Nos acercamos al 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, en que por primera vez afrontaremos el reto que supone una huelga general, de carácter laboral, de consumo, de cuidados y estudiantil, para visibilizar el papel de las mujeres en la vida, y para luchar contra la desigualdad en sus múltiples manifestaciones.
Al movimiento feminista, le dan apoyo otras organizaciones sociales, en específico los sindicatos, en cuanto a la cobertura de huelga laboral, parcial, o de 24 horas. Las causas o motivaciones para la movilización son múltiples, como variadas son las manifestaciones de la desigualdad y aún de violencia que sufrimos. Sin agotarlos, resaltemos algunos motivos: violencia y feminicidios. Acoso sexual. Desigualdad en la división del trabajo. Asignación de los cuidados a las mujeres. Discriminación de las empleadas de hogar en el régimen de la Seguridad Social. Estereotipos de género y persistencia de valores machistas. Discriminación laboral, desigualdad generalizada en los planos laboral, salarial, empleo, etc.
Sobre esta cuestión, veamos algunas cifras: las mujeres cobramos en España, de media, aproximadamente un 30 % menos que los hombres. Y lo peor es que la tendencia es a ensanchar la brecha salarial, no a reducirla. Aunque el Gobierno niega la mayor, que la brecha crezca, lo cierto es que así lo demuestran los datos, entre ellos, los ofrecidos de forma reciente por los técnicos de Hacienda.
La brecha también se manifiesta en las pensiones. En este caso, aún peor, aún más brecha contra las mujeres mayores: el 37 %. Mientras las mujeres somos mayoría entre quienes cobran menos del SMI, o también entre quienes cobran hasta el 1,5 del SMI, vamos descendiendo en porcentaje según sube el segmento de retribución considerada. Así, en retribuciones hasta 80.000 € al año, las mujeres solo representamos el 50 % de los hombres. Y si analizamos las retribuciones más altas, como las que suponen 10 veces el SMI o más (es decir, en torno, o más, de 100.000 € año), las mujeres solo representan menos del 20 % del total de tan afortunados asalariados.
Así, la lucha feminista se inscribe de lleno, en un papel central, en los movimientos emancipatorios. La lucha contra la desigualdad, contra la injusticia y contra la explotación y la opresión, adquiere múltiples formas y escenarios. Y la perspectiva de género no puede hacernos perder tampoco la perspectiva de clase, sino que ha de combinarse aquella, que afecta a la mitad de la población, con esta, que afecta a la mayoría de la población: la población trabajadora de toda clase, género y origen.
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