Todo el auditorio puesto en pie y cientos de manos aplaudiendo durante largos minutos. Una emocionada Celia Amorós que, este fin de semana, ha recogido en Sevilla de manos del presidente de la Asociación Andaluza de Filosofía (AAFI) una placa conmemorativa en reconocimiento por toda una vida dedicada a la filosofía y al feminismo.
El movimiento feminista no es nuevo. De hecho, se inició en la Ilustración, en el siglo XVIII. Y desde entonces hasta ahora, muchas mujeres supieron reconocer la opresión de todo un sistema hacia ellas mismas, y han dedicado su vida a pensar en el por qué es posible que la mitad de la población mundial siga sometida a la otra mitad. La historia nos enseña la evolución económica y social de muchos pueblos, en muchas regiones del planeta. Pero, en realidad, la historia que prevalece es la de los hombres, no la de las mujeres.
Mucho se habla ahora de feminismo. Se habla en política, en economía y hasta en sociedad. Los medios hablan de feminismo, sin haberse preparado para ello. Es como si alguien pretendiera hablar de ingeniería o de medicina sin los conocimientos necesarios. Pues el feminismo también tiene una serie de conocimientos, imprescindibles para poder transformar nuestra mirada en una mirada feminista. Y, sin estas teorías, ese conocimiento, corremos el riesgo de que este movimiento emancipatorio se vacíe de contenido, hasta ser devorado por el neoliberalismo. Corremos el riesgo de que a esta Cuarta Ola del feminismo sea engullida por el capitalismo.
«La historia también nos enseña que los derechos de las mujeres no son sólidos ni estables y que son los primeros que se pierden, a golpe de sucesivos gobiernos»
El feminismo tiene su propia historia. Tanto de las mujeres que protagonizaron en las diferentes etapas la lucha por la igualdad, como por el cambio de mirada hacia el pasado desde una perspectiva feminista. Y ese conocimiento ha sido posible gracias a esas grandes que, desde hace cientos de años, se pararon a pensar que la subordinación de las mujeres era algo político y no producto de una natural inferioridad. Luego, si las mujeres no somos inferiores a los hombres, ¿cómo es posible que las mujeres del mundo hayamos soportado estar en inferioridad todo este tiempo?
Celia Amorós es una de esas mujeres que han filosofado sobre el patriarcado, y sobre el androcentrismo que ha dirigido nuestras vidas, que aún sigue haciéndolo. En sus distintas obras nos obliga a analizar el pasado con perspectiva de género, como en su libro Hacia una crítica de la razón patriarcal, de 1985. O en La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias… Para la emancipación de las mujeres, con el que fue galardonada en el 2006 con el Premio Nacional de Ensayo, que se otorgó por primera vez a una mujer, donde nos arma de razones para nuestra lucha reivindicativa. Su última obra, hasta el momento, es Salomón no era sabio (2014). Y no solo lo ha luchado por el feminismo con sus diversas obras y artículos, lo ha venido haciendo con su tarea docente, en sus cátedras y en en Instituto de Investigaciones Feministas, el cual dirigió desde 1990 hasta el año 2005.
Con ella hemos aprendido de feminismo varias generaciones de mujeres. Menos de lo que sería deseable de reconocer al feminismo un movimiento digno de ser estudiado en las aulas del alumnado de Bachillerato. Un lamento que recoge este XII Congreso de la AAFI, dedicado a la Filosofía, Mujeres y Naturaleza. Muchas filósofas son merecedoras de un espacio en la Historia de la Filosofía. De esa lista han excluido a Mary Wollstonecraft, que ya en el siglo XVIII se atrevió a desafiar, desde la Filosofía, el orden patriarcal establecido. A Simone de Beauvoir y Hannah Arendt, autoras imprescindibles del siglo XX. Y, ya en España, los nombres de Celia Amorós o Amelia Valcárcel deberían ser reconocidos, y sus obras debatidas.
Celia Amorós nos habla en sus textos de igualdad y contra el androcentrismo. Reinvindica la libertad y autonomía, desde la firme oposición al sistema que ha clasificado a los individuos por género hombre/mujer. Pensadora de lo no pensado, nos invita a la lucha social. Y nos lo ha recordado en sus breves palabras, emocionada y aturdida ante tantas muestras de afecto, respeto y cariño del público, muchas mujeres a las que ella ayudó a formar, con las que colaboró. Otras muchas que la leemos y nos emocionamos, también, con su emoción, su humildad y su perplejidad.
Rescato sus palabras: ”Me siento abrumada, verdaderamente abrumada. No me esperaba algo así. Mil gracias a todas vosotras porque creo que sois muy generosos conmigo. Yo, por mi parte, he hecho lo que he podido. El feminismo está en mí fuertemente arraigado, y en esa misma medida no he podido dejar de practicarlo, ni en la teoría ni en la práctica. Ya no puedo militar en la medida que lo hacía, por razones de la edad y salud. Pero, afortunadamente, quedan ahí unos libros que he escrito, precisamente, para vosotras. Para aquellos y aquellas con quienes comparto las mismas inquietudes y militancia. Siempre he pensado que es importante la teoría, pero ayuda bastante ir a las manifestaciones, dar charlas, o ir por las casas para ver si conseguimos que se adhieran, como la manifestación del 8M. Un feminismo que se acabe de comprender, en la que va íntimamente unida la teoría y la práctica: si afloja una, afloja la otra, y la deja sin respaldo. Esta medalla me deja profundamente emocionada, me parece excesivo aunque, sin duda, he trabajo. En la medida en que mi edad y mi salud me lo permita, seguiré trabajando por el feminismo».
Celia Amorós, una gran pensadora que debemos reivindicar desde la filosofía y desde el feminismo.
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