Rosa Berbel fue el mejor expediente de graduación en el IES Aguilar y Cano de Estepa (Sevilla) en 2015. Actualmente estudia el último año del grado en Literaturas Comparadas en la Universidad de Granada. Escribe desde hace algunos años, tanto poesía como prosa, aunque Las niñas siempre dicen la verdad es su primer libro que ha conseguido sorprender al jurado del prestigioso Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal. La autora se pasa por La Giganta para compartir esta experiencia que, sin duda, será un punto de inflexión en su vida literaria y personal.
El interés por la poesía, nos cuenta Rosa Berbel, “llega imagino que, como suele ocurrir en estos casos, durante la adolescencia. Primero empecé a escribirla, un poco a ciegas y por casualidad, y luego a leerla de forma más concienzuda, más allá de las lecturas obligatorias del instituto. Aunque supongo que no es un interés aislado porque siempre me han entusiasmado la literatura y el arte en general, y también otras disciplinas que entiendo en relación, como el periodismo, la filosofía, etc. Para mí, en este sentido, la poesía es un espacio de libertad y de experimentación con todas las cosas que me gustan».
–¿Esperabas ganar la XXI Edición del Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal?
–Imagino que siempre se tiene alguna expectativa de ganar, pero intentaba no pensar mucho en ello y, realmente, me pilló por sorpresa. Es un premio que siempre he respetado mucho, porque algunos de los poetas que más admiro del panorama nacional, como Andrés Neuman, Laura Casielles o Xaime Martínez, lo ganaron en su momento. Además te da la posibilidad de publicar en la editorial Hiperión, que es todo un lujo. Así que estoy muy contenta.
–¿Cuál ha sido la reacción de tu pueblo (Estepa)?
–Como vivo en Granada, estoy un poco desconectada de Estepa. Pero he visto que han compartido la noticia en las redes y muchos estepeños, conocidos y desconocidos para mí, me han felicitado por diferentes vías. Lo agradezco mucho porque pienso que es un libro muy estepeño, en el sentido en que ha sido casi íntegramente escrito en Estepa, y hasta enviado al concurso desde la oficina de Correos del pueblo.
–¿Cómo ha sido el proceso de creación?
–Pues ha sido bastante irregular, porque tengo la sensación de que llevo varios años reescribiéndolo. Llevaba al menos tres años con una idea clara en la cabeza de lo que quería hacer, pero me ha costado encontrar el tono y las palabras. He proyectado varios libros antes de llegar a este; no conseguía estar satisfecha con lo que estaba contando. No tenía prisa por publicar, no creía que fuera el momento. También ha habido bastantes parones y abandonos, pero luego siempre volvía a revisar poemas antiguos o a reinventarlos. Así que siento que el poemario ha crecido y madurado conmigo, prácticamente a la vez.
–¿Y el proceso de selección hasta presentar tu obra?
–En el mes de abril de este año, un poco impulsivamente y con una motivación renovada, decidí establecer una fecha tope para sentarme con el libro y finalizar el proceso de escritura. Creí que había llegado el momento de cerrar esta etapa, de darle el empujón definitivo. Este deadline suena poco romántico pero en realidad es así y es necesario, porque pienso que la inconstancia y la ‘autopostergación’ son dos de mis peores enemigos. Me vino muy bien establecer una rutina de trabajo, sobre todo en el punto en que se encontraba el libro, con una idea muy clara y con la mayor parte de los poemas escritos, a la espera de ser corregidos.
Así que el proceso de selección y revisión y los pasos finales, como la elección de la estructura o del título, llegaron en esos últimos meses, desde abril hasta junio, que fue cuando finalmente lo terminé y presenté.
«Siento que el poemario ha crecido y madurado conmigo»
–¿Qué has querido expresar o dejar entrever con tu obra?
–El título es Las niñas siempre dicen la verdad. Su punto de partida es la pérdida de la infancia, como lugar universal, y el inicio de la vida adulta, que es un momento de grandes expectativas e ilusiones, pero también de contradicciones, dudas y ansiedad. En este sentido, el libro es tanto una mirada al pasado (una mirada ficcional porque el pasado siempre se falsea), pero también una mirada al futuro y los planes que nos contamos. Yo, que he socializado toda mi vida como mujer, tengo unas vivencias y unas preocupaciones diferentes a las de los poetas hombres de mi generación. Esto está muy presente en el libro, porque no puedo pensar mi adolescencia o mi descubrimiento de la edad adulta sin pasar por temas como la maternidad o la violencia de género.
–¿Cómo definirías tu estilo?
–Qué difícil. No sabría responder a esta pregunta sin sonar presuntuosa. No obstante, comparto uno de mis poemas que forma parte de mi libro.
PLANES DE FUTURO
Tenemos cuarenta años y un trabajo que odiamos
que nos hace pagar las facturas,
llegar a fin de mes,
tener eso que llaman dignidad
y que se siente igual que la tristeza.
Tenemos un trabajo y un piso en la playa,
pero ante el mar soñamos
un milagro:
nuestra ropa en la arena como entonces
y quedarnos así a la intemperie, uno
enfrente del otro,
con toda la extrañeza de los cuerpos desnudos,
con esta luz precaria,
con un amor que existe y no nos basta.
Tenemos cuarenta años y dos hijos que corren,
que gritan y que lloran
porque la arena está demasiado caliente,
porque nosotros discutimos,
porque no hay nada aquí que nos divierta.
Tenemos casa hijos y demasiado miedo
a la muerte, a los contratos temporales
como la gente normal, miedos
de gente feliz, miedos felices,
como este insomnio dulce de los días
antiguos o esta nostalgia común
y rutinaria.
Tenemos cuarenta años y un país que no nos nombra,
no cogemos aviones
porque hemos olvidado
cómo decir te quiero en otras lenguas,
la violencia del viaje,
cómo dormir tranquilos en hoteles lejanos
donde nadie nos llama por las noches.
Tenemos cuarenta años y una vida feliz
feliz sin contratiempos,
una vida segura,
equilibrada.
Pero después del amor, de la rutina,
la propiedad particular,
la realidad regresa
después
inconformista.
–¿Qué poetas y poetisas te han inspirado?
–Me encanta Wislawa Szymborska. Pienso que su poesía y su forma de concebir la poesía están en la génesis de lo que busco al leer y al escribir. Tiene un estilo muy irónico, una mirada crítica y desmitificadora frente a algunos aspectos de la cultura, la historia y la política. A nivel nacional, considero que la lectura de Erika Martínez marcó un antes y un después en mi escritura, especialmente su último libro, Chocar con algo. En los últimos años también he aprendido mucho con Sharon Olds.
–¿Consideras que este tipo de premios son necesarios?
–Creo que suponen una forma de visibilizar y defender la poesía joven. En este caso, el Premio Antonio Carvajal es para menores de 25 años, que es una poesía jovencísima. Para el autor o autora que empieza, como es mi caso, es la oportunidad de publicar un primer libro en una editorial de enorme prestigio, con la difusión y el empujón que ello entraña. Al lector le brinda la posibilidad de descubrir qué están haciendo los jóvenes poetas en este momento, algo que es de agradecer.
LA POESÍA Y LA LITERATURA EN LA ACTUALIDAD
Rosa Berbel piensa que la poesía está en buen estado de forma. “Me molesta cuando se habla de la poesía joven despectivamente, porque hay mucha gente menor de 35 años (por fijar un límite), que está haciendo cosas muy interesantes, como Alba Flores, Berta García Faet, Ángelo Néstore, etc. Además internet, con sus ventajas y desventajas, nos ha ofrecido entre otras cosas una posibilidad inédita de tejer una red de lecturas, experiencias, referencias, etc., entre poetas de distintos lugares del mundo, algo que para mí es muy positivo”.
A nivel andaluz, piensa la autora, “que esto es si cabe aún más intenso, porque Andalucía fue y sigue siendo tierra de poetas, pero también de lectores de poesía, de editoriales, libreros o gestores culturales que defienden y sacan adelante un sector muy castigado por la crisis en una comunidad también muy maltratada. Como dato curioso, cuatro de los últimos cinco ganadores del premio Hiperión eran andaluces”.
Berbel no ha vivido fuera de nuestras fronteras, “y no conozco de primera mano la consideración de la poesía fuera de España. Al menos en Europa, es posible que haya países en los que se lea más que en España, pero no creo que la poesía sea más leída. Insisto, en España la poesía está en buena forma”.
–Granada, donde estudias y vives ahora mismo, es un foco maravilloso para la poesía con Antonio Carvajal, Luis García Montero, Andrés Neuman… ¿Qué ocurre con esos nombres de mujer que no suenan (aunque sí resuenen).
–Las mujeres siempre han estado ahí, escribiendo poesía y haciendo muchas otras cosas, aunque lamentablemente los tiempos y la historia que marca el patriarcado las ha relegado a un segundo plano, en el mejor de los casos, o al olvido. Para mí es evidente que la ausencia de la mujer no es una cuestión de calidad sino de espacios, un espacio que se les ha negado de forma sistemática. Por ello me parece muy valiosa la labor de recuperación y dignificación que se está haciendo sobre la obra de muchas mujeres, porque nos hace justamente conscientes de muchas cuestiones. Y poco a poco se van reconquistando posiciones, que en realidad siempre fueron nuestras.
En Granada tenemos a mujeres poetas excelentes, entre ellas Ángeles Mora, Premio Nacional de Poesía, que a mí me gusta mucho.
“Para mí es evidente que la ausencia de la mujer no es una cuestión de calidad sino de espacios, un espacio que se les ha negado de forma sistemática”
–Antes hemos hablado de tu inspiración, pero ¿qué títulos consideras que no debe faltar en ninguna biblioteca?
–Supongo que no hay ningún título imprescindible; una biblioteca es un espacio muy personal. Por esquivar un poco el canon, en mi biblioteca no puede faltar Vivian Gornick, una activista feminista norteamericana con unas memorias increíbles (Apegos feroces y La mujer singular y la ciudad), que en el último año han reseteado buena parte de mi educación sentimental.
–¿Y qué poetisa debería conocer todo el mundo?
–A mí me gusta mucho Blanca Varela, una poeta peruana que tiene poemas fantásticos como ‘Conversación con Simone Weil’, a la que pertenecen estos versos:
“El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.
–el hombre es un extraño animal”.
–¿Qué te sugiere el trinomio mujer, feminismo y poesía?
–Un espacio muy fértil de creación, que nos da la posibilidad de reivindicar o revalorizar temas y motivos ausentes o minusvalorados dentro de nuestro imaginario artístico-literario. Pienso en temas como la experiencia de la maternidad o el tabú del aborto.
Esta vinculación es muy necesaria, me alegra que el feminismo esté impregnando poco a poco todas las esferas de nuestra vida.
–Tras este premio… ¿Ahora qué?
–Cuando tenga otro libro del que sentirme satisfecha es posible que intente de nuevo probar suerte.
–¿Qué les dirías a aquellas personas que piensan que con la poesía y la literatura no se consigue cambiar nada?
–Es injusto pedirle a la poesía que cambie el mundo, pero nos puede hacer cambiar de opinión o de sensibilidad, y eso siempre está muy bien.
–¿Crees, por tanto, en la poesía-denuncia?
–Creo en el potencial de la poesía como mirada crítica sobre el mundo en que vivimos. Aunque me gusta menos hablar de una poesía comprometida o de compromiso que de una poesía consciente. Para mí, ser consciente del lugar desde el que escribo me parece un ejercicio de honestidad conmigo y con los demás, y ello implica hablar como mujer de muchos temas que me afectan, y de otros que quizá no me afectan tan directamente pero por los cuales me siento también interpelada.
–¿En qué tienes puesta tu mirada?
–Ahora mismo quiero tomarme un poco de tiempo. Sigo escribiendo algunos poemas, pero todavía no sé muy bien por dónde saldrán ni a dónde me llevará todo esto. Como comenté antes, no tengo prisa por publicar, prefiero nutrirme de otras muchas cosas antes de dar por concluido un libro, aunque nunca se sabe.

EN BREVE:
–El verso que te hubiera gustado escribir. Hace tres días que todos los días son sábado por la mañana, de Pablo García Casado. Mi verso de amor favorito.
–El último libro que has leído. Rojo y negro, de Stendhal.
–Lo último que te ha emocionado. El momento de despedirme de mi familia, después de las vacaciones de verano.
–Un consejo que le darías a lxs futurxs poetas. No soy quién para dar consejos. Pero pienso que un buen consejo, que intento aplicarme, es que los poetas y poetisas no solo lean poesía, porque si no se vuelven muy aburridos. Que lean de todo, vean mucho cine, escuchen mucha música y se pongan la tele de vez en cuando. Y que no sean pedantes.
–El mejor consejo que te han dado a ti. Que encuentre el placer que hay en destruir un poema cuando no vale nada.
–¿Qué te gustaría estar haciendo dentro de cinco años? Prefiero no pensar mucho en el futuro.
–¿Cuál sería entonces tu futuro perfecto? En agosto, discutiendo en un piso al lado de la playa.
Excelente entrevista. Meollo de cultura inquieta. Puchero rico en vida, en vivencias y experiencias. Luchas por sacar del horizonte las aportaciones culturales actuales, señalar que hay luz para todos los que amamos la libertad y el conocimiento.