TEXTO: Sara Pinto Morales I CEO Brutal
Cuando una niña dice que quiere ser bióloga, o científica en general, lo tiene muy complicado para encontrar alguna figura referente. No es porque no haya muchísimas mujeres científicas, o biólogas en concreto, que hayan sido muy importantes en la historia marcando un antes y un después con sus logros, sino porque no siempre la historia le ha dado esa visibilidad necesaria.
Si piensas en ciencia, lo normal es pensar en el científico, hombre blanco, heterosexual, con su bata blanca y sus gafas trabajando en el laboratorio. Sin embargo este estereotipo no siempre se acerca a la realidad. Si nos centramos en biología, y en concreto en relación con fauna y de trabajo que llamamos “de bota”, nos viene a la cabeza la imagen del aventurero en la selva o de figuras como Félix Rodríguez de la Fuente. De esta forma, si no hay nadie en el entorno de la niña que quiere ser bióloga que le cuente que existieron una Lynn Margulis o una Margarita Salas, poco podrá relacionar al señor de bata blanca con una posible realidad para su futuro.
Además, cuando trabajas con fauna te encuentras con ideas estereotípicas, como que las mujeres no suelen trabajar con serpientes o arañas, “lo normal” es que nos de miedo, o si acaso la imagen posando con la serpiente. Igual ocurre con grandes mamíferos, se asocia el trabajo a hombres porque son trabajos “que requieren fuerza”, y sin embargo tenemos como ejemplo a las grandes primatólogas como Jane Goodall.
Desde que comencé mi propio proyecto con BRUTAL, en la mayoría de las reuniones que mantengo, especialmente en un entorno de directivos o altos cargos de entidades públicas, y lo escribo en masculino a posta, es raro cuando no me recibe un hombre enchaquetado. Si nos fijamos en la representación de las mujeres en las direcciones de los Parques Nacionales en España la representación sigue siendo mínima.
Además de licenciada en biología hice mi máster en educación, y dentro de Brutal es una de las líneas clave, tanto educación ambiental dirigida a un público infantil como formación específica para público universitario. Disfruto muchísimo porque es un área que me apasiona desarrollándola, pero del mismo modo puedo gestionar proyectos de conservación o investigación en campo. Sin embargo, en los ámbitos de los que antes hablaba es frecuente que cuando aparece una mujer sea ella a la que se le adjudican las tareas de “educación ambiental” como si tuviéramos una programación previa para hacerlo mejor.
Un informe de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza revela con datos como la degradación del medio ambiente está directamente relacionada con un aumento de la violencia machista. El cambio climático afecta a los más pobres, y entre los pobres, las mujeres son las más vulnerables. Teniendo esto en cuenta, la aparición del ecofeminismo no es más que el camino natural ante la situación actual. Este movimiento no es más que una respuesta ante dos consecuencias de un sistema que está demostrando que no funciona: la emergencia climática y la desigualdad entre hombres y mujeres.
Este ecofeminismo además relacionado en muchos aspectos con la ciencia, puesto que grandes promotoras en su origen derivan de la ciencia. Por otro lado también tiene una visión crítica de la metodología y del sistema científico, ya que en gran medida reclama la admisión de más mujeres en la ciencia.
Comentarios: Sin respuestas