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Página principal > Está pasando > A menudo, la vida real supera la ficción: el caso de Claudia llevado a escena
8 octubre 2020  |  Por La Giganta Digital

A menudo, la vida real supera la ficción: el caso de Claudia llevado a escena

claudia (derecha)portada
8:30 de la mañana, Barcelona. Entro a una cafetería y me encuentro con Claudia, no se me ocurre una mejor manera de empezar el día que con un buen café, un croissant y un poco de arte.

TEXTO Y FOTO: Cecilia Martínez

Claudia Melo es la protagonista de Para ver si así me quieres, una obra de teatro que pretende acercar a la sociedad, la realidad de las personas que sufren un trastorno de salud mental. Claudia sufrió anorexia, y ahora está inmersa en un proyecto vital, personal y profesional en el que se combina el arte (teatro) y el relato de su vida.

Claudia Melo (la actriz del proyecto) -en la imagen la de la derecha- y Marta Albert (directora y dramaturga) nos conocimos hace un año. Las dos estaban en un momento de transición bastante vital. Claudia le transmitió el deseo de contar su historia con la anorexia de una forma justa y verdadera y se pusieron a investigar juntas cómo hacerlo. Por el camino fueron añadiendo heridas propias y se dieron cuenta de que, en realidad, eran los dolores de muchas otras personas. Y decidieron contarlo.

Claudia sufrió anorexia

Para aquellos que no saben de qué se trata, os explicamos que es la enfermedad mental con mayor índice de mortalidad entre las personas que lo sufren. De hecho, es la enfermedad mental por la que más personas fallecen. Además, es una dolencia de la que se habla mucho pero poco se conoce. Se trata de una enfermedad psiquiátrica que afecta a todas las áreas de la persona: la social, la personal, la profesional y la familiar. Se caracteriza por un peso corporal bajo y un miedo atroz a intentar ganar peso. Varios estudios han demostrado que existen causas genéticas en el hecho de poder sufrir un trastorno alimentario, pero el origen de este trastorno es multifactorial.

Mientras esperamos al camarero que se acerca con nuestro delicioso café, me surge la curiosidad y les pregunto por el objetivo de esta creación teatral. Marta, que también nos acompaña, me responde de forma espontánea y con ojos brillantes. Se ve que es un proyecto personal, se puede notar la ilusión con la que transmiten cada palabra que tiene que ver con el guión teatral de esta obra.

«Nos gustaría que la gente abandonará las salas con la cabeza explotada y replanteándose todo lo que creen saber de las enfermedades mentales, de las relaciones y de sí mismos, que la gente se fuera a tomar una cerveza discutiendo sobre lo que han visto y generar debate. Creo que el arte es una herramienta poderosísima de transformación, pero absolutamente inútil si tiene un fin complaciente», afirma Marta. «Durante el proceso de creación nos hemos tenido que plantear muchas veces qué y cómo queríamos contar y validar nuestras historias. En el camino nos hemos encontrado con la tentación de transformar nuestra pieza por miedo a incomodar o molestar. Pero una obra no podía mutilarse a sí misma para gustar a los demás, debía seguir con su esencia», señala Claudia.

Aunque ambas son conscientes de que, seguramente, las mujeres de su generación de entre 25 y 30 años, los y las denominadas Millenials, o incluso, la Generación Z, conectarán con más facilidad con su historia, no quieren perder la ilusión de que el resto de público se enganche, al tratarse de un tema que tiene que ver con la implicación y la responsabilidad de todos, la salud mental.

Al hablar de mujeres, es inevitable preguntar por la incidencia de ‘mujeres vs hombres’ a sufrir este tipo de enfermedades mentales y, entre sorbo y sorbo de café, Claudia me responde sin dudar:

«Creo que las mujeres estamos más expuestas a sufrir este tipo de trastornos». Por su parte, Marta añade: «Durante el proceso de creación nos hemos dado cuenta de que una de las cosas que más daño nos ha hecho estos años ha sido la incapacidad de decir que no y, por supuesto, a expresar lo que queríamos de forma clara y serena».

«Creo que esta dificultad para negarse a situaciones de abuso y maltrato es la que lleva a muchas mujeres a sobrecargar sus sistemas nerviosos. Las mujeres temen decir que no por miedo a ser rechazadas. Un hombre que dice que no es un hombre que se respeta a sí mismo. Ese privilegio que se nos niega al nacer hace que debamos invertir el doble de energía para conseguir lo mismo», lamenta Claudia.

–¿Creéis que las redes sociales han ejercido mayor influencia en la idea de tener que estar siempre perfectas?

–¡No sabes cuánto me alegro de que cuando yo era adolescente no hubiera Instagram! Es monstruoso el efecto que tienen sobre mí las redes sociales. Tanto que varias temporadas al año necesito usar un teléfono analógico para recordarme quien soy. Todos andamos cojos y malqueridos y las redes sociales son un escaparate para venderse. Mostramos nuestra mejor versión, pero sabemos que es una versión falsa y así, si nos quieren, nos sentimos unos farsantes y, si no lo hacen, bajamos más y más el precio hasta desaparecer. No estoy en contra, pero yo todavía no he encontrado la manera de usarlas de forma sana.

–¿Pensáis que la mujer tiene más presión social que el hombre, actualmente?

–Desgraciadamente para ellos, la presión por la perfección estética e incluso la educación de los hijos poco a poco empieza a ejercerse también sobre ellos, pero les llevamos siglos de ventaja.

Una mujer trabajadora tendrá que competir con sus compañeros, la mayoría del tiempo por la mitad del sueldo, teniendo que sobrepasar unas inseguridades mayores debido a su educación; será doblemente juzgada por expresar su opinión, se opinará más sobre su vida privada, la ropa que lleva y, seguramente, tendrá que aguantar comentarios sobre su físico por el camino. A esto súmale la centenaria obligación de ser una buena madre, que ahora no solo es hacer que tus hijos vayan bien vestidos, alimentados y queridos, sino que también es leerte todos los blogs sobre cría responsable, darles leche materna y hacer porteo ergonómico y practicar yoga con ellos a las seis de la mañana antes de ir a trabajar. Tener la casa preciosa como la instagramer de turno, vestirte ideal como la instagramer de turno y tener una relación que sea la envidia de todos. Solo de pensarlo ya me da un ataque de ansiedad.

Tras el análisis del contexto actual y el dibujo de la sociedad como ellas la ven, nos adentramos en el eje de la creación artística de Para ver si así me quieres, la anorexia.

Hablamos ahora con Claudia de una parte muy íntima de su ser, su vida con la anorexia.

–¿Cómo te iniciaste en la enfermedad?

–Empecé a tener problemas con la comida a los trece años. Es curioso porque al hacer esta obra junto con Marta y durante todo el proceso de ensayos, descubrí que había borrado o bloqueado mucha información sobre esa época. Ha sido un proceso muy duro, pero también muy sanador.

–¿Qué es lo peor que has vivido durante el tiempo que has sufrido AN?

–Sufrí anorexia durante gran parte de mi adolescencia. Recuerdo la sensación de ansiedad y rabia cada vez que tenía que comer, la constante comparación con los demás, las mentiras y el dolor que también causé a todo mi entorno. Pero sin duda, lo más duro fue el odio que llegué a sentir hacia mí misma. Mi experiencia con anorexia me ha servido mucho para reconstruir mi autoestima deforma sólida. 

–Las conductas con la comida son una consecuencia, pero ¿cómo viviste la parte de aislamiento social que va muy relacionada a este trastorno?

–Efectivamente, las conductas con la comida son solo una consecuencia. Yo tardé mucho tiempo en darme cuenta de que era algo mucho más grande y profundo que simplemente comer o no comer. No era la comida, era la vida. La anorexia es una autolesión. Poco a poco te vas quedando sin fuerzas (no solo físicas) también mentales. Recuerdo no poder estudiar, no poder mantener una simple conversación, no poder dormir…

Por supuesto mi familia y amigos empezaron a preocuparse por mí y yo lo sentí como un ataque. Jamás aceptas que tú estás enferma. Recuerdo tener el deseo de querer desaparecer, de no poder sostener mis relaciones sociales y de todas las mentiras que empecé a decir con tal de estar sola y, de esta forma, saltarme las comidas sin tener que dar explicaciones a nadie.

En Para ver si así me quieres queremos mostrar que la anorexia no trata de niñas que quieren ser modelo y solo beben café o que no quieren comer.

Las enfermedades mentales siguen siendo un tabú en la sociedad y nosotras queríamos plasmarlo y demostrarle a la sociedad que necesitamos poder explicar las cosas tal y como son. Es importante poder desgranar hasta el final por qué decidimos consciente o inconscientemente autolesionarnos ante situaciones o temporadas en la vida, en las que, seguramente, nos faltan herramientas para poder hacer frente a malestares emocionales.

Cartel de la obra de teatro ‘Para ver si así me quieres’.
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