloto automático? Entonces no eres consciente de lo que estás viviendo. Y eso ocurre porque vivimos cosas que nos hacen daño desde hace mucho tiempo las cuales no sabemos afrontar. También, cuando ves que tu relación corre peligro de que se rompa, cuando empiezas a ver que si no haces nada vas a perder a esa persona. Cuando ves que ya vuelves a estar igual, con el mismo problema de siempre. “En el fondo tú ya sabes lo que te ocurre porque lo has vivido muchas veces, y ya conoces cómo acaba… Lo que no sabes es cómo cambiarlo, porque si no ya lo habrías hecho… Pero realmente sabes cómo va a acabar si no cambias algo, haces la acción de pedir ayuda para intentar salvar la relación, para dejar de sufrir».
Si no tienes pareja, ¿es útil trabajar en ti misma?
Según la experta, cambia mucho iniciar una relación de pareja si estás trabajada a si no lo estás. «Cuando te has trabajado, sabes qué quieres, te conoces, te sientes bien contigo misma y te gusta tu vida. Entonces, al iniciar una relación, desde ahí, es para compartir bienestar porque tú estás bien. Y además, sueles atraer a personas que también están bien».
Y al contrario: «Si tú no te encuentras bien, vas a comenzar algo con alguien desde la necesidad. En poco tiempo van a aparecer las demandas, los reproches. No te enteras de lo que te está pasando y echas la culpa al otro u otra. No asumes tu responsabilidad y vives en modo víctima con ataques de autocompasión continuos. Tiene todos los números de fracasar».
Sos no dice que seamos culpables de lo que nos ocurre, «pero en una relación de pareja sí somos responsables del 100 % de nuestro 50 %. El tomar nuestra responsabilidad nos hace fuertes, nos empodera».
Solemos escuchar algo así como «antes se aguantaba mucho y hoy no se aguanta nada en el matrimonio». Aguantar, señala la terapeuta, «es una expresión que te desempodera mucho porque te pone en el papel de víctima. Una persona aguanta porque le interesa más esa situación, por dura que sea, que hacer otras cosas. Si no quisiera mantener esa realidad, la cambiaría. Eso te lo garantizo».
Las mujeres, enfatiza, somos muy fuertes. «Y, cuando decimos basta, vamos a por todas. En esos casos yo hago ver a la persona por qué mantiene esa situación y, si elige seguir, adelante. Pero que asuma las consecuencias. Pero si no le gusta, le ayudo a cambiar».
Sos conoce a mujeres muy potentes que no se lo creen, subraya, «porque desde pequeñitas han cogido ese rol de no llamar mucho la atención y les es cómodo seguir ahí. Hasta que se cansan de ello y deciden evolucionar». Sin embago, para eso, reconoce, «necesitas tener recursos, que eso es lo que aporto yo con mi trabajo. Empodero a las personas y les doto de recursos para que sepan afrontar las situaciones que van viviendo y puedan escoger la mejor opción en un abanico mucho más amplio de posibilidades».

¿Cómo ha evolucionado el concepto de pareja?
Para la terapeuta, hemos pasado del grupo a lo individual. «Venimos de una sociedad patriarcal y dominada por el hombre. Nos ha influido mucho la cultura y el poder económico que ha creado en muchas ocasiones nuestro sistema de creencias. Hoy en día, esas estructuras tan rígidas se han ido rompiendo y está muy bien que así sea».
Además, todo va muy rápido y hace falta un nivel de conciencia muy elevado para superar estas situaciones tan duras que están viniendo y, cómo no, el mundo de la pareja también se ha visto afectado. «Ahora, cada vez más, adquiere importancia la persona. Y hay tantos tipos de relaciones de pareja como de personas. Cuando trabajo con una cliente o una pareja, al final, creamos precisamente una relación de pareja y una vida en función de lo que cada cual quiere. No se sigue ningún canon ni ningún modelo. Eso no funciona. A ellos les funciona lo que les funciona, que no tiene que ser válido para otro u otra».
«Que seas tú quien dirige tu vida, no la vida la que te dirige a ti»
Esto, a las mujeres, nos plantea ciertos retos para tener una relación saludable y estable. «Debemos hacernos conscientes de lo que vivimos», aconseja Sos. “No vivir en piloto automático. Dejar esos roles de víctimas o lo que sea que, en un momento dado, nos han ayudado pero también nos limitan mucho y nos mantienen en nuestra zona de confort. Coger, en definitiva, las riendas de nuestra vida«.
Y redunda en ese tema: «Hacernos independientes, tomar la responsabilidad sobre nuestras vidas, de nuestra felicidad, de nuestra economía. Somos tremendamente fuertes». Hay relaciones tóxicas basadas en el victimismo de la otra persona como, por ejemplo, cuando alguien nos pone el epíteto de pobrecita. «Yo de pobrecita no tengo nada», responde tajante. «Y si alguien necesita a otra persona para cuidar, para sentirse útil y con un propósito, que adopte un perro que hay muchos abandonados y al perro le encantará, pero a mí que me deje en paz. Ahora, yo tengo que ser independiente y autosuficiente también, aunque a priori me dé miedo o esté más cómoda recibiendo».
Almudena Sos instruye igualmente al respecto: «Fórmate, aprende qué ocurre en toda relación de pareja para que seas tú la que la diriges y no que te dirija ella a ti. Hace poco escuchaba a una referente que para mí es una crack, Irene Milián. Hablaba del mundo de la empresa y decía que así como en el amor te dejas fluir y vives lo que te viene, como en tu negocio te dejes fluir y vivas lo que te viene, vas a cerrar el chiringuito. Tienes que hacer cosas para que tu negocio funcione». Pues una relación de pareja es igual: «O haces cosas para que vaya bien, o se te va a ir al traste en cuestión de años, y cada vez va más rápido. Porque siempre te acaban pasando las mismas cosas».
En resumen, «fórmate, hazte terapia para superar eso que te duele desde hace tanto tiempo y siempre se te acaba repitiendo en todas tus relaciones tarde o temprano. Que seas tú quien dirige tu vida, no la vida la que te dirige a ti».
¿Qué solemos aportar nosotras a la relación?
Almudena Sos lo tiene claro: «Somos fuertes, sensibles Vamos a aportar más cuanto más desarrolladas estemos nosotras y más vamos a poder acompañar a nuestra familia. Si tú sabes lo que te está pasando, para qué te está pasando y cómo llevarlo, te van a ocurrir cosas, pero las vas a vivir con mucha serenidad. Aunque sean dolorosas. Y, aunque tu pareja no haya hecho ese proceso de crecimiento personal, si tú lo has hecho, vas a poder estar a su lado, si es lo que quieres, respetando sus procesos pero sin perderte en los problemas. Porque tú vas a estar muy fuerte». Por otra parte, cuando una persona no está trabajada a nivel personal, demanda que la otra le cubra sus necesidades. Y como eso nunca ocurre, porque la otra persona no puede cubrirnos necesidades nuestras, empezamos a pedir y pedir hasta que la relación se hace insostenible. En el caso de las mujeres, «solemos demandar que nos presten atención, que dejen todo por nosotras, que nos demuestren continuamente que nos quieren… que llenen nuestro vacío», explica desde su experiencia la terapeuta, para quien a la otra parte le suele pasar lo mismo pero en sentido inverso. Por ejemplo, «en muchos casos vienen de una madre muy autoritaria que nunca les ha dejado ser él mismo. Suelen juntarse con mujeres que les piden que les quiera y le exigen continuamente. No se dan cuenta que esos hombres tienen alergia a eso. Y por eso se distancian. Cuando tú te haces autosuficiente, él no se siente presionado y muchas veces se acerca a ti, pero ya lo hace por su propia voluntad».
¿Se puede rescatar una relación si la pareja ya no siente lo mismo?
«¡Y tanto!», exclama Sos. «Cuando conoces bien las relaciones de pareja, sabes que nada de lo que ocurre es lo que creemos. La relación tiene un propósito oculto y es que sanes aquello que lleva tantos años haciéndote daño». En ese sentido, «si de pequeña te has sentido abandonada, o siempre escogían a otro antes que a ti, para ti eso es casa. Y vas a buscar personas que te hagan sentir en casa. No al principio de la relación pero sí con el tiempo».
¿Con qué fin? «Necesitas a vida o muerte que esta vez te escojan a ti o lo que sea que te duele desde siempre». Pero eso ocurre al principio de la relación, no a partir de un determinado momento. Por eso terminas distanciándote de la otra persona y sufriendo. «Cuando lo vives desde otro lugar y ves que el otro no te hace nada sino que simplemente te activa algo tuyo y que puedes aprovechar esa situación para trabajarte eso que lleva toda la vida haciéndote daño, ves la relación con otros ojos. Y al tú vivir las cosas que hace el otro de una manera diferente, reaccionas diferente y la otra persona también lo vive diferente. Toda la relación mejora».
«¿Sentir? Se siente según lo que pensamos. Si cambias cómo piensas, cambias cómo sientes»
A veces, por contra, la otra persona no está por la labor y quiere romper. También está bien, reconoce la terapeuta. «Pero tú puedes salir adelante y ser feliz contigo y, en un futuro, con otra persona«.
¿Y si no tenemos pareja?
También puedes hacer terapia, sin duda. Pero vas a vivir las cosas como son y no como tú te imaginas que son. «Si te trabajas, vas a estar bien contigo misma y compartirás desde el amor. No desde la necesidad. La otra persona, esté trabajada o no, se va a sentir bien a tu lado. Y, aunque te pasen cosas duras, que te van a pasar, las vas a vivir desde una sensación muy diferente. Puedes vivir dolor, pero desde la serenidad y conformidad«.
Para la coach cambia mucho la situación desde una visión holística a cuando vives cosas y no ten enteras de por dónde te vienen los tiros. «Para mí es imprescindible dotar todo lo que vivimos de un sentido y estar bien con nosotras mismas».
¿Y los casos de poliamor?
Almudena Sos también ha acompañado casos de poliamor; sobre todo, cuenta, «mujeres de cierta edad que lo han vivido fatal porque seguían aferradas al modelo de amor romántico con exclusividad sexual y han tenido mucho sufrimiento. Creo que lo cultural tiene mucha influencia en nosotros y, en muchos casos, no estamos preparados para vivir el poliamor o relaciones de no exclusividad sexual».
Para poder disfrutar de esas relaciones, tenemos que hacer un cambio de paradigma total. Si no, asegura Sos, «vamos a sufrir mucho». Con un hijo, con una amiga, «nos alegramos de su felicidad aunque sea sin nosotros. En una relación de pareja no. Queremos la exclusividad sexual. Si estás suficientemente trabajada como para poder llevarlo, bien. Si no, no te aconsejo que lo hagas porque vas a sufrir como una cabrona».

Desde mi ventana
Si bien Almudena Sos nunca ha estado en Sevilla sí que he visto trocitos de la ciudad a través de las ventanas al hacer las sesiones por zoom de varios de sus clientes que viven allí. «Es una ciudad muy bonita con una luz muy especial”, asegura la terapeuta. Respecto a las personas sevillanas que ha tratado como clientes, hay algo muy curioso que a veces lo ha comentado con alguna amiga porque le llama la atención: «Para mí son muy especiales», señala. «Muy trabajadoras, llevan a fondo la terapia. Tienen muchas ganas de estar bien y se lo toman muy en serio. Es el típico cliente aplicado con el que da gusto trabajar porque ves que aplica y mejora rápidamente. Sí, cuando pienso en mis clientes de Sevilla, me sale una sonrisa automática de satisfacción».
En persona
Almudena Sos estudió una carrera universitaria y trabajó en el mundo de la empresa, en el que era profundamente infeliz, y lo dejó para dedicarse a lo que realmente le gustaba: ayudar personas en sus procesos de transformación profundos tal como ella había pasado por el suyo propio. Dedicó años a formarse viajando por el mundo con Tony Robbins, Blair Singer, T.Harv Eker, Joel Roberts, Denis Cumins, Marjean Holden o Robert Riopel. Se formó en múltiples metodologías, le apasiona el cerebro y los modelos de comportamiento humanos. Es Máster en Programación Neuro Lingüística e Hipnosis Ericksoniana con M. J.Solavera; Train the Trainer en Institut Gestalt, Train the Trainer, con Blair Singer en Programa de T Harv Eker; Biodescodificación, con Enric Corbera y Christian Fleche; Pschy K, con Vanesa Navarro; Control Mental, con José González; Coaching Wing Wave, con Cora Besser Siegmund; Formación en Terapia Regresiva en el Instituto Español de Terapia Regresiva. Poco a poco, se fue especializando en la terapia de pareja, ya que era una de las mayores fuentes de sufrimiento de las personas que acudían a ella, tema que, por otra parte, se ha trabajado profundamente.
Comentarios: Sin respuestas