
Profesora e investigadora, escritora desde hace 10 años, actriz desde marzo. Feminista desde siempre. Así se define en su perfil personal de Facebook Adela Muñoz Páez. Nacida en La Carolina, Jaén, es Catedrática de Química Inorgánica en la Universidad de Sevilla, divulgadora, y su último libro es Sabias. La otra cara de la ciencia. En esta entrevista habla de su faceta como mujer científica.
– ¿Qué te motivó para estudiar Química? ¿Alguna inspiración familiar?
No, al contrario, fue llevarle la contraria a todos: mi padre quería que hiciera Derecho, mi abuela, Farmacia, «una carrera muy apropiada para una mujer», y yo misma había decidido hacer Filosofía pura. Por lo que al final hice Química, tras haber hecho Bachiller de Ciencias y COU de Letras. Mi profesor de Química de 5º de Bachiller, creo que su nombre era D. Antonio Romero, tuvo mucho que ver en mi elección.
– ¿Cómo fue la experiencia universitaria y posterior?
Muy buena. La Universidad estaba en un momento efervescente (comencé en octubre de 1975) pero yo estaba muy ocupada estudiando, recuperando lo que no estudié en COU y aprendiendo toda la Química que podía, y disfrutando de la libertad e independencia de vivir sin tutelas directas.
– ¿Qué significa ser una mujer científica?
Para mí es la profesión más apasionante, tanto para un hombre como para una mujer. Todas mis amistades están en este ámbito, porque tenemos una forma de enfocar la vida similar, racional aunque apasionada.
– ¿Dirías que te has encontrado trabas en tu carrera profesional por ser mujer? En caso afirmativo, ¿cómo las has superado?
Cuando yo empecé a estudiar en la Universidad las mujeres no podían contratar una línea telefónica, hacer viajes al extranjero, heredar… sin permiso del marido. Tras la muerte de Franco las leyes fueron cambiando, pero yo crecí con la idea de que las mujeres no teníamos derecho a muchas cosas, que había que ir ganando esos derechos, así es que no iba a echarme atrás por una traba más o menos. Para hacer mi tesis elegí un profesor que aparentemente no discriminaba a las mujeres… pero cuando se enteró de que estaba embarazada mi tesis quedó parada cuatro años. Daba igual que pasara 12 horas en el laboratorio. Resistí porque pensé que si me rendía no iba a perdonármelo a mí misma el resto de mi vida
– ¿Cómo se concilia la vida laboral y familiar? ¿Qué apoyos has tenido, tienes?
En un mundo competitivo como la ciencia no podías pedir un trato especial por estar criando un hijo, más bien al contrario, tenías que demostrar que no eras una científica de segundo nivel por tener familia. Hoy hay otra sensibilidad, pero yo soy enemiga de las bajas maternales extendidas. Los niños en la mayor parte de los casos tienen un padre y una madre. Mi marido no me «ha ayudado» en su crianza y en la gestión de la casa. Es una responsabilidad de ambos, por igual.
Cuando yo estaba embarazada estuve sola porque él estaba de post-doc en Francia, y cuando me tocó irme a mí, él se quedó con mi hijo de tres años. Igual con los congresos y los viajes de medida a grandes instalaciones. Cuando yo viajaba -durante los primeros 15 años yo viajaba mucho- él se quedaba con los niños, cuando él viajaba, me ocupaba yo. Hemos tenido la inmensa suerte de tener padres que vivían en la misma ciudad y se han ocupado de sus nietos siempre que lo hemos requerido, y también de contar con señoras que nos han ayudado con la casa y los niños. El pago de sus sueldos ha sido nuestra prioridad siempre.
– ¿Qué necesita una científica para hacer carrera?
Curiosidad, vocación, capacidad de trabajo, resistencia frente al fracaso, elegir un buen compañero que no solo tolere tu profesión, sino que se sienta orgulloso de ella, elegir un buen grupo de trabajo… Y no rendirte.
– ¿Hay que sacrificar algo por el camino?
Muchas cosas, como en todo. Por ejemplo las vacaciones de verano en la playa durante quince días o un mes han sido el sueño nunca cumplido de mis hijos, porque el verano era tiempo de terminar manuscritos, asistir a congresos y prepararlos. En general me ha faltado tiempo para estar con mis hijos, también tiempo para «perderlo», he vivido siempre con la sensación de prisa. También tenía una preocupación especial por no perder el tiempo, por lo que me he embarcado en muchos proyectos. Aún hoy no sé decir que no a un proyecto que me parezca atractivo, aunque no todos llegan a buen puerto, pero el camino suele estar lleno de descubrimientos

– ¿En qué punto estás ahora mismo?
Tras tener una carrera científica consolidada en el área de la Química, he cambiado a la historia de la ciencia centrada en las mujeres. De hecho me dedico a una de mis aficiones postergadas: estudiar y dar a conocer la historia de las mujeres, especialmente las científicas, pero no solo ellas.
– En cuanto a tu trabajo en sí, cuéntanos sobre los logros de tus investigaciones.
Durante 25 años he estudiado donde están situados los átomos en sistemas desordenados, o más precisamente que no tenían orden a largo alcance, no son «cristalinos». Ese conocimiento tan prosaico es el primer paso para entender el comportamiento de las sustancias. He estudiado varios de esos sistemas, pero a lo que he dedicado más tiempo ha sido al estudio de las disoluciones iónicas. Esas son las formadas cuando se disuelve sal en agua. Es una disolución transparente donde el ojo humano no ve nada, pero ahí hay un cierto orden de las moléculas de agua en torno a los iones sodio y cloro. Para ver ese orden, hace falta una técnica especial que sólo están disponibles en los aceleradores de partículas, en las fuentes de radiación sincrotrón.
– ¿Cómo está la situación de las mujeres investigadoras en Andalucía?
En Andalucía la presencia de mujeres es similar y un poco mejor que en la media de España. Y en España estamos por encima de la media en Europa. Hay camino por recorrer, pero no podemos quejarnos como mujeres, aunque sí como científicas. En España y en Andalucía los recortes en los presupuestos de ciencia desde el comienzo de la crisis han sido brutales, y las consecuencias ya empiezan a ser irreversibles. Las mujeres sufrimos esos recortes en una mayor medida que los hombres porque arrastramos nuestros propios conflictos, que surgen por ejemplo a la hora de tener hijos con las estancias en los laboratorios extranjeros.
– Formas parte de AMIT-Andalucía. ¿Por qué hay pocas mujeres científicas?
No hay pocas mujeres científicas, en España casi un 40%, lo que pasa es que no se nos ve. No estamos en Academias, no recibimos premios… somos invisibles. Una de las tareas de la Asociación es darle visibilidad a las mujeres científicas, ayudar en su carrera a las más jóvenes y atender las demandas crecientes de los centros de enseñanza para recibir las visitas de científicas, que este año ha canalizado de forma magistral la web creada con motivo del 11 de Febrero.

– ¿Qué científicas te han inspirado?
Todas y ninguna. En cierto modo me identifico con todas las incluidas en SABIAS, si no, no habría sido capaz de escribir sobre ellas de esa manera, pero no me identifico especialmente con ninguna. Ahora somos infinitamente más afortunadas que ellas, no tenemos que ser unas heroínas para dedicarnos a la ciencia.
– ¿Cuáles son las que toda niña (y niño) deberían descubrir?
Estamos trabajando en un proyecto con el IAM para llevar modelos de científicas a los colegios andaluces. Hemos seleccionado 4 científicas del pasado de las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) pero también cuatro científicas del presente que nos parecen modelos más cercanos y apropiados: la cordobesa María Peréz-Ortíz, joven ingeniera informática que trabaja en Cambridge, Isabel Fernández, matemática de Linares que trabaja en la universidad de Sevilla, Elena Gonzalez Rey, bióloga que trabaja en la universidad de Granada… y muchas otras que llenan nuestros laboratorios y universidades.
– ¿Cuál es el papel de la enseñanza y de las instituciones en la lucha por la igualdad?
Los centros de enseñanza, junto con la familia, son los principales transmisores de valores, tanto éticos como de respeto a los derechos humanos, incluidos los de las mujeres. Las instituciones tienen que velar porque tanto la sociedad en general como los profesores y profesoras, tengan la formación y los medios para transmitir esos valores. Las profesoras de Primaria y Secundaria son uno de los principales pilares sobre los que se construye nuestra sociedad, hemos de otorgarles el valor y darles el reconocimiento que merecen.
– Un deseo…
Mejor dos: uno, que los responsables políticos de Andalucía y España presten a la ciencia la atención y fondos que se merece. Dos, que en un futuro cercano no sea necesario celebrar días como el 11F, dedicado a la mujer y la niña en ciencia, y el 8 de marzo, día de la mujer trabajadora.
Trayectoria
La Agencia Balcells recopila la trayectoria de esta catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla, «donde ha impartido clases de Química Inorgánica, Ciencia de Materiales y Espectroscopía. Su trabajo de investigación se ha especializado en Espectroscopías de Absorción de Rayos X (EXAFS) aplicadas a la caracterización de materiales y sólidos amorfos. Ha sido Vicedirectora durante once años del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla, centro mixto CSIC-Universidad de Sevilla. Ha coordinado el diseño de la estación de EXAFS de la fuente de radiación sincrotrón, ALBA, y ha revisado proyectos de investigación del Ministerio de Educación y Ciencia de España y de las fuentes de radiación sincrotrón Daresbury (GB) ALBA (España) y ESRF (Comunidad Europea). Ha sido miembro del panel de Química de la Comisión Nacional de Evaluación de la Actividad Investigadora, CNEAI, y desde su creación en 2016, del panel de evaluación de la fuente europea de Láser de Electrones Libres XFEL, situada en Hamburgo (Alemania). Junto con sus tareas docentes e investigadoras, en los últimos años, Adela Muñoz ha realizado una gran tarea de divulgación científica. Entre sus libros destacan Historia del veneno. De la cicuta al polonio (Debate, 2012), las biografías de la científica Marie Sklodowska-Curie y de Antoine Lavoisier, el padre de la química (RBA, 2013-2015) y el ensayo Sabias. La cara oculta de la ciencia (Debate, 2017), de gran repercusión en los medios. Ha publicado extensamente sobre la mujer en el Tercer Mundo y sobre mujeres científicas, e impartido numerosas conferencias sobre estos temas. Ha sido miembro de la Junta Directiva de la ONG Asociación por los derechos humanos en Afganistán, ASDHA y actualmente de la ONG Alianza por la Solidaridad».
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